18°SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

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El frigorífico de Unión está a punto de volver a la vida

Por redacción
| 04 de junio de 2017
Expectativa. Varios productores acompañaron la visita y dieron sus puntos de vista.

El Plan Carnes San Luis dio su primer paso efectivo en Unión, con una charla a cargo de Sebastián Lavandeira, quien es el coordinador general, y una visita al frigorífico de la localidad, que será el primero en ser reactivado por la provincia para comenzar a desarrollar un proyecto ambicioso, que buscará bajar el precio de la carne que compran los puntanos entre un 15% y un 20%.

 


No fue caprichosa la elección de este pueblo del sur para arrancar con la gira, que abarcará todas las localidades donde hay plantas faenadoras que armó San Luis en la gestión anterior de Alberto Rodríguez Saá y que luego fueron abandonadas por el gobierno que lo sucedió. Allí en Dupuy se concentra el mayor número de cabezas bovinas de San Luis, es la zona ganadera por excelencia y su frigorífico, el más grande de los siete que construyeron, siempre fue pensado como el "buque insignia" cuando decidieron que era el momento de comenzar a darle valor agregado al sector cárnico local.

 


Por eso será el primero en reabrir y por allí arrancó Lavandeira con la serie de charlas para explicar de qué se trata el Plan Carnes San Luis, cómo harán para bajar el precio de la media res al gancho y qué es lo que necesitan de todos los habitantes de la provincia para que el proyecto llegue a buen puerto. Acompañado de su equipo de colaboradores, que integran el ingeniero agrónomo Alejandro "Cano" Marín y el veterinario Luis "Chilo" Giménez, el coordinador general replicó la charla que ya había dado en ocasión del lanzamiento en Terrazas del Portezuelo, pero le agregó datos específicos del Departamento Dupuy para que el auditorio pudiera comprender la magnitud y poder tenerlos de su lado al momento del desarrollo, que será inminente, ya que la idea es que la planta de la localidad comience a faenar tan pronto como en octubre.

 


Con unos gráficos desplegados gracias a un proyector, el ex ministro del Campo le contó a la buena cantidad de gente que se acercó a pesar del frío y el mal tiempo a la Estación Experimental del INTA, ubicada sobre la ruta 188, cómo se mueve la carne en San Luis, cuántas cabezas dispone la provincia (y Dupuy en particular), cuántas entran y salen, cómo es el movimiento interdepartamental y en qué niveles está el consumo.

 


 “Dupuy es una región de cría, pero de a poco se van animando a armar sistemas de recrías también, por lo que van cerrando el círculo productivo”, les explicó. Y dejó en claro que es necesario volver a faenar en San Luis, porque hoy “sólo el 23% se queda aquí, un 35% se va a Mendoza, un 20% a Buenos Aires y un 12% más a Córdoba. Es carne que luego vuelve a la provincia a un costo mayor, producto de los fletes y otros sectores de la intermediación”. Y hablando específicamente de Dupuy, los entusiasmó al informarles que el 31% del total de animales son criados en el sur, y segundo está Pedernera con el 27%.

 


La región sur tiene el problema que apenas retiene el 39% de su producción y manda el 5% a otras zonas de San Luis, por lo que el 56% se va a otras provincias. “La principal explicación es que muchos criadores tienen campos en Dupuy pero son de otras provincias, por lo que engordan en otro lado, por lo que no generan mano de obra local ni compran insumos aquí. Es una realidad que puede revertir la reapertura del frigorífico de Unión, porque genera valor agregado e incentiva la retención de hacienda y la ganancia de kilos”, reflexionó el responsable del Plan Carnes San Luis, quien es también autor, junto a Gustavo Del Bosco, de un informe sobre movimiento de hacienda y comercio de carnes que publicó la Fisal hace poco más de un año.

 


Con estos datos en la mano, los instó a “estar listos” porque en un mes van a comenzar a comprar terneros, que luego deberán engordar abonando gastos de hotelería, por lo que también van a necesitar que los feedlots de los distintos puntos geográficos de San Luis les hagan lugar en un negocio que tiene las puertas abiertas para todos.

 


La idea es no comprar directamente gordo. “No podemos competir ni bajar el precio si vamos a los remates a pagar 35 pesos el kilo”, reconoció Lavandeira, quien apuntó a “novillitos de 220 kilos para llevarlos a 380 en los engordes a corral”.

