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APLV: la alergia que genera mucha angustia

La proteína a la leche de la vaca afecta entre el 2 y el 5% de la población infantil durante los primeros 2 años de vida. Se manifiesta en el sistema digestivo, la piel e incluso en el aparato respiratorio. 

Por redacción
| 13 de diciembre de 2020
La APLV puede producir erupciones cutáneas, eccemas, vómitos, diarrea, cólicos, resuellos o llantos excesivos. Foto: Shutterstock.

En los últimos años varias familias han conocido de una forma muy angustiante la aparición de una nueva alergia que afecta a los más pequeños de la casa. "La alergia de la proteína a la leche de vaca (APLV) es una reacción adversa errónea del sistema inmune del organismo ante ciertos alimentos, en este caso la proteína de la leche de vaca", explicó la médica gastroenteróloga infantil Patricia Vallejos Bianchi. La especialista señaló, además, que en los últimos años "se ha observado con una mayor frecuencia la aparición de esta alergia que "afecta a los niños en su primer año de vida porque su organismo desconoce una proteína, componente de la leche de vaca, y por eso genera una reacción en contra de ella". También dijo que "muchas veces se confunde con la intolerancia a la lactosa, pero son dos patologías con mecanismos diferentes".

 

Además, destacó que "han aumentado las incidencias y prevalencias de las alergias y hoy alcanzan entre el 2 y 3,5%  de la población infantil".

 

Entre los motivos señaló "la industrialización de los alimentos que consumimos y la teoría de la higiene con sobreuso de productos de limpieza. Esto ha ido alterando nuestra microbiota intestinal, a lo que también se suma el mal uso de antibióticos, de productos como los antisépticos y limpiadores químicos y también la disminución tanto de los partos por vía natural como de la lactancia materna".

 

Los síntomas que acompañan esta alergia se producen durante los primeros meses de vida, "cuando los bebés tienen situaciones funcionales digestivas como cólicos o reflujo fisiológico que se solucionan con su maduración. Pero cuando se trata de esta alergia, el cólico es más intenso y no se calma con las medidas habituales. También pueden tener vómitos que tampoco se calman con las medidas antirreflujo. El niño se vuelve irritable, tiene deposiciones con moco y sangre y presenta problemas en la piel con reacciones urticarianas, eccemas o manifestaciones respiratorias como rinitis o estados de bronquitis".

 

 

Los especialistas recomiendan mantener la lactancia materna por lo menos seis meses.

 

Vallejos Bianchi indicó que para el dar en la tecla "se deben tener en cuenta la sospecha diagnóstica, la historia clínica y la eliminación de la leche de vaca". También dijo que se debe trabajar en forma conjunta con una nutricionista porque "hay que apoyar y contener a las madres para que puedan llevarlo adelante. Y en el caso de que haya una hipogalactia, es decir, que le falte leche a la madre, ahí sí se debe hacer un refuerzo con leche de fórmula".

 

Pero en lo que más hizo hincapié fue en la importancia de que las madres sepan que "es fundamental la lactancia materna, por lo menos hasta el sexto mes. Porque también ha sido parte del aumento de la APLV la disminución de la lactancia exclusiva. El hecho de que al poco tiempo de nacido el bebé empiece con la leche de fórmula, hace que el organismo la desconozca y provoque este tipo de reacción".

 

 

APLV: Es una reacción exagerada del sistema inmunitario ante una o más proteínas que contiene la leche de vaca.

 

La licenciada en Nutrición Celeste Malavasi trabaja en equipo con Vallejos Bianchi y empezaron cuando al hijo de Celeste le diagnosticaron esta alergia. A partir de ahí comenzó a perfeccionarse en patologías gastrointestinales. Lo primero que hace Malavasi cuando llega una mamá con su hijo es darle una "dieta de exclusión a la proteína de la leche de vaca, porque no tiene mediación; es una dieta estricta sin opción de permitidos, como en otras. Porque el alérgeno en estos casos produce una sintomatología en el niño o la niña lactante que puede retrasar la maduración de su sistema inmunológico y, así, permanecer más tiempo con alergia".

 

La especialista indicó que en algunos casos "hay manifestaciones de otros alérgenos alimentarios que producen el 90 por ciento de las afecciones: el más importante es la leche de vaca pero se excluyen la de otros mamíferos como cabra u oveja. Los otros son el huevo, la soja, el maní y los frutos secos, el pescado, el trigo y los mariscos". Pero aclaró que a la población infantil le afecta más la leche, el huevo, frutos secos y la soja.

