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Caso Romina: una testigo le contó al juez cómo la mataron

María Eugenia Núñez  observó el homicidio desde una ventana, a diez metros de donde le dispararon, dijo.

Por redacción
| 17 de agosto de 2017
Escena del crimen. La testigo dijo que vio el asesinato porque primero escuchó gritar al homicida.

Que esa mañana se asomara por la ventana porque alguien gritaba en la calle fue, según dijo, una casualidad. Su pareja ya dormía, pero ella, que trataba de conciliar el sueño, fue interrumpida dos veces, primero por unos adolescentes que coqueteaban entre sí a viva voz y luego por un hombre que gritaba “dale, dale”, y le apuntaba a una mujer con un objeto que no llegó a ver, pero que presume era un arma. Un instante después oyó un fuerte estruendo, que resultó ser el disparo que terminó con la vida de Romina Aguilar, la mañana del sábado 30 de enero de 2016. Así, de manera fortuita, María Eugenia Núñez se convirtió en la única testigo presencial del homicidio de la esposa del entonces intendente de La Calera, Diego Lorenzetti, procesado ahora como el autor intelectual del crimen. Ayer, la mujer se sentó ante el juez como uno de los últimos testigos antes de la clausura del sumario.

 

La víctima y su esposo vivían en la esquina este de calles Juan Saá y Los Alerces, del barrio Faecap; Núñez justo enfrente, en la ochava oeste, en una casa que en ese momento alquilaba con su novio y que ya no ocupan.

 

Su testimonio era uno de los más esperados porque fue la única persona en ver directamente a los atacantes, que eran dos y andaban en una moto 110 gris oscuro o negra, según refirió ayer.

 

La vecina, que ya había declarado ante la Policía, ratificó todos sus dichos y respondió a las preguntas del juez Sebastián Cadelago Filippi, del fiscal Esteban Roche, del defensor oficial Carlos Salazar, que asiste a uno de los imputados, y de Santiago Calderón Salomón, abogado de Leandro “El Bocón” Vílchez, presunto autor material del asesinato.

 

Núñez contó que las calles del barrio solían ser poco transitadas, pero que desde que abrió el boliche "Black Line", unos 120 metros al norte de la que solía ser su casa, casi todos los fines de semana había gritos y disturbios.

 

Ella supone que eran clientes de ese local los que motivaron que se asomara la primera vez, minutos después de las seis de la mañana, pero como vio que eran adolescentes que estaban jugando se volvió a acostar, solo por 15 o 20 minutos según le dijo al juez, cuando volvió a oír la voz de un hombre que gritaba.

 

Pero esta vez la imagen fue distinta. Una persona que vestía bermuda de jean, una campera gris clara, gorra y cree que ojotas, hacía caminar a una mujer por la vereda de enfrente apuntándole con algo. Dijo que no pudo verle el rostro porque se tapaba la boca con el cuello de la campera y el resto de la cabeza, salvo los ojos, con la gorra. Tampoco pudo precisar, ante preguntas de los abogados, si tenía algún tatuaje o marca visible en las piernas.

 

Ese hombre hizo caminar a Romina unos metros por calle Los Alerces, la hizo agachar y le disparó, pero Núñez, a pesar de que dijo que estaba solo a diez metros de víctima y victimario, no pudo precisar con qué.

 

“En su relato estaba poco claro el tema del arma, así que el defensor (Salazar) le preguntó puntualmente sobre ello, y si bien primero dijo haberla visto, luego dio a entender que asoció que era un arma por cómo el agresor tenía las manos y porque escuchó una explosión. Por eso no pudo describir el color, el tamaño y menos el calibre de ese arma”, comentó ayer Calderón Salomón.

 

 Campera negra y casco

 

Hasta ese momento la vecina no había visto al segundo partícipe, que vestía una campera negra y tenía puesto un casco protector negro, y era quien conducía la moto en la que huyeron, por Los Alerces hacia el sur, según recordó ayer.

 

Fue en ese momento, al ver a ambos sentados en la moto, que pudo apreciar que uno de los sospechosos era más alto que el otro, presuntamente el conductor.

 

El lunes 29 de febrero de 2016, unas horas después de que los investigadores de la División Homicidios secuestraran de un taller mecánico una moto Yamaha Crypton, el jockey brasileño que solía montar los caballos de carreras de Lorenzetti, Edivaldo de Oliveira Pereira, se presentó ante la Justicia y dijo que él manejaba ese vehículo, su vehículo, la mañana del homicidio y que quien le había disparado a la chica era “El Bocón”.

 

El jockey aseguró que creyó que iban a cometer un asalto y que, luego de matar a Aguilar, Vílchez le confesó que siempre se trató de un crimen por encargo que el esposo de Romina le había ofrecido a su primo, Héctor Gastón “El Chori” Heredia.

 

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