 


Sobre los puntos a atacar en la cadena para bajar los precios, analizó que “entre el 8 y el 10% lo vamos a lograr con la recría y el engorde en lugar de comprar directamente los animales para faena; otro 3 ó 4% lo ganaremos con el valor agregado a los cueros y las achuras y finalmente entre el 2 y el 3% se recortará porque las distancias entre la faena y los centros de distribución y ventas serán más cortos, porque todo se hará en San Luis”.

 


“Tenemos que ser competitivos y cuidar mucho la calidad, para eso hay que faenar todos los días, es la única manera de que las plantas sean rentables”, explicó el veterinario, quien sacó una cuenta fácil para el frigorífico de Unión: “Queremos faenar 100 animales por día, por 20 días al mes son 2.000 cabezas, unas 24 mil año. Y  si agregamos el resto de los frigoríficos provinciales que vamos a reabrir, tendremos una buena oferta de carne para toda la provincia”.

 


Al referirse a la planta de la localidad, dijo que la idea es que la hacienda del sur se faene allí, lo que también va a reactivar las fábricas y los servicios anexos, dándole una nueva vida al pueblo. “El frigorífico va a necesitar entre 30 y 40 personas fijas, a lo que hay que agregar el empleo indirecto, los veterinarios, los que se dedican al alimento para los animales, los alambradores y todos los que de una manera u otra están involucrados en el negocio de la carne”. Eso sí, para quienes aún dudan sobre un Estado demasiado intervencionista, Lavandeira advirtió que se van a dedicar “a la producción y la industrialización, no a la parte comercial. Claro, al menos que nos obliguen a abrir centros de venta si se hacen los vivos y no trasladan la baja de precios al mostrador…”. Es algo que ya había dicho Rodríguez Saá durante la presentación y parecen decididos a cumplir.

 


La reapertura del frigorífico va en sintonía con un proceso similar en Beazley, donde también hay una planta provincial a la espera de la reactivación. “Utilizaremos la misma logística para las dos, con una ruta directa (la provincial Nº 3) como vía de conducción con el gran centro de consumo que es San Luis. Allí van a instalar el centro de acopio y distribución, en un predio del Parque Industrial Sur que ya tienen en vista, pero aún no lograron cerrar. “Es una fábrica abandonada, por lo que de paso entraría en el plan que tiene el Gobernador de usar todos esos espacios improductivos para generar trabajo genuino para los puntanos”, agregó Lavandeira.

 


Otra arista importante del plan es el aprovechamiento de los subproductos de la faena, sin los cuales el negocio se pone cuesta arriba por falta de rentabilidad. Por eso repitió que piensan armar una planta para fabricar harina de carne y hueso, a la que sólo le haría falta agregar alguna proteína vegetal para fabricar alimento balanceado y también allí ganar en agregado de valor. Y en cuanto a los cueros, tendrán como destino galpones de acopio y acondicionamiento “para esperar las épocas en las que se pagan bien, porque son productos estacionales”, cerró su explicación.

 



La visita al frigorífico

 


Tras la charla, los que quisieron tuvieron la chance de hacer unos 500 metros por un camino de tierra y visitar la planta, que pronto volverá a tener actividad aunque hoy sólo tiene un guardia de Seguridad Comunitaria, pastos altos y una gran estructura desperdiciada. Tras un par de llamados, la comitiva logró que se abrieran los portones y pudo apreciar el estado actual del frigorífico.

 


La primera impresión es negativa y de incredulidad. “¿Cómo se pudo abandonar semejante estructura?”, era el comentario general de funcionarios, productores y comerciantes. El cemento de las calles internas se fue cuarteando y por allí asoman yuyos de más de un metro, los corrales tienen enormes troncos atravesados por sus pasadizos y adentro de la planta está lo peor. No hay forma de caminar sin pisar excremento de palomas, ya que el piso está tapizado por completo. Las voces y los movimientos asustaron a un búho blanco, que asustó a todos con su revoloteo hasta que encontró la salida. Y claro, la falta de energía hace todo más lúgubre y triste. Las largas rejillas de los pisos están tapadas de mugre, las bateas de acero inoxidable también lucen llenas de excremento y las sierras que cuelgan del techo están oxidadas. “Al menos acá no se robaron nada porque fue custodiado de entrada, en Beazley y Quines, por ejemplo, no queda casi nada”, acotó Lavandeira, tan asombrado como el resto, aunque él ya había venido varias veces.