 

 

Los síntomas provocados por esta alergia son diversos y pueden afectar a varios sistemas orgánicos como la piel, el aparato digestivo o el respiratorio.

 

Algo importante que destacó fue que "las proteínas de origen animal, como la leche y el huevo, son nutrientes esenciales para su crecimiento y desarrollo, que además tienen otros denominados críticos, como calcio y hierro. Por eso debemos armar una alimentación equilibrada para suplir estos elementos". 

 

En su consultorio, Malavasi organiza una guía de exclusión para tener un equilibrio alimentario en el que no haya carencias nutricionales. "Para quitarles a las madres el miedo de consumir alimentos que potencialmente pueden estar contaminados, les decimos cuáles son los adecuados y aquellos que no pueden consumir, les enseñamos a leer las etiquetas de los alimentos comerciales y dentro de los que sí pueden incluir, construimos una alimentación equilibrada para su bebé".

 

 

La intolerancia a la lactosa es la incapacidad para digerir el azúcar de la leche, denominado lactosa.

 

Dijo que la base que utiliza está respaldada en verduras y carnes, pero explicó que "se pueden incorporar las legumbres —siempre y cuando no sean empaquetadas en latas—, además, usar el huevo si no lo rechaza y muchas veces se hace la prueba de tolerancia a los frutos secos para poder incorporarlos". Otra tarea que lleva adelante es la de acompañarlas y contenerlas en lo que sí pueden comer. "Además, me baso en la autoproducción de los alimentos para que estas mamás se aseguren que sean manufacturados en un ambiente donde no haya proteína de la leche de vaca. Sobre todo al principio, hasta que el bebé se estabiliza", indicó. Esa autoproducción incluye panes, galletitas, dulces, mermeladas y otras comidas como la banana pisada, que reemplaza al huevo en preparaciones como budines, bizcochuelos u otra pastelería.

 

Malavasi destacó que "la contención del núcleo familiar es importantísima porque muchas veces frente a la dieta de exclusión se generan situaciones de estrés. Por eso, trabajo mucho en la contención de la madre, para que pueda llevar adelante esta dieta y enseñarle que tiene herramientas".

 

 

TESTIMONIOS

 

"Soy integrante de una familia de alérgicos"

 

 

Guillermo Scheurer es integrante de una familia en la que, según él mismo comentó, "somos todos alérgicos". La primera que tuvo APLV fue su sobrina, en 1998. "Fue atendida en la Clínica del Niño en Córdoba porque llegó a tener convulsiones". Hasta que con el nacimiento de su primer hijo, hace cuatro años, él y su esposa comenzaron a hacerse todo tipo de análisis. "A Patricio se le producía una alergia en la piel por la tirita del pañal. Entonces nos fuimos a Córdoba y empezamos el tratamiento. Ahí vimos que venía gente de todo el país, incluso de Bolivia y Chile, a tratarse por el mismo problema", contó el hombre.

 

Si bien su hijo fue diagnosticado a tiempo y su alergia fue leve, "a veces el problema mayor lo tenía en la piel, donde se llenaba de ronchas y no paraba de llorar. Y otro inconveniente era la comida".

 

A medida que avanzaba en el cuidado, Patricio pasó a formar parte de los grupos de padres con chicos que tenían APLV. Ahí se dio cuenta que para otros matrimonios había sido tan difícil que incluso algunos llegaron a la separación. "Yo no entendía por qué nos recomendaban tanto la asistencia de los psicólogos, pero al final me di cuenta. Cuando a tu hijo le afecta el estómago, se despierta a las tres de la mañana vomitando y hay que salir corriendo a la guardia. Ese día no dormís, después te vas a trabajar, no rendís porque seguís angustiado y al final del día te terminás peleando con tu esposa".

 

Patricio, en tres meses de tratamiento, cambió por completo: "Pudo ir al jardín, no perdió su vida social. Comparado con lo que han vivido otras familias, fue una incomodidad pasajera", recordó. Pero después vino la segunda hija, Katja, "y por recomendación del médico mi esposa siguió con la dieta de alimentos y la nena no se enfermó nunca". Esta experiencia llevó a Guillermo a incorporar productos libres de proteína de vaca en su fiambrería "porque sé lo importante que es para quien tiene este problema".    

