No hay forma segura de tomar sol sin correr riesgos. Tenemos una cultura del bronceado, que no es otra cosa que un signo de que la piel ya está empezando a dañarse”, dijo el doctor Carlos Chirino, especialista en dermatología y jefe del Programa de Medicina Asistencial del Ministerio de Salud de la provincia. El profesional, que brindó una serie de cuidados diarios para proteger la dermis, recomendó consultar al médico ante alteraciones en el cambio de color o tamaño de lunares. También de sangrado y manchas. Afirmó que la medida, lejos de generar alarma, sirve para descartar o detectar la presencia de cáncer de piel.
Chirino manifestó que toda exposición solar implica un deterioro, que puede estar representado en un principio a través de manchas y arrugas. Esto es provocado, explicó, por la radiación de los rayos UV. “El sol daña las células de la piel, y normalmente y hasta el final de la vida, la piel se ocupa de reparar esas células para que no surjan otras anormales. Pero en ciertos pacientes la ‘reparación’ no es buena y entonces aparecen lo que nosotros llamamos clones de células, que son anormales. Traducido al lenguaje cotidiano, es lo que se llama cáncer de piel”.
Para evitar desenlaces desafortunados, la primera precaución que deben tomar las personas es protegerse en todo momento, aún si el día está nublado. “El Ministerio de Salud de San Luis, en distintas épocas ha elaborado normas que son fundamentales. Una de las primeras es no tomar sol, entre las 10 y las 16, cuando los rayos ultravioletas son más agresivos”, comentó Chirino. Dijo que al hacerlo es primordial utilizar cremas protectoras y lociones por encima del factor 15, que deberán ser renovadas cada dos horas. Para optimizar aún más los recaudos, lo ideal es utilizar sombreros y anteojos con refracción. Advirtió que lo niños menores de seis meses no deben exponerse al sol y desestimó el uso de camas solares sin vigilancia profesional adecuada.
Ante la pregunta sobre qué cambios en la piel pueden alertar a una futura visita al médico, el jefe de programa dijo: “Un motivo de consulta podría ser el crecimiento de un lunar o una sobreelevación, pero esto no significa que la persona tenga cáncer. Tampoco un sangrado de lunares es sinónimo del mal. No hay que entrar en pánico, pero sí buscar el análisis de un profesional para así descartar las anomalías”.
“Los pacientes suelen argumentar que toman sol para incrementar la vitamina D en el organismo. Para que esto suceda sólo basta con recibir 10 minutos de luz de dos a tres veces por semana y eso lo pueden hacer cuando caminan hacia el trabajo. La radiación es acumulativa en la piel, un chico de 18 años ya ha tomado casi el 80 por ciento de sol que va a tomar durante toda la vida. Los daños son irreversibles, por eso insisto en que hay que cuidarse desde jóvenes”, apuntó.
La afirmación del doctor no es más que una realidad, según la Agencia Internacional del Cáncer de la OMS, en la Argentina los casos de cáncer de piel aumentarán un 14 por ciento en los próximos cinco años, si niños y adultos no adoptan rutinas de protección adecuada.
Estadísticas
La última campaña realizada por la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), para concientizar sobre la enfermedad, lanzó como resultado que las mujeres cuidan más su piel que los hombres. Los datos fueron obtenidos a partir de la participación de 8.900 personas que acudieron a hacerse chequeos a hospitales públicos y privados de todo el país. Según el informe de la SAD, el 72 por ciento de las personas que se acercaron a los hospitales fueron mujeres. Las encuestas que les realizaron a todos reveló que el 46 por ciento de los hombres se expone diariamente al sol, mientras que en el caso de las mujeres la cifra baja a un 35 por ciento. Además el 38 por ciento de las damas utiliza protector solar todos los días, no así los hombres ya sólo lo utiliza un 35 por ciento. En las últimas referencias coincidió Roberto Schwartz, ministro de Salud, quien además agregó que las mujeres recurren más al médico para hacer consultas, lo que facilita la posible detección temprana de un cáncer, para su posterior tratamiento.


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