 


Las paredes denotan que la inversión fue fuerte, porque están recubiertas de Epoxi, que es lo que se exige para los frigoríficos que tienen permiso de tránsito federal, como fue pensado éste de Unión por su cercanía con La Pampa y Mendoza. “Si vuelve a funcionar, creo que la hacienda de General Alvear y todo el sur mendocino vendría para acá, les conviene más que ir a San Rafael”, cuenta entusiasmado Roberto Becerra, el intendente de la localidad. Las cámaras vacías ya no tienen las gancheras, que están todas arrumbadas en una sala contigua.

 


A Giménez y Marín la visita les sirvió para profundizar en detalles técnicos y comenzar a rediseñar el plano, ya que el edificio requiere de modificaciones porque ampliará su producción de 80 a 100 cabezas diarias y tiene algunos detalles que lo hacen incómodo para el trabajo diario. Y hay otro aspecto para tener en cuenta: deben gestionar de manera urgente con Edesal un aumento fuerte de la provisión de energía eléctrica, ya que con las condiciones actuales no hay frigorífico que pueda funcionar. “La tenemos que llevar de los 20 megavatios actuales a 100”, dice Giménez

 


Junto con ellos recorrió cada rincón José Vásquez, quien posiblemente sea el futuro encargado de manejar la planta. El equipo técnico pensó en él porque tiene amplia experiencia en el rubro, que se la dieron los 20 años que trabajó en el frigorífico "La Morocha" hasta que se jubiló en 2014, y antes también había participado del armado de la planta de Beazley y la que se llama Río Seco, que hoy es de capitales privados y está en San Luis. Hoy vive tranquilo en Villa Mercedes, pero se mostró dispuesto a mudarse a Unión si es que llegan a concretar la posibilidad de darle el trabajo.

 


La revista El Campo acompañó la inspección, en la que Marín sostuvo todo el tiempo el plano en la mano mientras Giménez, por su condición de veterinario y con trayectoria en el Programa de Control Sanitario y Fiscal (Cosafi), charló en todo momento con Vásquez sobre qué modificaciones habría que hacer para agregarlas al llamado a licitación. El hombre apuntó el ingreso y la salida de los corrales, a replantear los palcos (que son los pasillos donde trabajan los operarios) a agrandar algunas salas, a observar en detalle la altura de los rieles, definir bien el destino de la bosta y el sangrado (en la matanza cada animal deja en las bandejas tres litros) y cuidar la conexión a las cloacas, ya que la cuestión ambiental es muy importante para los frigoríficos, y más si se trata de uno que estará bajo la órbita de una provincia que hace del cuidado del medio ambiente casi una religión.

 


 Entre las sugerencias, Vásquez también consideró que habría que cambiar de lugar los vestuarios para armar allí la sala de menudencias y hacer una nueva sala de cueros en el exterior, que se podría levantar con paneles. En el cuarto donde se lavan las roldanas, notó que falta el tacho de aceite y las serpentinas, ya que sólo estaban los de la solución alcalina, el de ácido y el de agua, con algo de óxido por la falta de uso y mantenimiento. Y en un vistazo general también les dijo que habría que sacar una de las mangas que comunican los corrales con la zona de faena y hacer nuevas troneras.

 


“Quedan chicos el verde sucio y el verde limpio”, agregó con una terminología técnica que obligó a este cronista a averiguar de qué se trataba. El "verde sucio" resultó ser el sitio donde se separan los tres pre-estómagos que tiene la vaca del estómago y los intestinos, que terminarán siendo los chinchulines que tanto gustan a los argentinos.  Mientras que el "verde limpio" es donde queda lo utilizable: mondongo, chinchulines y tripa gorda. También hay un sector que se denomina "rojo", donde se trabajan las vísceras (riñón, bazo, hígado y corazón).

 


Sobre las achuras, aconsejó “trabajar sólo con la panza y los chinchulines, y tirar las orejas, labios y quijadas”, mientras que para hacer tripa dijo que faltan “una desolladora y un compresor de aire”, aunque es una tarea que propuso tercerizar para no distraerse de lo principal, que será la producción de carne. Finalmente señaló que habría que instalar una grasería, para lo que se necesita un digestor, una prensa y un molino.

 



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