14°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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Una charla para recordar a Beba Di Genaro

Por redacción
| 16 de marzo de 2015

En octubre de 2012 visitó Planeta Xilium, el programa que conduce Alberto Rodríguez Saá. Aquí, la entrevista con la prolífica autora que murió el pasado lunes 9.

 


—Alberto Rodríguez Saá: Mirá como se llama esta poesía que marcó un antes y un después en la cultura de San Luis: “Tengo ganas de hacer el amor esta noche”.
— Beba Di Genaro: No fue pensado como título, partió de una frase todo lo demás… (Recita)

 


Tengo ganas de hacer el amor esta noche.
Esta noche tan rara.
Encogida y con puños cerrados
me golpea la sangre la hembra.
Tengo ganas de hacer el amor esta noche.
A mi gusto, voluptuosa, lentamente,
con los cinco sentido alerta,
entre luces, desnuda, en el agua, después de jugar en el agua.
Contigo, con aquel, con cualquiera,
conmigo desdoblada.
En la cama, en el pasto, en la arena,
con las manos, con la boca y con la melena.
Con las vísceras, con las frutas, con las flores y el polen.
Desde el cuerpo entregarme y 
que sabio otro cuerpo me envuelva,
me traslade, me incendie, me estrelle
me rebaje, me ascienda,
me ausculte cada poro de pies a cabeza.
Y que el alma se sume si quiere.
Si no, que prosigan las bestias.
Las cálidas, las tímidas,
las trémulas bestias.
Ya mañana veré el dedo acusador
de las inteligencias.
Ya mañana oiré martillando reproches.
Mañana.
Pero yo tengo ganas de hacer el amor esta noche.

 


Me llamo Beba Di Genaro, soy poeta y me paso el día escribiendo, leyendo y viviendo en poesía.

 


—ARS: ¿Cuándo escribiste “Tengo ganas de hacer el amor esta noche”?
— BDG: En 1975 más o menos.

 


— ARS: ¿Y qué pasó?
— BDG: Pasó mucho, este poema no fue escrito ni para escandalizar, ni para modificar un camino literario. Cuando se escribe se escribe porque sí. Y la génesis –suelo desilusionar un poco cuando cuento la génesis de esto- porque era un día que yo estaba peleada con mi marido. La niña tenía gripe, yo llamé a un médico y él quería que yo hubiera llamado a otro, entonces nos peleamos. A la noche, él estaba arriba y yo abajo. Escribí esto en ese momento, porque la niñita tenía gripe y porque habíamos discutido acerca del profesional que la atendiera. No fue escrita en un momento muy erótico, para decirlo de otro modo.
Cuando lo escribí se lo mostré a Víctor Lucco, un amigo de mi marido “Alfi”. Yo había tachado “Contigo, con aquel, con cualquiera, conmigo”, porque era un poquito desprolijo. Y él me dijo: “¿Por qué has tachado esto? Ponelo todo”. Con esa corrección, o esa aprobación, el poema empezó a andar solo. En las reuniones siempre decía un poema, como “La canción de la hoja”, un soneto más tranquilo. Empecé a decir esto y empezó a gustar, entonces lo empecé a escribir en unas hojas y las horneaba. Prendía el horno, las calentaba un poquito, sacaba la hoja, quedaba marroncita y las vendía. Calculo quienes compraban los poemas al poco tiempo se les desintegraría.

 


