Manu Ginóbili y el paso a la inmortalidad deportiva

Es probable que Emanuel Ginóbili no haya pensado ni por asomo en la idea de perpetuarse. Su condición de deportista humilde, de bajo perfil hasta que la vorágine del negocio deportivo se lo permitió, le hizo dudar una y mil veces en aceptar el halago eterno que le dispensó su franquicia en la NBA hace exactamente un mes. Incluso, luego del voluminoso acto de retiro de la camiseta se conoció que el alero argentino negoció con San Antonio la realización de un homenaje menos pomposo.

En los deportes estadounidenses, retirar una camiseta es el acto definitivo que un equipo le da a sus agentes. Como lo supone la simbología, el mensaje es que, posiblemente, ya no habrá otro jugador como ese al que se está despidiendo.

En el caso de Ginóbili, por las particularidades del caso, ese pensamiento se estira hasta el extremo mismo de lo que no está escrito. No hay jugadores de habla hispana en la historia de la NBA que hayan llegado a ese honor y sólo 10 de los que pasaron por San Antonio Spurs accedieron al más alto homenaje que entrega la liga.

Cuando el 28 de marzo miles de argentinos fueron al estadio de los Spurs o siguieron la ceremonia de retiro de la 20 –en la Selección usó la 5- por televisión estaban asistiendo a un momento único del deporte nacional. Los ajenos al básquet que miraron por simple curiosidad un hecho irrepetible se sorprendieron ante la cuestionable entonación del himno nacional de Michelle Leclercq pero aún más ante la soltura con la que, atravesado de la emoción como seguramente estaba, Ginóbil se dirigió a las miles de personas que estaban a su alrededor.

Retirar una camiseta en el deporte estadounidense es un honor equivalente a que en Argentina la hinchada junte dinero para erigir una estatua en la puerta del estadio, con la diferencia que después la camiseta no podrá ser escupida ni vilipendiada por los simpatizantes del equipo contrario. La NFL –la liga del fútbol americano-, la NHL –la de hockey sobre hielo- y la MLB –la de béisbol- también tienen como máximo honor el desuso de la remera.

El primer deportista en tener ese reconocimiento fue Lionel Hitchman, a quien en 1934 le retiraron la 3 de los Boston Bruins, de hockey sobre hielo. La ciudad norteamericana es prolífica en esas cuestiones ya que el equipo de la NBA, los Celtics -la franquicia más ganadora de la historiaes también la que más camisetas retiradas tiene.

En el béisbol, la curiosidad más llamativa tiene el número 42 en el dorsal y al gran Jackie Robinson como protagonista. El primera base tiene, como Manu, una historia de superación que trasciende lo deportivo ya que fue el primer jugador afrodescendiente en codearse en las Grandes Ligas, aún con el rechazo de algunos compañeros de equipo y con una activa militancia por los derechos civiles y en contra de la discriminación.

El retiro de la mítica camiseta 42 de los Dodgers de Brooklyn llegó recién en 1997, cuando se conmemoraron los 50 años de su ingreso a la liga. Y la visión fue aun más ambiciosa: era tal la estatura que había alcanzado el gran Jackie que su número ya no se usaría en ningún equipo de la MLB: en síntesis, el 42 estaba desterrado del béisbol.

Pero el homenaje, finalmente, se hizo efectivo recién en 2003 porque en 1997 ese número era usado por el enorme panameño Mariano Rivera, considerado el más grande lanzador que tuvo el deporte en toda su historia. Cuando Rivera se retiró (una calurosa jornada en la que, para homenajearlo, Metallica tocó en vivo en el estadio), recién la gloriosa 42 dejó de usarse, por partida doble.

¿Y por casa?

La tradición basquetbolística hizo que la Liga Nacional retirara once camisetas de estrellas que pasaron por equipos argentinos. Con menos trascendencia que el retiro de la 20 de Manu Ginóbili, una de las camisetas que ya no se usa en los partidos de Argentina es la 5 de Héctor “Pichi” Campana (un gran goleador que pasó por GEPU de San Luis), de Atenas de Córdoba.

Otras estrellas homenajeadas del gigante cordobés son Bruno Lábaque (la 7), Marcelo Milanesio, la 9, y Diego Osella, la 11.

Otro ex GEPU que tiene su tributo es Juan Espil, quien mira la 10 de Bahía Basket colgada en lo alto del estadio. Del mismo equipo ya no están la 14 de Alberto Cabrera, un base que hasta la aparición de la Generación Dorada fue lo más representativo del básquet en Bahía Blanca y que falleció de leucemia en el 2000; y Hernán Jassen, protagonista del último retiro hasta la fecha.

El caso del santiagueño Miguel Cortijo es muy curioso. El talentoso base hizo gran parte de su carrera en Ferro Carril Oeste con la 4, pero la camiseta retirada fue de Quimsa, la 11, pese a que nunca jugó en el club. Un raro homenaje que el club verde de Caballito todavía no hizo. El resto de las camisetas retiradas son marplatenses: la 8 de Peñarol, perteneciente a Alberto Rodríguez, un jugador insignia del equipo que debió abandonar el deporte por una insuficiencia cardíaca. Y la 4 de Eduardo Dominé, la 7 de Esteban de La Fuente, y la 8 de Guillermo García Oyaga, todos de Quilmes de la ciudad balnearia.

En el fútbol retirar una camiseta no es tan fácil y las 10 de Brasil, Francia y Argentina; la 5 de Alemania y la 14 de Holanda siguen siendo usadas por jugadores que en algunos casos no están a la altura de sus predecesores. Por ejemplo, en la última convocatoria de la selección holandesa, la 14 (la que usó Johan Cruyff en su época gloriosa) recayó en la espalda de Stefan de Vrij, un rústico marcador central.

En Argentina, los casos son realmente curiosos y alguna vez la AFA tuvo la intención de retirar la 10 en honor a Diego Maradona, pero la FIFA, históricamente enfrentada con el ídolo argentino, lo negó rotundamente. Afortunadamente, Lionel Messi puede tener en su espalda el número que merece.