SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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El furor por las motos Puma: un ícono nacional que desembarcó en San Luis

Por redacción
| 29 de julio de 2016
Las "Pumitas" en acción. Una de las largadas de las 98cc. con motor Sachs en el callejero del barrio San Martín. El piloto sólo usaba casco a modo de seguridad y la vestimenta era casi de calle.

Las primeras carreras de motos que se tienen registradas en San Luis fueron allá por la segunda mitad de la década del '40 cuando comenzaron a ingresar al país motos de altas cilindradas: Ariel, Trumps, Phanter, BSA, Norton, AJS, Gilera y la Douglas, en las que los jóvenes comenzaban a volcar su pasión por la velocidad y la regularidad.

 


La historia dice que se las denominó "sociales" o de "regularidad". Una de estas últimas se hizo a Nogolí, otra a excursión a Merlo con varios camiones de asistencia, otra que se largaba en el Puente Blanco hasta el viejo ingreso a San Luis, en El Chorrillo. Aunque en realidad eran dos, una con motos de 350 y 500 centímetros cúbicos; y en la otra participaban las Puma. Así comenzaba el largo romance que tuvo el motociclismo con las viejas y tradicionales “Pumitas”.

 


Las Puma fueron un invento argentino que en 1952 se convirtió en un signo de la industrialización del plan quinquenal del país. Realizada por obreros argentinos y con planes accesibles de obtención, logró rápidamente popularidad entre las clases obreras. Su simple diseño e ingeniería mecánica hicieron de esta motocicleta un símbolo de esplendor de aquellos días.

 


En 1952 en la gerencia técnica de las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (ente estatal y conglomerado de fábricas autárquicas de la República Argentina, creado en el '51 para promover la fabricación de aeronaves y automóviles)  comenzaron el estudio de una motocicleta de baja cilindrada y bajo precio para cubrir la demanda de sectores de pocos recursos económicos. Se tomó como modelo una moto Guericke con motor Sachs de 98 centímetros cúbicos de origen alemán.

 


La historia del motociclismo en San Luis cambió radicalmente el 12 de febrero de 1958, cuando se fundó el Moto Club San Luis, con sede en el club Belgrano. Su primer presidente, don Milo Franzini, puso manos a la obra una institución que hoy tiene 58 años.

 


Las "Pumitas" empezaron a entrar a la consideración de los pilotos y público en general con la participación de las de 98 centímetros cúbicos, en el gran premio "Ida y vuelta a Lobos". La carrera tuvo 35 pilotos que cubrieron el recorrido de 61 kilómetros de ida y vuelta, además  el condimento extra de la presencia de motos de 125 centímetros cúbicos. Como dato anecdótico, los diarios de la época señalan que hubo más de mil personas en la línea de llegada, “un hecho sin precedentes” para la ciudad de San Luis. El ídolo, Rosendo Hernández, se convirtió en el representante comercial de las motos de la marca de primera serie. Su negocio estaba ubicado donde hoy es el Correo Central.  La empresa provincial de energía eléctrica funcionaba en el edificio que hoy ocupa las oficinas de Turismo. El triángulo que conformaban San Martín, Junín y la por entonces avenida Quintana, rápidamente se convirtió en el punto de concentración obligado de pilotos y mecánicos que buscaban calmar sus ansiedades velocistas.

 


Dice la historia que “El Gallego” le vendió su primera moto a Domingo Cabrera que trabajaba en "Vulcain" (hoy Ribeiro). Cabrera  actualmente vive en el centro de la ciudad.  Su moto, al tiempo, fue vendida a un vecino de apellido Garro, que vivía en la calle Chaco.  Otros compradores fueron Milo Franzini, "Pilito" Zenchic y José Grimberg.

 


No pasó mucho tiempo para que Rosario “El Chino” Fusco abriera “Fusco Hnos”, una concesionaria de motos Puma segunda serie, con un suceso en ventas que aún hoy se lo recuerda. El local de las famosas "Pumitas" estaba ubicado a una cuadra del otro, en San Martín y Pedernera.

 


Pese a que la ciudad no tenía un circuito acorde a las circunstancias y necesidades, las carreras fueron aumentando paulatinamente. Los organizadores armaron circuitos callejeros. En muchas oportunidades se escuchó decir que la seguridad corría peligro ante “los bólidos” y la pasividad de los espectadores generaba temor de accidentes. Así comenzaron a correr en el viejo hipódromo de San Luis, avenida Justo Daract extremo norte, en el estadio Ejército Argentino y uno muy particular en el barrio San Martín, tal vez el más largo, el de más curvas y dueño de una recta donde había que acelerar a fondo.

 


Corría el año 1969 y El Diario de San Luis con sus jóvenes tres años de vida comenzaba a marcar tendencia. Estaba en todos lados. Todos querían tener una moto Puma, todos querían correr con una. El circuito callejero era autoconvocante, sus calles se poblaban de vecinos sentados en cómodas reposeras o, cuanto asiento hubiera, tomando mates, jugos o alguna que otra bebida espirituosa y gente que llegaba de todos los barrios a alentar a sus ídolos. Las bocinas o altavoces empezaban a pasar música o publicidad. Las pancartas con los clásicos pasacalles donde se leía “largada” de un lado y “llegada” del otro, se agitaban por el viento, y las Puma de parabienes se terminaban de adueñar del espectáculo.

 


Un palco oficiaba de mesa de control y se preparaba “al largador”. Aparecían los vendedores ambulantes con su mercadería vociferando a los cuatros vientos. Churros, pastelitos, recortados, mandarinas o helados eran los preferidos de los más chicos. A hora temprana iniciaban el regado de las calles, que horas después,  sería un circuito.

 


A modo de contención se colocaban fardos de pasto y en las esquinas más peligrosas, cubiertas. Y arrancaba el ruido. Unos salían "a probar", otros con alguna picardía esperaban que se consumiera el tiempo reglamentario y sacaban sus motos al final para “que no me conozcan el tiempo”, decían.

 


El circuito, que estaba comprendido por las calles (todas de tierra) Antártida Argentina, Ecuador, Cáceres o Bolivia,  Dupuy, Gobernador Estrada y Paraguay o Brasil, servía para que las famosas "Pumitas" estuvieran en su salsa. Altas, de rodado fino y de 98 centímetros cúbicos como máximo, los pilotos vestidos a la vieja usanza, saltaban sobre sus motos para encender el motor y las carreras se transformaban en verdaderas luchas deportivas.

 


Uno de aquellos pilotos decía que era muy frecuente la presencia de pilotos como Pillino, “Pajarito” Pino, "Jerry Lewis", “Pepe” Funes, “El Loco” Vissio, Ernesto Rosso, “El Mono” Palermo, “Nany” Vega, “El Gringo” Ferrari y Nery Varona, entre los más destacados. Ver el desempeño de esas motos y de los intrépidos pilotos era una sola cosa. Así pasaban el domingo. Cuando caía la tarde, la bandera a cuadros se agitaba frente al ganador de la última carrera. Un capítulo más del motociclismo sanluiseño.

 


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