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Sofía Acosta, “el milagro” que llevó a la beatificación de la Madre Catalina

El próximo sábado la religiosa será reconocida como Beata por el Vaticano, luego de que el Papa Francisco aceptara que la mujer de 79 años estuvo muerta y revivió gracias a que su hija le rezó.

Por redacción
| 20 de noviembre de 2017
Sofía, el milagro de Catalina de María Rodríguez. La religiosa se llamaba Josefina Saturnina Rodríguez de Zavalía, nació en Córdoba en 1823 y murió en 1895. Foto: Gente.

“Yo resucité de entre los muertos y el Papa reconoció el milagro", expresó Sofía Acosta, una mujer de 79 años, que el 4 de mayo último el Papa Francisco aceptó que estuvo muerta y revivió gracias a que su hija le rezó a la Madre Catalina. El Vaticano reconoció el milagro como una obra de la religiosa, y este sábado la reconocerá como Beata en Córdoba. Será la novena de la Argentina.

 

En una entrevista publicada por la revista Gente, contó sobre lo que sintió en su encuentro con "en el más allá".

 

"Yo resucité de entre los muertos gracias a la intercesión de la Madre Catalina, pero no sé si tendré fuerzas para ir el 25 de noviembre a la ceremonia de beatificación, porque días después de que el Vaticano proclamara mi caso como milagro perdí a mi hija Liliana. Pero me hace muy feliz que la Iglesia la haya reconocida como Beata, aunque para mí ella es una santa", sostuvo entre lágrimas Sofía Acosta.

 

Pese al difícil momento que le toca atravesar, decidió abrir por primera vez las puertas de su casa en el barrio Modelo, de San Miguel de Tucumán, junto a su esposo, Leonardo Oscar Valdez, y a su otra hija, Eugenia, para dar testimonio de lo que sucedió aquel 22 de abril de 1997, cuando la Madre Catalina la regresó de la muerte.

 

Ese hecho será celebrado en el Centro Cívico de la ciudad de Córdoba en una misa que presidirá el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato.

 

Sofía recuerda que aquella noche se había sentado para coser una pollera. Nada la preocupaba: "Yo estaba sana y me fui hasta la casa de Eugenia (que vive a la par, puerta de por medio) a decirle que ya tenía lista la ensalada que le había prometido. Y cuando regresé para avisarle a mi esposo que la cena estaba lista, me desvanecí".

 

Eugenia escuchó el estruendo y corrió para ver qué estaba sucediendo: "La vi a mi mamá tirada en el piso de la cocina. Mientras mi papá corría a buscar al médico, que vive enfrente, yo le pedía a ella que no me deje… Fue ahí cuando la escuché expirar. Salí desesperada en busca de un taxi… Justo encontré a un vecino que estaba entrando el auto en el garaje y le pedí que nos llevara al hospital. Cuando la levantamos con mi esposo y el vecino para subirla al auto, ella estaba dura, blanca. Recuerdo que no la podíamos sujetar. Era impresionante el peso que tenía. Hasta sacarle la dentadura postiza nos resultaba imposible, por lo rígida que estaba".

 

Después de cuarenta minutos lograron llegar al sanatorio Galeno para que recibiera los primeros auxilios, pero las tareas de reanimación no tuvieron éxito. "El doctor Osvaldo Malmoria nos informó que había fallecido de muerta súbita –recuerda Eugenia–. En medio de semejante desesperación, mi papá le dice que le saque el corazón a él y se lo ponga a mi madre, pero el médico insiste que ya estaba muerta. Entonces yo le ruego al doctor que haga un último intento, porque estaba convencida de que la Madre Catalina la iba a salvar. Creo que él volvió a reanimarla porque se apiadó de nosotros. Mientras tanto, yo le rezaba a la Madre Catalina".

 

Las 72 horas posteriores a la "muerte y resurrección" de Sofía estuvieron cargadas de incertidumbre. "El pronóstico no era alentador. Tenía un derrame cerebral severo, porque su cerebro había estado 40 minutos sin oxígeno", rememora Eugenia. Su hija, junto a la comunidad educativa del colegio, se unieron en oración y al canto de "mandarina, mandarina/ Señor, haz el milagro por la Madre Catalina", pedían por su pronta recuperación.

 

Mientras tanto, por sugerencia de una compañera, colocó bajo la almohada de su madre una reliquia de la Madre Catalina (una estampita con una oración que tiene un pedazo de su manto). "Se ve que otra vez nos escuchó, porque mamá no tardó en recuperarse y no tuvo que padecer secuelas. Para nosotros ella ya es una santa. Hizo un doble milagro, al evitar que quedaran daños cerebrales, pero el Vaticano sólo reconoció el de la resurrección para beatificarla. Ahora falta otro para que la Iglesia la declare Santa".

 

Mientras cae la tarde, se suma a la charla la hermana Marita Barrionuevo, Madre Superiora del Colegio Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús y vice postuladora ante la Congregación para la Causa de los Santos. Ella fue una de las encargadas de recopilar minuciosamente los archivos médicos y los testimonios que permitieron beatificar a la Madre Catalina: "El proceso canónico comenzó en 2012. Se hizo declarar a los testigos y una junta médica analizó su resurrección. El tribunal eclesiástico no tardó en dictaminar en el caso de Sofía, porque las pruebas fueron contundentes. Los electrocardiogramas certificaron que ella había estado muerta, y eso fue fundamental para que se aceptara el milagro".

 

 

Quien fue Catalina

 

Josefa Saturnina Rodríguez –luego Madre Catalina de María– nació en Córdoba el 27 de noviembre de 1823. A los 29 años se casó con el coronel Manuel Antonio de Zavalía. Su matrimonio duró 13 años. Cuando en 1865 enviudó concretó su vocación eclesiástica. El 29 de septiembre de 1872 fundó el instituto de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Y en 1877, invitada por el Cura Brochero, hoy santo, se instaló en Villa del Tránsito (localidad que hoy lleva el nombre del cura gaucho). Murió el 5 de abril de 1896 y fue declarada Venerable el 17 de diciembre de 1997 por el papa Juan Pablo II.

 

La Madre Catalina fue la fundadora del Instituto San Luis Gonzaga el último de una larga lista que concluyó hace 122 años.

 

Es reconocida por trabajar duro y enfrentarse a los pensamientos de la sociedad en una época muy difícil, sobre todo para las mujeres.

 

La obra de Madre Catalina, entrañable amiga de otro gran religioso ha llegado muy lejos. Actualmente las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús (Argentina) tienen actividades y misiones en Argentina, Chile, España y Benín en África. Trabajan con menores en riesgo en los Hogares que existen en los pueblos originarios, con los Wichis y en la Isla de Pascua con los Rapa Nui, además de las distintas etnias africanas. También en Colegios y Casas de Ejercicios Espirituales, siendo la Villa de Cura Brochero, la gran herencia y tesoro más preciado.

 

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