Aunque los investigadores de la desaparición de Pedro Fridel no lo digan, algo evidentemente no deja de direccionar sus miradas hacia una persona: Cristina Paredes, la patrona a quien el hombre le cuidaba una casaquinta, en las afueras de Villa Mercedes. Por eso hace casi tres semanas le allanaron la casa que la mujer tiene en el centro de Villa Mercedes. Le secuestraron un arma de fuego y dos camionetas. Y ahora éstas últimas, al igual que la vivienda en la que residía “El Ruso”, fueron peritadas para determinar si tienen rastros de sangre.
El allanamiento a 9 de Julio 444 fue el martes 3 de noviembre. Los policías de la Comisaría 29ª, a cargo de las averiguaciones, se llevaron una Ford Ranger, una Chevrolet Spin y un revólver calibre 22 o 32, señaló el juez de Instrucción Penal N° 2, Leandro Estrada. Junto con el arma, cuatro vainas servidas.
La noche del martes el personal de Criminalística regresó a la casaquinta, del kilómetro 751 de la ruta 55, en busca de vestigios hemáticos. Y, a su vez, inspeccionaron los vehículos.
La pericia que practicaron es la que se conoce como Blue Star. La fórmula química, que es fabricada en base a otra, el luminol, es rociada sobre las superficies en la que sospechan que podría haber algún sedimento, en completa oscuridad. Si, a los pocos segundos, esos sectores adquieren una coloración azul brillante es señal de que allí hay o hubo sangre.
Si los peritos descubren la presencia de sangre, el segundo paso será determinar si es humana o animal, y si resulta ser la primera opción, luego, de quién es. Estrada aclaró que hasta que el sumario no esté en sus manos, él no podrá ordenar un segundo estudio, de ADN.
Al mismo tiempo, “en base a los datos recolectados en la calle, la Policía continúa con los rastrillajes en los campos aledaños a la casaquinta”, agregó Estrada.
Aunque no quiso adelantar conclusiones, por otro lado, dio a entender que los peritos ya terminaron de analizar los restos calcinados que hallaron en el asador de la quinta, en una inspección que hicieron el miércoles 21 de octubre, dos días después de que el pampeano desapareciera; y que, a simple vista, parecían prendas de vestir.
Fridel había llegado de Colonia Barón, La Pampa, al parecer, con la intención de cobrar un juicio que había iniciado contra sus antiguos patrones, otros hacendados del sur de la provincia. Parte de ese dinero lo cobró hace dos años y, a fin de año, iba a recibir el resto. Vivió estos seis años “de prestado” en ese recóndito lugar de la ruta 55. Paredes, quien a su vez es parapsicóloga, le facilitaba la vivienda. Ella no le cobraba alquiler, pero el hombre le cuidaba la casa, el campo y se hacía cargo de sus animales. Un trabajo por el que él no tenía sueldo. Según dijo una fuente, la relación con la mujer empezó a quebrantarse cuando ella comenzó a presionarlo para que se fuera de su casa. Lo intimó hasta legalmente. Pero "El Ruso" no quería irse porque ella no le había devuelto la plata que le había prestado todos estos años.
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