Según el denunciante, se hicieron pasar por federales y ofrecieron un arreglo para no allanarle la casa. Ellos, a su vez, hicieron una contradenuncia en una fiscalía.
Decían que eran policías, y eso era verdad. De la subdelegación de la Federal en Villa Mercedes: eso era mentira. Eran dos efectivos de la Unidad Regional II de la Policía de San Luis. Y no fueron a combatir un delito, sino a cometerlo, según la denuncia de un hombre que asegura que quisieron coimearlo a cambio de no armarle una causa. Pero ellos contraatacan. Niegan el intento de extorsión, aseguran que se identificaron como corresponde y que a la persona que los denunció la investigaban por un robo. Por eso, sostienen, los salpicó con esa acusación.
Los involucrados son un inspector y un oficial principal, uno de la Brigada de Investigaciones y el otro, de la división Homicidios, señaló anoche el interventor de la Unidad Regional II, comisario general (RV) Víctor Videla.
El funcionario policial indicó que ya le elevaron un informe al jefe de Policía, comisario general Juan Páez, al que le adjuntaron una copia de la denuncia del civil y una de la que hicieron los oficiales en la fiscalía de turno, el lunes pasado.
Hasta anoche, dijo Videla, la Jefatura no había tomado ninguna determinación contra los denunciados, en el aspecto administrativo, y ambos “siguen en funciones, porque no hay ninguna prueba de nada, sólo la palabra de uno contra la de los otros”.
En tanto, la investigación llegó a manos de la Justicia. La recibió el juez Correccional y Contravencional 1, Santiago Ortiz, el miércoles al mediodía. “Es la denuncia de una persona de apellido Oviedo en contra de dos efectivos de la Provincia, por la presunta comisión de un hecho que podría calificarse como una extorsión”, le explicó el magistrado a El Diario.
El juez Correccional confirmó que “según las manifestaciones de esta persona, los policías se habrían identificado como federales, pero serían de la Policía de la Provincia”. Y agregó que “están fehacientemente identificados”.
Ortiz analizó el contenido de la denuncia y entendió que, de tratarse del delito de extorsión, el caso no es de su competencia y de inmediato decretó que el expediente fuera remitido al juzgado de instrucción Penal 1, del juez Alfredo Cuello.
Ese magistrado lo recibió ayer. “Me enteré de que llegó la causa, pero todavía no la he visto, porque estoy de turno y tengo tres causas con detenidos para resolver”, le respondió el juez Cuello a este medio. La resolución de los casos en que hay personas privadas de la libertad siempre tiene prioridad.
El inspector y el oficial principal fueron denunciados el 6 de abril, apenas empezaba el día, en la subdelegación de la Policía Federal.
Rudy César Oviedo, de 39 años, vecino del barrio Jardín del Sur, fue llevado a la dependencia policial para que plasmara en un escrito lo que había relatado antes, en dos ocasiones, por teléfono.
Contó que a las nueve y media de la noche del jueves 5, cuando estaba en su casa, se presentaron dos hombres. Uno tenía unos 35 años, el otro, alrededor de 40. Vestían de civil. Andaban en un Chevrolet Corsa blanco, con vidrios polarizados y sin la patente delantera.
"¿Por cuánto arreglamos?"
“Somos oficiales de la Policía Federal, necesitamos hablar con usted porque está siendo investigado”, le informaron. Le explicaron que lo habían seguido, filmado y fotografiado durante un tiempo y tenían pruebas de que había cometido un delito. Al día siguiente, a las ocho de la mañana, le iban a allanar la casa. “Si usted pone un abogado le va a salir más o menos unos 50 mil pesos. Dígame ¿en cuánto podemos arreglar, así borramos las filmaciones y las fotos?”, le tiró uno de ellos, según la denuncia.
Oviedo dice que entonces les pidió que se identificaran. Uno sacó una credencial blanca y se la exhibió, pero la tapaba en parte con el dedo pulgar, para que no viera su nombre.
Les preguntó sus nombres y “uno dijo que era el oficial Bustos”, pero no logró recordar la identidad que le dio el otro. Cuando le mencionaron los lugares por donde había andado, se dio cuenta de que lo habían estado siguiendo.
Los “federales” se fueron y él llamó a un conocido que trabaja en la subdelegación, para preguntarle si sabía si lo estaban investigando.
Una hora después, los policías volvieron. “Busquemos el arreglo para no llegar al allanamiento ¿cuánta plata nos podés dar?”, insistieron, según la versión de Oviedo. Les contestó que no tenía plata y que iba a llamar a su abogado, pero llamó otra vez a la Federal.
Minutos después, llegó un patrullero de la fuerza de seguridad nacional y los efectivos identificaron a sus supuestos compañeros. Así comprobaron que eran camaradas, pero de la provincial.
Los federales los dejaron irse. Antes de retirarse, uno de los oficiales que le habían pedido la coima miró a Oviedo y se pasó la mano derecha por la garganta, haciéndole una seña con los dedos pulgar e índice, aseguró el denunciante. Por eso, dijo Oviedo, teme que tomen represalias contra él o su familia.


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