— ARS: A la obra de arte la convertiste en efímera.
— BDG: Yo trabajaba en Cultura y al lado, por Ayacucho, estaba la boutique de la “Nenena” Cacace. Entre los vestidos y los corpiños estaba mi poema en una esquinita, pasaban las mujeres, lo leían, lo compraban y me buscaban a mí con cierta complicidad, admiración y con ganas de tener confidencia. A raíz de esas confidencias fui escribiendo situaciones que están derivadas de la lectura de esto. Me acuerdo de la llegada, no voy a decir el nombre, de una viuda y lo que sentía ella con sus reclamos sexuales ante su viudez. Otra que querría ser más joven, más vital, para conquistar un hombre y ya no lo era. 
Empezaron a aparecer unas voces que asumí como mías y se constituyeron en el libro “Las vírgenes negras”, que eran todas estas mujeres, en todas las situaciones diversas. Completo este no lo publiqué nunca, pero acá en “De sombras y de incendios”, que hicieron las chicas de Pircas con la Universidad, hay como 10 poemas de las Vírgenes Negras.
Al poema “Tengo ganas de hacer el amor esta noche” lo quiero mucho porque anda solo. Tiene música, la puso Jorge Marziali, porque Marita Londra tiene una última creación, “Enamorada de más”, que son todos temas muy románticos, y Jorge Marziali le puso música. Ella lo recita un poco, otra parte va con el canto y otro poco de nuevo con la palabra, pero cuando Marziali analiza el material dijo: “No, no está logrado”. Y le respondí en broma: “Es que quien lo tiene que recitar soy yo, que lo cante ella, pero un poquito lo tengo que decir yo”.

 


— ARS: ¿Dónde naciste?
— BDG: Nací circunstancialmente en La Plata, porque mi papá que era de San Luis estaba estudiando allá, en una pensión y los domingos trabajaba en la boletería del Hipódromo de La Plata. Vino a San Luis donde estaban las hermanas Sagui, que eran hijas de mi abuelo Carlos Américo y Argentina. Él era jefe de correo y tenía estas mujeres, que según dicen, eran muy bellas. Don Aurelio Torrontegui (padre de María Angélica) era novio de una de ellas. Mi papá la robó y se fueron a Mercedes. Bernardino Di Genaro y Américo Sagui autorizaron el casamiento de los menores, que partieron a La Plata donde mi papá seguía estudiando. Pasaron unos años y nací yo, en La Plata. Por ese tiempo Nicolás Di Genaro fue nombrado diputado nacional, padre de Augusto, el caudillo radical de aquel entonces y lo llevó a mi papá, que era su sobrino.
— BDG: El tío lo llevó a mis padres y a mí a un departamento de calle Rivadavia en Buenos Aires, mientras él fue diputado nacional. Por ahí cerca había una radio donde  mi mamá me llevaba y cuando volví a San Luis dije que cantaba como Libertad Lamarque, declamaba como Berta Singerman y bailaba como Carmen Miranda, así me ofrecía en la escuela para actuar. Vine a San Luis a los cinco años, a esa maravilla que fue la casa de mi abuelo Bernardino que estaba en Illia al 400.

 


— ARS: A media cuadra de donde vivía mi mamá.
— BDG: Me encontré con una provincia, un paisaje, un Trapiche, una familia numerosa, tíos, primos, con costumbres provincianas. Quedé deslumbrada con este medio que me recibió. Estuve viviendo un tiempo en la casa de ese abuelo y en la calle 9 de Julio llegando a Colón.

 


— ARS: ¿En qué año más o menos?
— BDG: En 1945 posiblemente. De ahí pasé al célebre lugar de Pringles al 800. Ahí pasé infancia, adolescencia, juventud, primeros meses de casada, ese lugar fue muy importante.

 


— ARS: ¿Dónde estudiaste?
— BDG: En la Escuela Normal de Maestras "Paula Domínguez de Bazán", a media cuadra de mi casa, al lado de la Catedral. Cuando Agüero prologa mi primer libro del que él selecciona el material, dice que yo fui poeta por esa cercanía con las campanas, con el viento sobre la cúpula, con el zureo de las palomas, con esa cercanía que es lo que posiblemente haya motivado la vocación.

