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Polémica por una condena en San Luis: las pruebas contra el acusado

Por redacción
| 25 de julio de 2018
Convencidos. Los jueces Miranda Folch, de Viana y Saá Petrino.

Pablo Sosa fue acusado de violar a su hijastra. Dos médicos dicen que la niña es virgen.

 

En los dictámenes de dos médicos y dos psicólogas, más el testimonio de una nena de 8 años, que dijo haber sido violada por su padrastro, se asentó la decisión de la Cámara del Crimen 2 de San Luis de condenar al acusado, Pablo Ramón Sosa, a doce años de prisión, el 1º de octubre de 2015. Es la sentencia que fue cuestionada por la defensa, ante el Superior Tribunal de Justicia, con una prueba con la que intenta rebatir el fallo: dos exámenes ginecológicos posteriores demuestran que aún hoy, a los 14 años, la niña es virgen.

 

Ambos informes médicos fueron ordenados por el Superior Tribunal (STJ) y realizados por peritos de tribunales. Al primero lo rubricó el pediatra del Cuerpo Profesional Forense, Darío Villarroel. Al segundo, Villarroel y la médica cirujana y especialista en tocoginegología y medicina legal Amelia Vera.

 

Los abogados de Sosa –Jorge Rosales, Alberto Tuninetti y Héctor Andina– presentaron un recurso de Casación ante el Superior Tribunal (STJ), para que revisara la sentencia, pero la Corte provincial se los rechazó.

 

Ahora, a la defensa le queda en trámite un planteo de excarcelación extraordinaria, que también debe ser resuelto por el STJ. Los ministros ya tienen definido el orden en el que van a votar.

 

Mientras tanto, la condena contra Sosa está en pie. Fue decidida en un fallo unánime por los jueces Fernando de Viana, Hugo Saá Petrino y Gustavo Miranda Folch, quienes fundamentaron su resolución, en primer lugar, en el aporte del entonces pediatra del Poder Judicial, Eduardo Oro.

 

“Del informe médico elaborado por el doctor Eduardo Oro, debidamente ratificado en el plenario (el juicio oral) se desprende que la menor presentaba al momento del examen un himen con orificio de aproximadamente diez milímetros, sin lesiones recientes, pero con una escotadura (abertura) antigua”, resumieron los camaristas en los fundamentos de la sentencia.

 

 

"Indudablemente hay abusos"

 

Oro examinó a la nena el 28 de febrero de 2011. ¿A qué conclusiones arribó, doctor?, le preguntó el tribunal, durante el juicio. “Indudablemente hay abusos reiterados, que en ese momento ya eran viejos”, contestó. Y leyó el informe que había hecho cuatro años antes. “El himen se observa con un orificio de aproximadamente 10 milímetros; es un orificio bastante grande para esa edad, lo habitual a esa edad estaría entre los 3 y 4 milímetros, por encima de eso haría pensar que ese himen ha sido modificado”, refirió el perito.

 

Oro abundó en su diagnóstico: “Consideramos que ha habido una penetración. No se observan hematomas, ni irritación, ni otros signos de violencia a nivel vulvar ni perianal; es decir que la lesión es antigua, ha tenido su tiempo de evolución”.

 

“También los testimonios de la licenciada Sandra Beatriz Pérez y de la doctora Adriana Josefina Pellicioni, quienes tuvieron contacto con la menor en el inicio de la investigación, dan cuenta de la existencia del abuso sexual”, afirmaron los jueces, en la sentencia.

 

Pellicioni examinó a la nena en el servicio de urgencias del hospital Cerro de la Cruz, en 2011, cuando la llevó la madre, acompañada por la Policía. Explicó en su informe que inspeccionó la zona genital “ya que la niña refiere abuso sexual” y encontró “el introito vaginal levemente dilatado para la edad”. Pero “no observo desgarros externos  vulvares ni anales”, consignó.

 

En aquel reporte de 2011, releído por Pellicioni ante el tribunal, ella había dejado asentado que la nena relató que quien la había atacado era su padrastro, que la había lastimado “adelante”, no con los dedos, sino con el pene, que le dolió mucho y que la bombachita se le había manchado con sangre.

 

La médica –lo dijo ante los jueces, en el juicio– quedó convencida de que “hubo penetración”. Por eso sugirió, en su momento, la intervención de un médico especialista en el tema. Entonces la niña fue derivada con el pediatra Oro, de los tribunales.

 

Pérez es la psicóloga que entrevistó a la nena en la Comisaría del Menor. Citada ante el tribunal en 2015, repasó su informe y afirmó: “Se nota que (la nena) ha estado muy angustiada y ha habido indicadores de una angustia real”.

 

Explicó que luego de brindarle contención emocional, le preguntó a la niña si sabía por qué estaba allí. “Respondió espontáneamente que estaba triste y asustada, se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo ‘mi padrastro va ir preso’. Le pregunto por qué y responde ‘va ir preso por lo que me estaba haciendo, me tocaba y me hacía doler, desde los 6 años, me decía que me iba a pegar si le contaba a mi mamá’, leyó la psicóloga.

 

“Le conté a Janet, mi prima de 16 años, ella le contó a mi mamá y después le conté yo; yo soy muy tímida y me da vergüenza, él es malo. Una vez, cuando mi mamá se fue a visitar a su papá, él… no, no me animo a contar…”, agregó la nena en otro pasaje de la entrevista.

 

En ese entonces, la psicóloga sugirió “contención psicológica profundizada en Cámara Gesell, ya que parecería que la niña probablemente haya sido abusada”.

 

 

Testimonio en Cámara Gesell

 

Por otra parte, “es fundamental el relato de la menor en la Cámara Gesell, quien en forma clara, precisa y sin dubitaciones relató cómo su padrastro abusó sexualmente en el dormitorio de su progenitora, más precisamente en la cama matrimonial, en momentos en que su madre no estaba presente”, afirmaron los jueces al fundar la sentencia contra Pablo Sosa.

 

La nena fue entrevistada por la licenciada Marisa Samper, en agosto de 2011. La entrevista “fue muy extensa, porque la nena sentía mucha vergüenza al contar”, dijo la especialista.

 

“Se la veía angustiada, pero a pesar de eso el relato reunía los requisitos necesarios para ser creíble, es decir que ella pudo dar detalles sexuales, pudo recordar distintos episodios, como por ejemplo que en alguna oportunidad fue por la mañana, en otra fue a la noche; recuerda claramente una noche en que su papá (Sosa) mandó a su mamá a comprar una máquina de afeitar y que mientras la mamá se ausentó, él le hacía eso”, declaró Samper, en el juicio.

 

“Con lo que se supone –agregó– que había una frecuencia, cierta periodicidad, porque dice que también solía ser a la mañana, en momento en que la mamá trabajaba”.

 

Todo eso convenció a los jueces de la culpabilidad de Sosa.

 

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