La profesora de inglés que rueda por los discapacitados

Con una soltura y alegría sorprendente, la profesora de inglés Mónica Domínguez explicó por qué "la discapacidad es sólo una situación. Mientras que 'sentirse discapacitado', sí es una elección”. La vecina de la villa turística hace cuarenta años que está en silla de ruedas y es un ejemplo de lucha y vocación.

La vecina de la villa turística hace cuarenta años que está en silla de ruedas y es un ejemplo de lucha y vocación.

Si bien nació en Misiones, a los 5 años sus padres se mudaron a Buenos Aires para estar más cerca del hospital que tenía que tratarla seguido por su “espina bífida”, una malformación en la médula que no termina de cerrar y corta algunos nervios. Lo que la llevó a moverse toda su vida en silla de ruedas.

“Y llegó el momento de la infancia, donde obviamente los chicos son muy crueles. Pero siempre estuve contenida y salvo raras excepciones, me gastaban. De todas maneras tenía que ver con la personalidad que tenía, porque para mí llegaba a ser algo natural; una persona que no tenía nada y por eso no se victimizaba. Eso sí, tuve muchos problemas para ingresar al jardín y al primario porque no me aceptaban, porque en esa época creían que una discapacidad motriz también era mental, y ellos eran los que no entendían”, explicó Domínguez, quien recordó sus pasos por la capital. “En aquel entonces se complicaba bastante para manejarse con la silla, porque Buenos Aires no estaba nada preparado: los edificios, llenos de escalones y sin ascensor. Las calles sin una rampa y muy empedradas. Lo único bueno eran las casas y escuelas, porque al ser viejas, tenían galerías y eran amplias", contó.

Con mayor facilidad para entender y estudiar, la entonces joven estudiante terminó el secundario sin inconvenientes mientras estudiaba idioma en un instituto privado. De allí salió su primera profesión: maestra de inglés. Y a su vez que se recibía de diseñadora en 1995, comenzaba a formarse en Programación Neurolingüística (PNL), una disciplina que la ayudó a encarar y sortear los obstáculos naturales y extras de la vida.

“Al estudiar las neurociencias aplicadas a la vida cotidiana, uno aprende a cómo mejorar la calidad de vida cambiando determinados hábitos y educando al cerebro. Todo eso lo apliqué y de alguna manera me sirvió para interpretar la realidad y vivir de otra manera, porque tiene mucho de psicología. Por ejemplo, me ayudó mucho hace varios años, después que falleció mi papá, y no teníamos plata, ni para comer. Entonces trabajé con mi mente para no volverme loca y entender que esto iba a pasar. Otra que recuerdo fue en el 2010, cuando me tuvieron que operar y estuve dos meses boca abajo por un problema en la piel. Se me habían formado escaras (úlceras en la piel) y se me había complicado bastante”, contó la "profe".

A través de su hermana Silvia, quien se mudó a Merlo por amor, Mónica abandonó la gran capital y junto a su madre, en agosto de 2007, desembarcó en la villa turística, donde inmediatamente empezó a dar clases de inglés y posteriormente abrió su propia academia que actualmente educa a más de 60 niños, jóvenes y adultos.

Orgullosa del camino que recorrió y cargada de nuevos desafíos, Domínguez asegura que la discapacidad es una situación que uno debe aceptar, integrar y superar para que finalmente pase a un segundo plano.

“Forma parte de la vida, lo que no significa que uno tenga que vivir desde la discapacidad, como una excusa para no hacer cosas. Es decir, la discapacidad está ahí, y uno tiene que adaptarse a eso y listo. Y lo importante es que la otra persona primero te vea a vos y no tu condición. Pero bueno, eso también tiene que ver con un tema social, un poco más complicado”, señaló con una sonrisa cómplice, como durante toda la entrevista, Mónica Domínguez.