 


— ARS: Es un paisaje impresionante lo que describe Agüero, tu entorno de la niñez, de la adolescencia. 
— BDG: Jugaba en esa galería que era una especie de comité, porque se reunían todos los radicales, jovencita empecé a colaborar y estudiar, a ser ayudante de los radicales, porque en esa época hacíamos los sobres para las elecciones. Mis padres eran antiperonistas sin duda, había una catita en una jaula que decía: “Muera Perón”. Cuando mi segundo marido fue a allanar a la casa de mi papá -porque la Policía Federal allanaba las casas de los contreras- le llevaron a mi papá todos los papeles, yo era chiquita, Menéndez era más crecido. Siempre se acuerda que había una catita subversiva ahí.
Estando en esa galería empecé mis primeros poemas en un cuadernito Laprida.  Antonio Esteban Agüero era amigo de mi papá y correligionario.

 


— ARS: No estudiaste, fuiste autodidacta.
— BDG: Vivía cerca una señora de Ferrieres que era española, la esposa del fotógrafo, con cuya hija yo jugaba. Ella me pasó un cuaderno que había traído de España, manuscrito, con poemas de todos los poetas españoles que a ella le interesaban. Leer ese libro fue muy importante, tanto como escuchar el viento, las campanadas, porque dije que quería escribir así.
Empecé con mi cuadernito y mi papá, que en realidad no sabía tener una actitud muy ostentosa conmigo, le dijo a Agüero: “La nenita escribe poemas”, y le pasó el cuadernito. El poeta leyó un poema al Chorrillero. No es muy bueno el poema, pero el poeta me dijo: “Óigame, usted es poeta, siga”. ¿Sabés lo que fue que Antonio Esteban Agüero le diga a una mocosa: “Usted es poeta”? Nunca más dejé de escribir. Y después con su asistencia: “Yo seré siempre el ángel tutelar de su palabra”, puso en una de las cartas.
Lo valioso que tiene este libro es que aparte de que las mujeres de Pircas, cuando yo lo cuidaba a “Alfi”, sacaban todo el material  que escribía… escribo y organizo por años. Se llevaron 10 años y seleccionaron lo que consideraron mejor de cada año. Ana Celia Tula, Margara Zabala, incluyeron la correspondencia de Agüero, todo lo que me mandó. Está el Agüero amigo, cuando me divorcio, cuando me ofreció su casa de Merlo. Y después el Agüero político cuando salí a defenderlo cuando fue ministro del coronel. Largué una carta en El Diario de San Luis porque en el gobierno de Garzo le ofrecieron un subsidio para publicar “Un hombre dice su pequeño país”. Cambió Garzo por Matías Laborda Ibarra, el poeta se fue a Merlo y me dejó a mí para que le cobre el subsidio. Me lo negaron porque había contención en las erogaciones, pero como era en esa época periodista en El Diario de San Luis, y estaba acreditada  a la Casa de Gobierno, me pasaron decretos y datos de copitas, de combinados, de cortinas y entonces saqué una carta en El Diario de San Luis de cómo me negaban esto para el poeta y había otros gastos. Se armó la comisión de la prohibición de “Un hombre dice su pequeño país” y hubo un gran movimiento alrededor. Por eso comencé a tener con él un ir y venir de cartas. Además le mandaba mis poemas y él me los devolvía con un sí, un no y consejos.
Cuando murió el “Che” Guevara, tenía una peña literaria en mi casa -tenía 24 años, casada y con cinco hijos-. Estaban en el grupo Amanda Echeverri, Juan Domingo Faustino Sarmiento, Rosita Boussy. Nos habíamos conocido haciendo teatro e hicimos una peña a la que el poeta le puso el nombre de “Piscu Yaco”, nos asistía, íbamos a Merlo y lo visitábamos. Cuando murió el “Che”, esa noche escribimos todos un canto colectivo porque lo admirábamos y lo amábamos. Entonces el poeta me contestó: “Así como ustedes allá en su peña, yo también canté un lamento para nuestro compatriota heroico el ‘Che’ Guevara, que como el inca Tupac Amaru desde entonces, sigue regando con su sangre la libertad de América”. 
Pasó el tiempo, murió el poeta y me llamó Alejo Sosa, que era director de Cultura, para que hable del poeta. Me enfermé y en vez de ir yo mandé lo que iba a decir, que era un extracto de todas las cartas del poeta, que tenían que ver con consejos literarios. Por ejemplo: “Cuide los títulos, no trate de imitar al hombre, siga cantándole a la libertad, a la santa libertad, esa que deberíamos rezar con la unción del Padre Nuestro. Señor danos la libertad como nos das el pan de cada día. Y así como ustedes allá en su peña yo le canté al ‘Che’ Guevara”. A Alejo le gustó, lo editaron, pasó el tiempo, vino la revolución, está don Mario Cecil Quiroga Luco, yo trabajaba con él, llegaron los militares y rompieron todos los ejemplares de esto que se llamó “Las cartas para un aprendiz”. Me echaron de todos lados, no estoy en el fondo del Río de la Plata porque estaba don Mario cuidándome. Le fue a preguntar a mi padre si yo era montonera y le respondió: “Creo que no”. Llamé a don Mario y le dije: “Allá en su peña éramos estos a quienes usted nos editó en los poetas jóvenes de San Luis”. Entonces don Mario, con esas certezas, me defendió. 
Estoy ligada al poeta hasta cuando me privaron de lo más importante, además de la vida, que es la dignidad del trabajo. Después me pasé la vida medio viuda de Agüero, me llaman a hablar de él todo el tiempo y yo voy.

