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Una familia, tres generaciones y un viaje para conocer sus raíces

Por redacción
| 18 de mayo de 2016
Ida y vuelta. El 10 de abril tomaron un avión con destino a Croacia. Volvieron el 28 del mismo mes, llenos de emoción y recuerdos. Foto: Alejandro Lorda.

En sus 65 años de vida, Mateo Gjukan nunca se imaginó poder viajar a Europa para pisar sus raíces y conocer a su familia de Croacia. Hasta que su nieta lo impulsó. Con tan sólo 9 años le dijo a su papá que prefería conocer el viejo continente antes que hacer una fiesta de 15. Y así fue. Hace una semana regresaron a San Luis tras compartir casi un mes con su familia extranjera. Tres generaciones, un sólo deseo.

 


“Todo esto en realidad se fue armando con mucho tiempo. Empezó en Mendoza, cuando una prima, buscando sus raíces, se enteró que tenía un pariente en San Luis. Ahí me viene a visitar y después viaja a Croacia, donde se junta con otros primos hermanos míos. Cuando vuelve, me dice que tenía que hacer un esfuerzo para ir. Pero yo lo veía muy lejos, por la edad, los problemas económicos, etcétera”, recordó el abuelo.

 


Si bien hasta ese entonces la recomendación sólo era eso, un consejo, el encuentro en San Luis entre la misma prima y su nieta, Micaela Valentina, comenzó a darle forma al plan.

 


“Como a mí la fiesta de 15 nunca me llamó la atención, me interesé por poder armar ese viaje, para conocer otro mundo y la familia de allá. Claro, él (por Mateo) en un principio no quería saber nada. Pero yo le dije que lo tenía que hacer sí o sí, para conocer otro país, sus raíces y parte de su historia. Porque tiene su sangre ahí. Y le dije que lo iba acompañar y ayudar con el idioma, porque desde los 10 que estudio inglés en un instituto. A partir de ahí rendí dos exámenes internacionales porque mi otro objetivo era poner en práctica la lengua, allá”, contó la alumna del San Luis Gonzaga, quien cumplió los 15 el 17 de abril, justo un día antes que su abuelo.

 


Tras un par de años de ahorro, organización, clases de inglés y muchos nervios y ansiedad, el 10 de abril tomaron el avión para “cruzar el charco”.

 


En suelo croata, una vez más, el rol de Micaela Valentina fue decisivo. Estuvo a cargo de la traducción tanto en el aeropuerto como en la calle y en la misma casa de sus parientes.

 


“El principal objetivo era llegar como sea a Croacia, porque yo ya había hablado con una tía, cuando estuvo en Argentina. Le dije que nosotros en unos meses íbamos a ir para allá y que nos ayude para guiarnos, porque también queríamos ir a Alemania, donde tenemos otros familiares. El tema es que todos hablan inglés, entonces tenía que traducir a toda hora. Igual me encantó, porque practiqué un montón”, contó la adolescente puntana, quien piensa estudiar el traductorado y luego abogacía.

 


Pero como las emociones pueden trascender la lengua, un sólo abrazo le bastó a Mateo para entender que había conocido parte de su historia.

 


“Fue un encuentro tan emotivo, porque con sólo saludarnos empezamos a llorar. Me quedó una sensación que nunca voy a olvidar. Es algo muy difícil de poner en palabras; me veía muy parecido a ellos”, intentó describir el abuelo, al borde de las lágrimas. Mientras que su hijo dijo cómo vivió la experiencia: “Al principio estaba más entusiasmado por ellos, porque mi hija quería pasar los 15 allá, y porque mi papá iba a conocer su otra familia. Hasta que viajamos y fue algo espectacular para todos. Es otro mundo. Gracias a Dios nos pudimos encontrar”, dijo Raúl, quien contó que durante la estadía pudieron conocer parte de la cultura europea, entre sus museos, edificios, restaurantes y paisajes, aunque siempre falta tiempo para pasear.

 


“Con esta visita yo ya estoy, ya cumplí un sueño. No creo que vuelva, porque ya estoy grande, aunque sí, me gustaría”, dijo Mateo, al mismo tiempo que le agarraba la mano a su esposa, Patricia Montivero, quien también fue parte de la recorrida.

 


“Quiero volver; estoy segura que lo voy hacer. Es emocionante poder aprender la cultura de otro país y relacionarse con gente tan distinta. Y además de eso, fue increíble poder amar a un grupo de personas en tan poco tiempo, era como si nos conocíamos desde antes”, concluyó la nieta, quien ahora quiere tramitar la ciudadanía extracomunitaria para en un futuro vivir en Croacia, y quizás formar la cuarta generación, esta vez con sangre puntana pero en tierras europeas.

 


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