 

 

 "Los análisis, al principio, le dieron negativo"

 

Verónica Franco es la madre de Juan Ignacio, quien hoy tiene cuatro años. Contó que a los dos meses dejó de darle el pecho y pasó a alimentarlo con leche de fórmula. "Primero le dio como una dermatitis y se brotó toda la piel. Yo creía que era por la leche y lo consulté con la pediatra. Después de una semana esas ronchas se hicieron llagas y aunque los análisis al principio le dieron negativo, la doctora igual lo diagnosticó con APLV", recordó.

 

La mujer contó que "todo es prueba y error: le dan leche, esperamos una semana y vemos cómo reacciona. Si tiene problemas en la piel o cascaritas en la cabeza, es la intolerancia a esa proteína". La dieta la empezó su hijo con una leche hidrolizada, "que además de muy fea de gusto, es carísima. Al principio las obras sociales no la cubrían, recién a los dos años fue obligatorio por ley. Pero gracias a que tengo Dosep y luego de reclamarla al principio, ahora recibo los diez tarros por mes que necesito. Pero si alguien la tiene que comprar hoy cuesta 10 mil pesos cada tarro, es decir que para cubrir un mes se necesitan 100 mil pesos solo de leche".

 

Juan Ignacio tiene la alergia más sensible porque se brota la piel con solo tocar algo que pueda tener esa proteína, aun cuando no la haya ingerido. "Cuando Juani empezó con este problema no se sabía mucho de esta enfermedad, pero en estos últimos años he visto miles de casos. Y lo peor es que hemos descubierto que la gran mayoría de los alimentos industrializados contiene esa proteína", dijo Verónica.

 

Si bien aseguró que a ella le gusta cocinar y "pude cuidarlo a Juani desde el principio con la dieta, también hay muchas familias con este problema a las que les recomiendo que busquen en Facebook o en Instagram donde hay muchos grupos que publican recetas para que puedan cuidarse y no vivir angustiadas".

 

 

"Con Caetana empezamos una nueva vida"

 

Florencia Divizia es la mamá de Caetana, una inquieta nena de un año y nueve meses. El primer llamado de alerta que tuvo sobre la salud de su hija fue que "tanto mi familia como la de Sergio, el papá de Caetana, somos de gran contextura física. Sin embargo, Cae nació muy pequeña y en los controles que le hacía en los primeros cinco meses apenas engordaba 50 gramos, cuando lo esperable es que sean entre 300 y 500 gramos". Pero al llegar ese quinto mes comenzó con una diarrea que no se la podía controlar y, además, sufría porque se le paspaba la colita: "Entonces la pediatra me derivó a la gastroenteróloga infantil y ella me pidió análisis de sangre y, a la vez, me dijo que hiciera una dieta deslactosada. Pero la primera mamadera que le di con esa leche, le cayó mal. Y en cuanto le aviso a la médica, me dice que ya tenía los resultados y que Caetana tenía la famosa alergia a la proteína de la leche de vaca".

 

Entonces tuvo que empezar con la dieta de exclusión y, según contó, "ahí empezó una nueva vida para mí, porque esa proteína no solo está en los lácteos, también en muchos alimentos enlatados, procesados y preparados". Ambas tuvieron que hacer un cambio en sus hábitos alimenticios porque Florencia estaba amamantando.

 

La madre aseguró que tuvo que pedirle colaboración a toda la familia, que además es numerosa, y a sus amistades para que la ayudaran a que su hija pudiera alimentarse sin sufrir por la alergia. "Si no me hubiesen acompañado esto hubiera sido más difícil todavía. Además, ir al supermercado como antes, que lo hacía en media hora, se transformó en un trabajo de más de hora y media leyendo todas las etiquetas de los alimentos que quería comprar".

 

Pero a pesar de lo difícil que es esta patología, Florencia dijo que le enseñó "a comer más saludable y hoy la verdura y la fruta se han convertido en alimentos esenciales para nosotros". La mujer les aconsejó a los padres y las madres que estén en esta situación que "tengan mucha paciencia y dedicación, porque hay que modificar por completo las costumbres pero al final es un lindo camino para transitar si tenemos las herramientas necesarias".

 

 

 Redacción - NTV

 

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