 


— ARS: Si te dan a elegir tres de Agüero, ¿cuál elegirías?
— BDG: Me encanta el libro “Canciones para la voz humana”. Hay un poema que es muy erótico, que me encanta, que se llama “Mujer Vegetal” que creo está en “Poemas inéditos”. El otro que me gusta es “Las mujeres no me gusta que parezcan mujeres”. De los más tradicionales me gusta “Digo la tonada”. De los anteriores me gusta “Los pájaros”  y de los últimos me gusta “La visita de  Beethoven” o “Un poeta llamado Jesús”, que son los últimos que escribió. Y la alegría que tengo gracias a Menéndez, que cuando recibí de esta comisión toda la plata para editar “Un hombre dice su pequeño país”, el poeta me pidió que le mandara esa plata porque tenía hambre. Entonces tendría que haber mandado el dinero a la editorial y “Alfi” me dijo: “Esa plata es de él y si él la quiere se la mandás”. Lo consulté con Hugo Fourcade, con Urbano J. Núñez y me dieron el ok y se la mandé. Gracias a esa plata pudo comer y escribir los últimos años de su vida y eso me llena de satisfacción.
Después que murió, pasó el tiempo, Rosita (la viuda)  puso vidrios en una escuela y certificó que de ese modo, en cierto aspecto, ella en nombre del poeta le está devolviendo a la sociedad de San Luis ese aporte que le mandó.

 


— ARS: Decinos quién es Menéndez
— BDG: (Recita) Yo viví con un hombre que amaba mis fealdades. La confianza en mí misma creció junto a los besos que iban por las estrías, lo mismo por los senos, la boca y los ojos por aquellas mañanas en que el sol nos ungía y con aquellas lunas cubriéndonos de sombras.
Yo viví con un hombre que cuidó mis disturbios, que hizo de cada no, un sí imaginario. Que construyó un arca conforme a sus deseos sabiendo que a la larga yo la bendeciría. Poniéndose de espaldas me miraba de frente, hablando se callaba y sufrió mis tragedias de un modo perturbable. Reinventó mis silencios. Yo viví con un hombre que decía mi nombre como si fuera de oro. 
Eso lo escribí después que él falleció.

 


— ARS: Ese poema fue un antes y un después…
— BDG: En esa época no había mucha poesía erótica, no pretendió ser una poesía erótica, ni mucho menos. El otro día encontré en internet poemas para enrojecerse y salía el mío. Anda solo el poema, de boca en boca, de corazón en corazón, de mano en mano.

 


— ARS: ¿Te sentiste un poco prohibida por ese poema?
— BDG: Me sentí prohibida por tantas cosas, por ese poema, por ciertos actos de mi vida que fueron transgresores y valientes.

