Café literario de Villa Mercedes

Una de las cosas que más sorprende del café literario que un viernes al mes se hace en Villa Mercedes es la buena convivencia entre los escritores. Se sabe que la actividad que eligieron es especialmente solitaria y hasta taciturna, pero en las reuniones el plan de compartir y mostrar sus creaciones puede más.
De hecho, en la más reciente de las tertulias, muchos de los integrantes llevaron textos relacionados a Antonio Miró, un activo miembro de la agrupación que falleció en Semana Santa. "Era una persona muy querida y un muy buen escritor", lo calificó Luis Garro, el creador de la iniciativa.
En 2012 el café literario empezó a convocar a escritores, curiosos, emprendedores y amantes de las letras en Villa Mercedes para que conversen e intercambien ideas entre sí. Al principio, las reuniones se hacían en bares de la ciudad, pero como el grupo creció rápidamente y el día y horario de las charlas suelen ser muy concurridas en las confiterías, la decisión fue trasladarse a la biblioteca Alberdi.
Allí, entonces, se producen las conversaciones que, al principio, mientras esperan la llegada de sus compañeros, exceden lo literario. Al no ser un bar propiamente dicho, son las empleadas de la biblioteca quienes preparan el café y las masitas para acompañar los relatos de los autores.
"El espíritu es compartir cosas, saber en qué anda el compañero y, por supuesto, mostrar sus textos", dijo Luis Garro, jefe del subprograma que en la Municipalidad de Villa Mercedes se encarga de los talleres literarios, las bibliotecas y las ediciones de libros.
Justamente, el plan inmediato del café es lanzar el 12 de junio una antología de sus obras, tal como sucedió hace dos años.
A las reuniones asisten desde reconocidos trabajadores de las letras de la provincia, premiados y dueños de una trayectoria incuestionable como Teresita Morán de Valcheff, hasta Julieta Arce, una nena de quinto grado que ya tiene escritos ocho poemas.
"Hay cosas en el mundo que no se pueden contar, yo las cuento con las palabras", dijo con llamativa madurez la nena que hace folclore, teatro y tango.
Alumna de la escuela "Carlos Alric" y miembro de una familia dedicada al teatro en Mercedes, Julieta fue a su primera intervención en el café acompañada de su madre y no se turbó al leer "Mi profe", una poesía dedicada a Alejandra Arce, su maestra de teatro.
Las reuniones del café tienen un promedio de 50 personas, pero por sus compromisos laborales es difícil que se junten todos. El viernes, por ejemplo, una de las señoras que no falta nunca avisó que no podría ir porque tenía que viajar a Buenos Aires para recibir un premio por sus obras.
Abierto a todo el público con inquietudes literarias, las reuniones sirvieron para la conformación de otros subgrupos que funcionan en la ciudad. 
"Este lugar es hermoso, uno se distiende, muestra sus obras y practica el hecho de leer en público, que no es tan fácil", dijo Hugo Mavit Bringas, un villamercedino que se autodenominó "El poeta obrero".
Es que hace un par de años, el hombre trabajó en una minera de La Toma y por las noches se enfrascó en los poemas que conforman su primer libro, todavía no editado. "Acá puede venir cualquiera, lo importante es que se apasione por la literatura", dijo Mavit.
Con esa consigna, los últimos viernes de cada mes, un grupo de villamercedinos trata de poner en orden sus ideas literarias con la ayuda de otros caminantes que recorren el mismo sendero.