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A cien años del nacimiento de Sócrates Ignacio Cortines

Por redacción
| 13 de noviembre de 2015
En su salsa. Don Sócrates y su fiel amiga, una Remington en la que trabajaba hasta altas horas de la noche. Fue un incansable colaborador de diarios.

El domingo se cumplen cien años del natalicio de Sócrates Ignacio Cortines, uno de los primeros periodistas de la capital puntana, nacido en Capital Federal pero criado en San Luis. Su vocación lo llevó a ser corresponsal del diario "La Prensa" de Buenos Aires y en San Luis, el vespertino "La Opinión" lo tuvo en su staff  y en algún momento también su pluma reflejó la actualidad puntana en El Diario de San Luis, hoy El Diario de la República.

 


Hijo de la puntana Josefina Alric y de Santiago Cortines, hijo de Santiago Segundo Cortines, el sanjuanino que fuera ministro de Hacienda en las presidencias de Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca.

 


A raíz del prematuro e inesperado fallecimiento de su padre cuando él tenía nueve años, su madre optó por regresar a su provincia natal. Cursó sus estudios primarios y secundarios en la Escuela Normal Superior "Juan Pascual Pringles", donde se recibió de maestro bachiller.

 


Posteriormente estudió dos años abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba, carrera que debió abandonar por razones particulares y se dedicó por entero a la docencia.

 


La muerte de su madre  cuando Sócrates sólo tenía dieciséis años, dejaba a los seis hermanos: Samuel, Salvador, Celestina, Elisa, Carlota, Lucrecia y al propio Sócrates inmersos en un profundo dolor y un futuro incierto.

 


Pero los hermanos de más edad  (Salvador, Celestina y Sócrates) se hicieron cargo de la situación y la casona de la calle San Martín al 700 los albergó para siempre. Más unidos que nunca, se las arreglaron para no sufrir situaciones límites.

 


Dice su sobrino y ahijado, Rafael Moyano, que fue tan fuerte esa unión de hermandad que se mantuvo eternamente siendo un verdadero ejemplo familiar.

 


En su juventud, fue nombrado para ejercer de maestro en una escuela de Justo Daract, en la que desarrolló una ardua labor educativa que también se extendió a otros establecimientos del interior provincial.

 


Posteriormente, don Sócrates cosechó distintos ascensos en su labor docente hasta culminar su carrera como inspector de enseñanza primaria de escuelas nacionales en San Luis, función en la que se jubiló varios años antes de su fallecimiento. Paralelamente cumplió una vasta labor cultural colaborando en diferentes entidades de la provincia.

 


Según Moyano, los rasgos personales de su tío, "su aguda inteligencia, su clara percepción de los acontecimientos, su crítica certera, sus juicios ecuánimes, su facilidad de expresión escrita, que le valieron menciones por sus trabajos, su oratoria atrayente, su generosidad y solidaridad frente a los necesitados, lo hicieron merecedor de una gran estima entre quienes lo conocieron”. “Tal es así –continúa- que su vida es contada por la historiadora María Graciela Mulhall en ‘San Luis, hombres y mujeres constructores de su historia’. Asimismo sus virtudes personales se recordaron y resaltaron en ocasión de su fallecimiento y en el acto de su sepelio el 8 de noviembre de 1985 cuando mi tío tenía 69 años”.

 


Don Sócrates fue vocal de la delegación de la Comisión de Bibliotecas Populares, miembro de la Comisión de Extensión Cultural Universitaria de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Cuyo y colaborador de la Dirección Provincial de Cultura. En 1963, fue director nacional de Educación de la Provincia de Santa Cruz y posteriormente contratado para reestructurar y planificar la organización del Consejo de Educación de esa provincia.

 


Dice la historia que entre 1939 y 1948, la dirección del diario “La Prensa” de Capital Federal,  lo designó corresponsal en Justo Daract.

 


Vivió nueve años en la ciudad del tango, pero por razones particulares se vino a San Luis donde también fue corresponsal de ese diario hasta el momento de su deceso.

 


Fue corresponsal de la revista de educación “La Obra”, redactor del diario “La Opinión” y colaborador permanente de la revista cultural “San Luis”. A través de más de cincuenta años en “La Opinión”, con su juicio ecuánime bregó por mantener los objetivos periodísticos, hasta 1965, en que delineó el logotipo de ese diario.

