Desde hace 2 años, Sofía se hace diálisis diarias durante 8 horas. La máquina que usan se llama cicladora y está ubicada justo al lado de su cama.
La familia de Sofía Pedernera espera la llamada que le salvará la vida a su hija de cinco años. Ansían el día en el que el teléfono suene y alguien del otro lado les diga que encontraron un donante de riñón. La pequeña entró a la lista de espera del lncucai el 9 de setiembre y está cuarta. Nació con una insuficiencia renal crónica por una hipoplasia renal bilateral. Hace dos años que comenzó con el tratamiento de diálisis con una máquina conectada al lado de su cama.
“Sofía necesita el trasplante de un donante cadavérico. Es por el tamaño de los riñones y la capacidad abdominal de ella, porque es muy chiquita. Cuando encuentren uno, el Incucai me va a llamar por teléfono. El 10 de octubre me avisaron del Sanatorio Allende para decirme que estaba cuarta en la prioridad por un riñón”, contó María José Lozano, la mamá.
Mientras su mamá contaba cómo es el proceso de espera, Sofía jugaba feliz con sus muñecos. Un bebote con un pañal y su cochecito. Con una gran sonrisa, hacía de mamá y compartía con sus hermanitos. Sofía tiene cuatro hermanos. Lourdes, de 10 años; Sashya, de 9; Rousy, de 3 y el más pequeño, Kevin, de uno.
Cuando la internaron en Córdoba para el pretrasplante en agosto, también le hicieron el “cross match”, un estudio de sangre para ver la compatibilidad. Es un análisis que se realiza antes de la operación, para comprobar si el receptor reaccionará contra el órgano trasplantado. Si es “positivo”, entonces el donante y el receptor son incompatibles. Si es negativo, la intervención puede hacerse. El 5 de noviembre tiene que volver para repetirlo porque debe hacérselo cada tres meses.
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