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El ícono natural que resiste entre pastizales

En San Luis habita la más grande de las cinco poblaciones que hay en Argentina. La especie corre peligro de extinción, pero hay indicios de que está estable y podría haber crecido.

Por Juan Luna
| 15 de julio de 2018
Fotos: Diego Meier y Manuel Demaría.

Están enfrentados y, como en un espejo, se miran cara a cara. Están de pie sobre el verde de los pastizales. Atrás, las sierras se entrelazan y entre sus puntas, el sol tiñe la escena. Rodeada de laureles, la postal que recrea el Escudo de San Luis inmortaliza al venado de las pampas como la especie emblemática de la provincia. Pero el animal que forma parte fundamental de nuestros ecosistemas aún carga con esa etiqueta triste que dice “peligro de extinción”.

 

No son pocos los esfuerzos y las acciones que se realizan por conservar la más grande de las únicas cinco poblaciones que aún persisten en Argentina. Y aunque no hay estudios terminados ni datos definitivos, algunas luces de esperanza indican que el número de ejemplares del territorio puntano no ha disminuido sino que, por el contrario, podría estar incrementando y expandiéndose hacia las fronteras de la provincia de La Pampa.

 

La condición inapelable para lograr valorar cualquier cosa y protegerla, es conocerla primero. Por eso, la revista El Campo dialogó con especialistas para intentar trazar una radiografía del animal que es considerado “monumento natural” de estas tierras.

 

De nombre científico Ozotocerus bezoarticus, la especie es originaria de Sudamérica y típica de ambientes abiertos, como sabanas y pastizales del sur del continente. Hasta mediados del siglo XIX, se encontraba distribuida por el centro y sudeste de Brasil, por Paraguay, por el sudeste de Bolivia y Uruguay. También estaba registrada en catorce provincias argentinas.

 

En la actualidad, en nuestro país sólo quedaban ejemplares repartidos en cuatro puntos, bien distantes uno del otro: en la Bahía Samborombón de Buenos Aires, en Corrientes en los campos del Aguapey y los Esteros del Iberá, en los Bajos Submeridionales del norte de la provincia de Santa Fe y en el centro- sur de San Luis.

 

Hace unos dos años, hallaron un grupo pequeño, de unos cinco venados, en la provincia de La Pampa, en el límite con San Luis. Desde ahí se convirtió en un nuevo relicto que los investigadores estudian y buscan conservar.

 

Por fuera de esas cinco coordenadas, no hay registros ni rastros de la presencia del mamífero. A tal punto que hoy por hoy, "es la especie de ciervo más amenazada de la Argentina”, como definió con contundencia Manuel Demaría, un biólogo que trabaja desde 1994 en el INTA San Luis y que hizo del venado de las pampas y su hábitat natural su gran tema de investigación.

 

¿Qué provocó esa tremenda disminución de la cantidad de ejemplares que hay en el país? El investigador sostuvo que la caza furtiva y la modificación de su hábitat natural son las dos principales causas. Aunque también hay estudios que consideran que podrían estar afectados por la transmisión de enfermedades del ganado doméstico, pero en menor medida.

 

La especie forma un combo casi indisociable con otro de los componentes de su ecosistema, y que también carga con el peso de los riesgos de extinción: los pastizales pampeanos.

 

Como herbívoros, se alimentan principalmente de los pastos naturales que solían extenderse por las amplias llanuras, principalmente del sur puntano. "También pueden comer de algunos arbustos y árboles que hay en la zona, como isletas de chañar o chauchas de caldén, pero en general la composición botánica de la dieta son todas especies herbáceas", describió el biólogo.

 

El sorghastrum pellitum, también denominado "pasto de vaca", es el recurso vegetal emblema de la zona. "Está casi extinguido porque es muy buscado por los vacunos, pero tiene muy poca capacidad de resistir altas presiones de pastoreo. Entonces con cargas elevadas tiende a desaparecer y la comunidad se transforma en una paja amarga que empieza a predominar y que no es apetecida por el ganado", explicó Demaría.

 

Además, en los planteos ganaderos que predominan en el sur de la provincia, la constante necesidad de aprovechar las superficies y aumentar las cargas de hacienda sobre los lotes llevó a reemplazar muchos de esos ambientes naturales por pasturas exóticas, principalmente especies africanas como la digitaria o el llorón.

 

El biólogo expresó que los estudios que se realizaron en la primera década del siglo XX demostraron que entre 1985 y 2001 el área cubierta por pastizales naturales se redujo del 92,6% al 43,8%, y la tasa de transformación anual se incrementó desde 1,4 a 10,9%.

 

A pesar de todos esos cambios, la de San Luis es la familia más grande de venados de las pampas que hay en Argentina, porque la modificación del ambiente "no fue tan profunda como para generar un impacto en la población animal", aseguró.

 

Pero también, planteó Demaría, "el venado de las pampas sobrevive en la provincia gracias a la actitud conservacionista de algunos productores y por las características de esos campos, que son de grandes extensiones, dedicados principalmente a la cría y sin actividades agrícolas importantes".

 

Viven de forma libre y silvestre, entre varios campos productivos de propiedad privada que están entre la autopista Nº 55 y las rutas provinciales Nº 1 y la Nº 27. El más conocido es "El Centenario", el inmenso establecimiento de la firma Antiguas Estancias Don Roberto.

 

Pero hay pocas precisiones sobre la cantidad de ejemplares que hay con vida. De hecho, los últimos estudios que están completos datan de la década de 1990. Por ese entonces, realizaron vuelos por una superficie de aproximadamente 4.500 kilómetros cuadrados en el área de distribución del venado. Los censos se realizaron en tres épocas diferentes: en el período pos-reproductivo y época crítica por la disponibilidad de alimentos (entre junio y setiembre), en el pre-reproductivo (de octubre a enero), y en la fase reproductiva (de febrero a mayo).