 


Moyano revela que en 1957 su tío fue redactor y copropietario del diario “Democracia”, adquirido por entidades católicas, juntamente con el Obispado de San Luis.

 


En su currículum también figura que se desempeñó como redactor del diario “La Calle” que se editaba en los talleres de la imprenta Celorrio. Además lo contaron entre sus colaboradores: “La Hoja Puntana”, que editaba el reverendo Saldaña Retamar; “El Heraldo”; y a veces “El Diario de San Luis”.

 


“Su labor periodística fue premiada en reiteradas oportunidades, destacándose el de la ‘Fundación Givré’ al mejor periodista junto con otros quince representantes de la prensa latinoamericana”, agrega con seguridad.

 


Según Moyano, don Sócrates fue el promotor y presidente en varios períodos del Centro de Jubilados y Pensionados de San Luis, a la vez que se desempeñaba como miembro permanente de la Confederación General de Jubilados y Pensionados del país en la Comisión de Ponencias.

 


También fue miembro fundador de la Asociación Cultural Sanmartiniana, entidad que más tarde le entregó el Escudo de Chancay como reconocimiento de la dedicación a sus deberes públicos.

 


En 1986 se inauguró la Sala de Periodistas por ese entonces en la Casa de Gobierno de San Luis y fue bautizada como "Sócrates Ignacio Cortines". Diez años después, la Jefatura Central de Policía lo homenajeó poniéndole su nombre a la Sala de Prensa de esa institución.

 


La figura del hombre de letras y de la educación había crecido mucho en la sociedad puntana. El Rotary Club y el Círculo de Poetas de San Luis lo tuvieron entre sus más activos socios, incluso patentó un slogan para los rotarios: “Valer para ser, ser para valer”. Sincero, siempre con una palabra de aliento, seguro, y dueño de una fuerte personalidad, don Sócrates se fue ganando a la gente.

 


Moyano admite que siempre vio en él la figura de su segundo padre, destaca con vehemencia la figura del periodista, más allá de su parentesco. "Mi tío  de muy joven demostró ser responsable. Junto a mis tíos Salvador y Celestina terminaron criando a sus otros hermanos. Era una persona recta, intachable, sociable y de grandes valores. Nunca se casó ni tuvo hijos, pero siempre mostró su gran cariño y debilidad por sus sobrinos que, según él decía, 'me reconfortan y alegran el corazón".

 


 El día de su fallecimiento los diarios "La Opinión", "El Diario de San Luis", "Mendoza" de la vecina provincia cuyana y "La Prensa" de Buenos Aires le dedicaron su espacio para el recuerdo y la exaltación.

 


Por ejemplo en "La Opinión" del 8 de noviembre de 1986, al cumplirse un año de su muerte, publicaron: "Pudimos apreciar en su personalidad tres cosas dignas de ser apreciadas: su cordialidad, su bondad y su probidad. Cultivaba también tres cosas dignas de ser: la verdad, el ingenio y la tolerancia".

 


El diario "Mendoza" puso entre los párrafos de despedida: "Su activa labor en las letras trascendió los ámbitos provinciales accediendo a premios literarios nacionales. Su larga actuación en el campo intelectual, unida a una personalidad amplia que le aportó a su vida el respeto y la amistad de cuantos le trataron, deja en el recuerdo la imagen del maestro".

 


Mientras que "La Prensa" de Buenos Aires lo describió como "docente por vocación y periodista por convicción" que llevaba en forma paralela "ambas circunstancias a lo largo de su vida". "El signo total de su existencia estuvo dado por su gran entereza moral, su capacidad de respuesta a los embates de la vida y una acrisolada honestidad en la defensa de sus convicciones ciudadanas", agregaron.

 


Así se lo recordó a don Sócrates, uno de los primeros periodistas foráneos arraigado para siempre en San Luis. Las letras, el periodismo y la docencia lo recordaron con diversos actos y una misa en la Iglesia Catedral de su suelo por adopción. Hoy, el Centro Educativo Nº 11 de Justo Daract lo honra con su nombre.

 


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