Lo detuvieron cuando iba al Penal a visitar a su hermano

Bernardo Rivera optó por exponerse en dos ocasiones, y esa decisión, a la larga, le jugó en contra a él y a favor a los policías que lo investigaban como sospechoso de haber asaltado a punta de arma de fuego a una mujer, a fines de abril, en la zona oeste de San Luis. Un testigo del atraco lo reconoció por una singularidad: cuando encaró a la víctima estaba con la cara destapada, y Rivera tiene tatuados cinco puntos en el rostro.

Luego, a sabiendas de que era buscado por la Policía, se arriesgó a llevar en moto a su madre a la Penitenciaría Provincial, adonde iba a visitar a su hermano, preso también por asaltar a una mujer en la calle. En esa circunstancia fue detenido, el sábado pasado, cuando estaba a metros de la entrada a la cárcel.

Rivera, de 22 años, está encerrado desde ese día, confirmó el oficial principal José Marín, de la oficina judicial de la Comisaría 4ª. Sobre él pesan dos imputaciones: una por robo calificado –dado que la víctima del robo fue intimidada con un arma de fuego– y por tenencia ilegal de arma –ya que en su casa, en la calle Uruguay, en el barrio San Martín, durante el allanamiento, los efectivos encontraron una escopeta recortada–.

En la audiencia de la declaración indagatoria se abstuvo de declarar y su defensor, Rodolfo Mercau, pidió una prórroga de la detención, informó anoche una fuente del juzgado Penal 3. Salió hace seis meses del Penal, donde estuvo con prisión preventiva por un robo, dijo la Policía.

El pasado miércoles 26 de abril una mujer de apellido Toranzo fue sorprendida por un asaltante y debió entregarle su celular, habida cuenta de que él amenazó con dispararle. “El hecho ocurrió en el barrio San Martín, a unas tres cuadras del domicilio del imputado –refirió Marín–. La damnificada vive en la zona”. Un testigo, que también reside por allí, dijo que el asaltante era Rivera, contó el oficial principal.

La descripción que dio la víctima, que incluía referencias sobre las ropas que vestía y el detalle en el rostro, le permitió señalar al sospechoso con nombre y apellido. El tatuaje “tumbero”, que representa el cinco del dado, simboliza, en la calle y entre los eruditos del tema, la muerte a la Policía. 

Los agentes de la Comisaría 4ª recibieron la denuncia y comenzaron las averiguaciones. Éstas consolidaron la posibilidad de que el autor del atraco fuera Rivera. Por ello le pidieron a la jueza Penal 3, Virginia Palacios, la orden para allanar la casa del joven, en Uruguay extremo norte. La magistrado les dio la autorización. También dispuso que lo detuvieran, en caso de encontrarlo.

El procedimiento fue positivo, en parte. “En su habitación hallamos una escopeta recortada y ropas similares a las que, según las descripciones, tenía cuando ocurrió el asalto. En concreto es una campera blanca sin capucha y con rayas a los costados”, precisó Marín.

Desde el día del allanamiento en su domicilio, a Rivera dejaron de verlo en el barrio. Se mantuvo oculto. “Continuamos con las tareas investigativas –indicó el policía–. Le pedimos colaboración a (personal de) Informaciones”. Después de algunas averiguaciones, de tareas de inteligencia y vigilancia, ubicaron al joven con pedido de captura, dijo una fuente del Área Inteligencia Criminal, que depende del Departamento Informaciones. Surgió el dato de que solía ir al Servicio Penitenciario.

“Tiene un hermano, Maximiliano Rivera, que está preso, con prisión preventiva, por haber asaltado en la calle a una mujer, a la que amenazó con una picana”, resumió Marín.

El sábado, cerca de las 14, “logramos establecer que había ido a llevar a la madre a la cárcel, que iba a ver al otro hijo, que está preso. Intentó escapar a pie. Y la gente que estaba en las inmediaciones, familiares de los internos, le dieron apoyo a él. Pero de todas formas pudimos reducirlo”, narró la fuente de Inteligencia Criminal.