 

Así, pudieron estimar una población en el rango de los 500 a los 1.600 animales, y detectaron que la zona de mayor densidad se correspondía con las partes del terreno donde había un predominio claro de los pastizales naturales en excelente condición ecológica.

 

Después de ese informe, "ha habido estudios parciales que indicarían que la población aumentó levemente en los últimos años. Hipotetizamos que quizá la presión de la caza no aumentó con el trazado de las rutas, y que el incremento de la oferta forrajera haya facilitado la procreación de la especie", planteó.

 

Una tesis doctoral de 2012 realizó un relevamiento terrestre y estimó que la cantidad aumentó hasta los 2.000 ejemplares. Sin embargo, "preferimos ser prudentes porque los estudios se hicieron con métodos diferentes. El que aplicamos nosotros tiende a subestimar las poblaciones, mientras que el que aplicó la tesis, tiende a sobreestimarla. La sensación general es que aumentó, pero hay que tener ciertos recaudos", dijo.

 

Pero hay otros datos que invitan a ser optimistas, que surgen de comparar los resultados de dos estudios de la dieta del animal, uno hecho en 1987 y otro en 2010. El primero determinó que el venado de las pampas, efectivamente se alimentaba sólo de especies nativas. "Algo que es lógico porque es lo único que había en la zona", advirtió Demaría. Sin embargo, la investigación más reciente indica que "con la implantación de pasturas africanas notamos que sigue consumiendo los pastizales naturales, pero también se alimenta de los introducidos, principalmente la digitaria. Por lo tanto, la hipótesis es que el cambio no fue tan drástico y que al menos estaría estable la población", sostuvo.

 

Incluso Lara Denapole, una de las biólogas del Subprograma de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, contó que "otro estudio encontró venados en los cultivos de soja, entre los brotes. De ser así, sería un cambio grande porque quiere decir que se está adaptando a las modificaciones de su ambiente".

 

Por eso, más allá de que no bajan la guardia en la conservación, también analizan si los ejemplares que aparecieron en La Pampa migraron desde San Luis y pueden reproducirse para incrementar la cantidad que hay en el país.

 

 

Un escudo para el emblema

 

San Luis cuenta con un plan de conservación provincial de venados de las pampas, que sigue los lineamientos del programa nacional que rige desde 2011. Bajo ese paraguas, el Gobierno realiza una serie de acciones para proteger a la población animal. Porque además de ser la de mayor tamaño, tiene otro componente que la destaca: es la única que vive de forma silvestre de la subespecie llamada Ozotocerus bezoarticus celer.

 

"Eso nos da una responsabilidad muy grande, y con más razón tenemos que aumentar los cuidados con ese grupo", expresó Denapole, que integra el área de Flora y Fauna del subprograma.

 

La especialista contó que hace unos cuatro años comenzaron a realizar un nuevo censo para poder determinar con más precisión la cantidad de ejemplares existentes, con la colaboración de la Vª Brigada Aérea. "Hacemos vuelos por transectas. Son de 500 kilómetros cuadrados, van a lo ancho de la provincia y son paralelas. Vamos por una recta y después por la otra. En el recorrido, vamos contando los venados que hay a cada lado, porque el avión viaja a entre 80 y 100 metros de altura y se ve perfectamente. Los anotamos ubicados con las coordenadas de GPS de donde los encontramos. Esos números luego los volcamos a una planilla y con una fórmula se hace una estimación a la superficie total", explicó.

 

Sin embargo, ese estudio todavía está incompleto. "Es un trabajo a largo plazo. Cada vez que cambian las autoridades de Gendarmería hay que volver a pedir permiso. No es tan simple. Pero este año creemos que nos van a autorizar algunos vuelos más", confió.

 

Mientras tanto, el área estatal realiza relevamientos presenciales en los campos de la región. "Hay lugares donde uno sabe que los vamos a ver sí o sí, en cambio hay otros donde no se han avistado pero es zona de distribución. Entonces vamos al establecimiento, hablamos con la gente, hacemos entrevistas para ver si han visto venados y dónde, además del costado social que implica saber si ellos los cuidan o si permiten que ingresen cazadores a sus terrenos", detalló.

 

Es que uno de los pilares para proteger a la especie es un control riguroso sobre la caza furtiva y la implementación de multas muy onerosas para quienes sean hallados tratando de dañar a uno de estos animales.

 

También trabajarán con el Ente Control de Rutas para confeccionar carteles que se distribuyan por los caminos y alerten a los conductores sobre la presencia de los venados. Porque existen registros de que entre uno y dos ejemplares por mes mueren atropellados cuando se acercan a comer los brotes de pastos que hay a las orillas del asfalto.

 

Finalmente, la educación es otra de las armas con la que quieren proteger la especie. Por eso realizan charlas en las escuelas de la zona sobre la importancia del venado para los paisajes puntanos. "Si desaparece un eslabón dentro de la cadena, estamos ante una ruptura. Hacia arriba y hacia abajo, se producen cambios a nivel ecológico. No sabemos qué puede suceder, porque no ha pasado todavía, pero tenemos que mantener el ecosistema lo más sano posible", expresó Denapole. Para Demaría, la preservación "es una cuestión casi moral de permitir la supervivencia de todas las especies del planeta".

 

Por eso, con esas acciones y otras que preparan, buscan que el venado de las pampas siga siendo un emblema viviente de la provincia, algo más que una imagen impresa en un escudo.

 

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