Chicos de una escuela de Buenos Aires visitaron el pueblo Ranquel

Para los chicos de una escuelita de la provincia de Buenos Aires fue toda una aventura lo que vivieron en el pueblo Ranquel. Como parte de un proyecto de intercambio cultural, visitaron la comunidad y pasaron un día especial con los niños de la primaria de la escuela “Feliciana Saá”.

“En total, entre los chicos de Buenos Aires y los nuestros, eran unos ciento veinte. La pasaron hermoso. Llegaron y les servimos el desayuno, luego el almuerzo y la merienda. Les mostramos nuestras comidas y cómo es un día en la comunidad”, contó Daniel Sandoval, el lonko del pueblo Ranquel. Los alumnos visitantes pertenecen a la Escuela Alberdi, de la localidad de Tres Lomas, y cursan entre 1º y 4º grado. “Era parte de un proyecto que también buscaba vincular el campo con la ciudad, porque la vida de ellos es totalmente diferente, y fue muy enriquecedor para los dos grupos”, dijo.

La visita surgió de los maestros, quienes se enteraron de la comunidad y vinieron a visitarla en mayo. Allí organizaron todo para volver a viajar con los niños. “No es la primera escuela que nos visita, suelen venir de San Luis, pero es la primera que viene desde tan lejos. Y estamos acostumbrados a que los fines de semana esté repleto de turistas”, agregó Sandoval.

El contingente recorrió el pueblo, pasó por el hospital, presenció un espectáculo de danzas típicas y conocieron las banderas ranqueles y sus significados. Además, los alumnos de Buenos Aires participaron de las danzas y les enseñaron a utilizar los instrumentos tradicionales.

Cuando llegaron a la escuela pudieron observar cómo estudian los niños ranqueles, y se asombraron al ver que lo hacían a través de computadoras. “Todos los chicos aprendieron algo del otro. A nuestros pequeños les llamó la atención que ellos usaran uniformes en el colegio; y a los de Buenos Aires les pareció raro que los niños se comportaran en la escuela como en su casa. Ellos toman la merienda y van a lavar sus tazas, en cambio los otros pequeños se quedan sentados hasta que se levantan todos juntos para seguir con las actividades. En realidad se asombraron de todo, vieron un chanchito jabalí y no lo podían creer, y para nosotros es algo normal. Es que ellos tiene una vida muy diferente", relató.

Para almorzar, los ranqueles asaron una vaquillona para agasajar a sus invitados. "También hicimos pizzas, ese tipo de comidas que más les gusta a los niños. Sorteamos ponchitos para que se lleven de recuerdo y les entregamos un libro con nuestra historia", recordó.