 


— ARS: Pero así se construye el camino de la libertad.
— BDG: No podía pararme a presentar un libro. Después me fui una temporada a La Plata y ahí me di cuenta que la cosa venia muy complicada, pero no lo sabíamos. Me cuidaba con esa hoja amarilla, quisieron hacer una reunión para presentarlo y dije que no, porque estaba prohibida y no le quería complicar la vida a los demás. No fue el poema, fue más el asunto del Che Guevara, fue una suma que hacía de mí una persona transgresora.

 


— ARS: ¿Cuántos hijos tenés?
— BDG: La última, que es de “Alfi” Menéndez, Leticia Menéndez, de 40 años, sacó los ojos y el carácter, la manera de caminar y la manera de protestar del padre, que tendría que haber venido a buscarme.
Belzunce tengo cinco, el mayor de mis hijos falleció, Alejandra, Osvaldo y los mellizos. Ya tengo a todos casados, ahora tendrá que empezar a ubicar a los nietos, que son 10. Distintas edades y distintas características.

 


— ARS: Te agradezco todos estos recuerdos hermosos.
— BDG: Me gusta cómo la gente se mete en el ayer en este programa. Tengo un material que lo empecé en El Diario de San Luis. Después Nino Romero me llevaba a cualquier radio que él iba y tenía esta sección de la buena memoria, los coches de plaza, las modistas, los sastres, los oficios, los vendedores ambulantes, los apodos, las aves de paso. El ayer urbano.

 


— ARS: ¿Las aves de paso te referís a las personas?
— BDG: Claro, los que pasaron. Tengo un ciclo que empieza en Radio Universidad, de 15 minutos para seguir con este material. Es tan apasionante, porque es el pasado acaricia cuando por ahí el presente es insoportable  o el futuro tan incierto. Y la gente reacciona, que no te imaginás. 
A raíz de esto que digo y del amor que le tengo a esta faceta de mi prosa, es que yo veo que este programa tiene este respeto por la gente que habla del ayer.
¿Sabés qué pasa con Pircas? Creen que soy un fósil… porque es la protección del patrimonio y entonces me pusieron todo, prosa, recuerdos, tengo un canto largo al “Lanza Seca”. Pusieron todo un compendio que me parece muy bien. Ahora estoy editando mi próximo libro del San Luis Aldea. (Recita) “De vida apacible y costumbres distintas, recordamos especialmente la tertulia callejera cuando a la oración nuestras madres y abuelas, sacaban sillas a la vereda para tomar el fresco, intercambiar comentarios y dulces con los vecinos, o aquel de cáscaras de naranja con clavos de olor o el de alcayota con nueces, mientras tanto la chica de una de las casas cebaba mate  y los niños jugábamos al tejo, a las escondidas y esperábamos las distracciones de los mayores  y el paso de un choche de plaza o un carro para colgarnos, esquivando el rebenque de don Juan Guevara, por ejemplo, que nos alejaba sin pegarnos. Por la mañana la calle tomaba otro colorido y aparecían las voces de los vendedores ambulantes, que yendo de puerta en puerta, y entrando muchas veces sin golpear con la aldaba dejaban las mercancías en el patio o en el comedor. Como el pan que el Lucho Fusco ponía todos los días en la mesa esterillada de la galería que cobraba recién a fin de mes con la libreta.
Don Paulino, con su jardinera lleno de frutas y verduras con chistes y piropos a flor de labios honrado para el peso y el vuelto y listo para darnos la yapa en la manzana rubicunda…”
¿Te acordás?

 


— ARS: El panadero, el afilador…
— BDG: El achurero, que iba en un carro grande, don Celi, el pescador, todos están nombrados acá. El otro día estaba en mi casa con un grupo de folcloristas, porque estamos por reeditar la obra del chango Arce, entonces don Luis Miguel Bustos, el poeta mayor de San Luis, me dijo muy fresco: “Acá mataron un hombre”. Le dije: “Entonces el que me mueve los placares no es Menéndez, es éste”.

