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El celular de Brenda Arias, una prueba clave contra su asesino

La jueza Penal de Concarán, Patricia Besso, emitió su resolución el martes. Hoy traerán de Córdoba al acusado.

Por redacción
| 06 de julio de 2017
En abril. Murúa, hace tres meses, cuando llegó al juzgado de Concarán para ser indagado (Nicolás Varvara)

Fue él, y para probar su hipótesis la jueza Patricia Besso desarrolló veinte puntos en los que reconstruye históricamente cómo Juan José Murúa asesinó a Brenda Arias hace casi ya ocho años. A días del plazo de clausura de la causa, la magistrado procesó al sospechoso por el delito de “homicidio simple mediante el empleo de arma de fuego” y ordenó que lo trasladaran a San Luis desde Villa Dolores, donde está detenido por otro hecho, para notificarlo. Las pericias sobre el teléfono celular de la víctima fueron clave para el procesamiento.

 

“Los elementos ya estaban, pero nos faltaba tecnología y personal idóneo para analizarlos. Y hoy en día los tenemos”, comentó Besso, jueza Penal de Concarán, en referencia al Área Criminalística y Análisis Criminal del Departamento de Delitos Complejos de tribunales. “Hubo un cúmulo de cuestiones que surgieron de la tarea investigativa en campo, que le llevó años a la Policía, pero hubo un aporte significativo del mismo Poder Judicial, a través de la licenciada (Carina) Bernal, que fue el estudio de las antenas de teléfono en torno al celular de la víctima, que se perdió el día del hecho”, agregó.
 

 

Murúa, que era amigo de Brenda y tenía pretensiones sexuales con ella, comenzó a ocupar el lugar de principal sospechoso luego de que la sábana de llamadas del teléfono de la víctima arrojara que a sus últimos mensajes los había intercambiado con él, la noche del 11 de julio de 2009.

 

El Motorola de la joven, que tenía 19 años, nunca apareció, pero un estudio de las antenas que brindan la señal para que pudiera funcionar acusaron que estuvo activo hasta cinco días después de la desaparición de la joven. Y no sólo eso. “Los registros de movimiento de ese teléfono, que quedaron registrados en las antenas, coinciden con los lugares en los que estuvo Murúa en esa época”, precisó Besso.

 

Arias vivía en Villa del Carmen y toda la actividad de su celular, fueran llamadas o mensajes, se asociaba a una antena de telefonía. Por eso era raro que los días 12 y 13 de julio, cuando Brenda ya estaba muerta pero aún no había sido hallada, el aparato haya tenido incidencia en otra antena, ubicada al norte de la localidad y que le da cobertura a la zona en la que está la avícola de la empresa Glovoabes, en el establecimiento Palo Verde, donde trabajaba Murúa.

 

Esos días el teléfono se movió de un área de cobertura a otra, en horarios coincidentes con los horarios de trabajo de Murúa, que se presentó a sus labores en ambas jornadas, según surge de la planilla de presentismo de la avícola. El miércoles 15, último día de actividad de la línea, el aparato no se movió del área de cobertura de Villa del Carmen, que también abarcaba el domicilio del acusado, que vivía en la zona de Boca del Río.

 

Justamente, ese día el sospechoso faltó al trabajo, “lo que significa que Juan José Murúa se apoderó del teléfono de Brenda Arias, luego de haberla matado, él fue quien manipuló el mismo, lo que explica que el teléfono celular que pertenecía a la víctima impactara casi en paralelo con el movimiento que el imputado realizó esos días, datos que surgen de la prueba documental aportada por la avícola; siendo ésta una prueba objetiva”, detalló la jueza en el auto de procesamiento, que firmó el martes.

 

Hoy, de nuevo ante la jueza
Tan contundente era el resultado de la pericia que cuando Besso recibió el informe de Bernal, “en octubre o noviembre pasado, no tuve dudas en llamarlo a indagatoria y hasta apuré otras medidas para llegar a ese acto con más elementos”, comentó ayer. Y es que ya “había una serie de indicios previos, como las contradicciones entre las declaraciones de él (Murúa) y su pareja (Carolina Pereyra); la constancia de que se perdió unas horas el día de la desaparición de Brenda y que nunca se pudo saber dónde estuvo; en fin, una serie de elementos que ya teníamos, que ya manejábamos, pero que no eran del todo contundentes, y necesitábamos indicios con menos vaguedad”, explicó.
 

 

Brenda tenía planes para la noche que desapareció: iba a juntarse en un comedor de Villa del Carmen a comer y a tomar algo con Murúa y Pereyra, íntima amiga de ella. Pero como el dueño del local había tenido la Confirmación de su hijo ese día no abrió.

 

Cuando se sentó ante Besso, el 4 de abril pasado, ya imputado por el crimen, el hombre de 29 años negó haber visto a Brenda esa noche. Su coartada fue que, tras pasar un tiempo con Pereyra en lo de una pareja amiga, él dejó a su novia allí para ir hasta Boca del Río a buscar su carabina calibre 22, para salir a cazar con su amigo, que terminó yéndose a un bar porque el sospechoso regresó cerca de las 2 de la mañana del domingo 12 de julio de 2011, ocho horas después de que partiera en busca del arma.

 


“Dijo que se demoró más de la cuenta porque los animales le habían revuelto todo, le habían tirado el maíz”, confió en ese momento el defensor oficial Penal de Concarán,  José Luis Guiñazú, que asistió al acusado. Pero Besso, que descree esa versión, consideró que un rango de ocho horas “resulta ser un lapso más que propicio para dar muerte a Brenda Arias, prender el primer foco ígneo desde la banquina; arrastrar su cuerpo y prender el segundo fuego con algún material o combustible extra para agilizar la incineración del cuerpo”, hallado por un baqueano diecisiete días después.

 

Hoy, cuando Murúa vuelva a sentarse frente a la jueza, no será para explicar nada sino para oír el procesamiento en su contra. “Una comisión de la Unidad Regional III va a partir hacia Villa Dolores a primera hora para que esté en el juzgado de Concarán a las ocho de la mañana, conforme dicta el oficio”, informó anoche el comisario mayor Gustavo Ortiz, jefe de la Regional y de la comisión investigadora del asesinato de Brenda.

 

Seguirá en Córdoba
Murúa está detenido en el Establecimiento Penitenciario Número 8 de Villa Dolores, Córdoba, por haber intentado abusar de una menor y amenazarla con un arma de fuego a principios de febrero, en la localidad cordobesa de Los Hornillos, a veinticinco kilómetros de Dolores.

 

Las características de ese hecho no desentonan para nada con los pormenores del homicidio de Brenda y, sumado a que al acusado también lo investigan por la desaparición de Marisol Rearte y de su hija Luz, de 3 años, ocurrida el 2 de febrero de 2013, en Córdoba, el perfil de Murúa parece aflorar por sí solo.

 

Pero las meras inferencias no bastan a la Justicia. Por eso Besso ordenó una pericia psicológica psiquiátrica para el procesado, que los profesionales del cuerpo forense puntano seguro le practicarán en Córdoba, porque tras la notificación de hoy Murúa será trasladado nuevamente a Villa Dolores. “Si bien el delito por el que lo investigamos en San Luis es más grave que el de allá, continuará alojado en el penal de Traslasierra por una cuestión de cercanía con su familia”, confió Besso.

 

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