 


— ARS: Sí, fue uno de los Trovadores de Cuyo el que lo mató y don Hilario Cuadros lo sacó. En la casa de los Bustos.
— BDG: Un vecino me dijo que también: “Tenemos el crimen de tal”, no todos en mi casa, en distintos lugares… Ya tengo un listado del San Luis violento de entonces, que era esporádico, pero era una faceta que no había encarado todavía.
Toda referencia al ayer es en última instancia un acto de gratitud y de reconocimiento. Somos seres sanos entonces miramos el pasado y rescatamos lo bueno, lo positivo.

 


— ARS: Buena memoria no es de tener memoria para acordarse, sino acordarse de las cosas buenas.
— BDG: Te agradezco que le hayas dejado un ratito a la poesía.

 


— ARS: Tengo que acordarme de ese día que estaban las chicas del TIM, en una charla de los Derechos Humanos, y en un momento dado interrumpían la conferencia y una de ellas recitaba tus poemas, creo que fue en Tilisarao.
Una última pregunta, ¿qué biblioteca tenían en tu casa? Cuando tenías 8, 9 y 10 años.
— BDG: Había mucho Partido Radical, pero a la vez mi mamá que era una gran lectora, es la que me hizo leer desde Corín Tellado, hasta “El cielo se está poniendo rojo”, “Éste no lo tenés que leer”, me dijeron. Eran las novelas de mi mamá y el Hipólito Yrigoyen de mi papá. Y el libro de la vecina, con los escritores españoles. Había mucho Bécquer entonces yo escribía muerte, tristeza, porque uno escribe influencias y bienvenida sean. Escribí mi temporada de Bécquer, de Alfonsina Storni, de Olga Orozco. Vas escribiendo hasta que encontrás tu palabra. Las influencias hay que recibirlas porque hay que leer, no podés escribir si no leés, si no cultivás el instrumento del poeta y del escritor que es la palabra. Agüero me influenció también muchísimo.
Sigo escribiendo y ahora me pongo en Facebook. Hace unos años, leí que están restaurando el cuadro que pintó Siqueiros en la casa de esta gente, y veo Blanca Luz y me deslumbro con la mujer, la modelo. Empecé a ver si era cierto que había sido amante de Neruda. Me fui a la biblioteca, leí y me fui a González Tuñón y él estaba enamorado de Blanca Luz. Y quise más datos y no conseguí. Me pasé la noche buscando los libros de “Alfi” y a la mañana siguiente le dije a mi hija Alejandra que quería más datos de Blanca Luz. Me mandó unas 20 carillas y le dije que no podía, que ese bicho yo lo tenía que tener… y me compré la computadora, que se llama “Blanca Luz”. Ya no tengo que estar buscando en los libros hasta la madrugada porque pongo Blanca Luz y aparecen hojas, y ahora abarco todo, hasta Twitter.
Blanca Luz lo dejó a Siqueiros y se fue a vivir con Botana. Era divina, socialista, poeta, era un sol, pero terminó sus días amiga de Pinochet. Nada puede ser completo. No había derecho que fuera amiga de Pinochet, pero vamos a recordar la otra parte, olvidémonos el final ése.
Bueno, despedime… si no, voy a seguir hablando.

 


— ARS: Te voy a despedir con un tema con el que todas las chicas de Planeta Xilium consiguen novio…
— BDG: No, tengo un gato divino, al que le hablo y tengo todo el tiempo para mí. Tengo unos nietos divinos, los hijos, no, me he pasado la vida con un hombre al lado, no me vengas a proponer otra cosa… yo desde ya me niego…

 


— ARS: Yo digo otras chicas Xilium…
— BDG: Yo te puedo mandar un listado de chicas.

 


— ARS: Creo que el poema tuyo es inspirador y ponemos música de mujeres con mucha actitud, una de ellas es Buika, el tango Volver…

 


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