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50 años de la muerte de Antonio Esteban Agüero

La responsable de "Mundo Agüero Editores" repasa la vida y la muerte del mayor poeta de la provincia. Y describe su vasta obra como el testimonio de un juglar que proclamó, a la medida de sus pasos, casi como un universal aristotélico, el mandato de vivir en poesía.

Por redacción
| 15 de junio de 2020

Por: María José Lucero Belgrano
        jo.lucero@gmail.com

 

 

Hablar del Poeta es una misión apasionante. Intentaré, humildemente, como un pájaro agüeriano, posarme en algunas ramas de su vasto universo, para enviar desde allí algunas postales.

 

 

Postal 1: Los dos poetas

 

A través de Berta Vidal de Battini, una de las más reconocidas escritoras de San Luis, podemos marcar dos etapas muy fuertes en la poética de Antonio Esteban Agüero, así lo recuerda ella en el prólogo de "Canciones para la voz humana", libro editado luego de su fallecimiento, recién en 1973.

 

La primera etapa lo fija como el niño poeta arraigado, en su casona de Merlo y al amparo de su madre, donde podía soñar, escribir e imaginar con libertad toda esa aldea circundante, ya intuyendo algunas certezas que luego corrobora en su segunda etapa, lejos de Merlo, con sus idas y vueltas, en un futuro político que lo convirtió en un poeta que luchaba, a su manera, por un ideal de libertad.

 

En el cortometraje “La verde memoria”, se narra parte de su autobiografía de infancia, donde se puede ver lo que Berta Vidal ya definía.

 

 

Postal 2: El humanista

 

Agüero situaba al hombre como centro de un humanismo que debía expandirse hacia la naturaleza, hacia la realidad de los cuatro elementos. Con igual énfasis, auguraba un futuro poco prometedor para un humanismo rodeado de los avances de la modernidad y de las tecnologías que venían en detrimento de ese ideal más libertario que él proclamaba.

 

 

Postal 3: Irse o quedarse, golondrina

 

En ciertas reflexiones acerca de Agüero, aparece el eco del llamado a su golondrina, esta golondrina que no lo invita al viaje sino a quedarse, y él asiente convencido: “Es mejor quedarse, golondrina”. En esta línea se define todo Agüero.

 

Irse o quedarse es un tópico permanente en la poética puntana, como en la literatura universal; escritores y escritoras que eligen su cuarto propio, a la manera de Virginia Woolf, o pequeño país, en Agüero.

 

El lugar físico y simbólico que eligen los escritores es un lugar desde donde verán el mundo y generarán una conducta poética a partir de esa elección.

 

Por ejemplo, la díada Rosales-Agüero, en la poética puntana, aparece como hilo conductor de escrituras del arraigo o del desarraigo, como bien plantean, el escritor Gustavo Romero Borri y el historiador José Villegas. Es una tensión permanente y muy rica de descubrir en la lectura de ambas obras.

 

“Yo pienso en Antonio Esteban Agüero un poeta como Pedroni, poetas amados por su pueblo y por su gente, poetas que no quisieron irse de su tierra, que se volvieron esenciales porque anclaron en la palabra de su gente. ¡Qué bueno que esas palabras vuelvan ahora a su pueblo y a todos nosotros! Leer y releer a Agüero me trae también, inevitablemente, la emoción de escuchar la voz de Alejandro Nicotra, en ese poema inmenso que es "El pan de las abejas". Son poetas de estéticas distintas, pero hermanados en los lazos que entrelazan palabra, sangre y geografía”. Decía estas palabras invalorables María Teresa Andruetto al responder el mail sobre la noticia de la reedición de Agüero, allá por 2017.

 

Un poeta del arraigo, que no es sinónimo de folclore o de regionalismo, es otro el “cantar” o el “decir” de este poeta. Es un decir que siempre está en completa transversalidad entre lo ancestral, lo terrenal, lo mundano, lo metafísico (no religioso) y lo futuro. Delia Gatica, muy temprano, ya afirmaba que este poeta no hablaba de un decir cualquiera, era un decir épico, nombrador y creador. También en Liberato Tobares podemos reafirmar que este decir es tan fuerte que se vuelve óntico. 

 

Agüero puede nombrar a Dios, a Dupuy, al crispín, al niño, a la mariposa, a las cebadoras de mate, a la luz, al algarrobo, al chañar, a las máquinas que crean estrellas, a Lugones, al poeta Conti, a la niña leprosa, a Juana Koslay, a Facundo Quiroga, al Amauta, a las palomas, a los cerros, a los amantes y hasta una aldea china. Todas palabras que son el reflejo de su diversidad y de su Voz humana.

 

Desde su aldea, que es su infancia, y desde su pequeño país, que es adultez y creación, va y viene quedándose en un mismo movimiento: el del vivir en poesía constante, tanto como ética, estética y política de una obra y de un escritor ineludible en la historia de la literatura puntana y argentina.

 

 

Postal 4: El moderno

 

Agüero es un poeta moderno en su época, anticipado y reflexivo. Buscador de un dios propio, simple, que intentaba tener, pero solo hallaba en la palabra, buscador del paisaje sin ser un paisajista.

 

Un buscador del tipo de poema que iba a saber expresar mejor su yo poético, moderno y clásico a la vez, métrico y asimétrico, rítmico, extenso y a la vez breve, podía sumirse en la brevedad sin perder esencia, desde lo extenso del "Digo el llamado" hasta este verso simple y llano tan hermoso: “Qué lindo es ser, por veces un corazón que canta”.

 

Ya en su poema "Canción para decir en la calle", anunciaba la necesidad de parar el mundo, para adentrarse en un mundo ajeno a este ruido y viajar al campo, tomarse un simple ómnibus al campo, ese era Agüero. La invitación a retirarse, a aquietarse para ser.

 

En el camino lector, se descubre siempre en las más simples líneas, en los detalles menos pensados, hitos que me mostraron de frente a este escritor, para lograr configurarlo indisociable de su obra. En este sentido, es importante vislumbrar que Agüero siempre está hablando de una ética y de una estética literaria. “No, yo no soy un poeta, simplemente soy un obrero que construye cantos”.

 

Me pregunto cuánta actualidad toman hoy sus textos de denuncia, en este momento de pandemia que vive el mundo, con los relojes parados, el calendario ocultado y las preguntas más profundas, para empezar a vivir en una nueva configuración del mundo.

 


Postal 5: Juglar de las cosas modestas…

 

Enlistaba largamente a la manera de Unamuno, como citaba Hugo Fourcade en sus trabajos, Agüero exalta así la memoria de las humildes cebadoras, los modestos paisanos con oficio propio o los guitarreros de su pago (en "Digo los oficios", "Digo el mate", "Digo las guitarras", etcétera).

 

Habla a sus vecinos, dice Paulina Movsichoff, él es el pueblo. En "Digo  los oficios" nombra los oficios rurales, toda esa América que está humildemente haciendo tareas.

 

Con motivo del lanzamiento de su última antología “Regreso al canto” (Mundo Agüero Editores, 2017), realizada por su hija María Teresa, en homenaje a los 100 años de su nacimiento, María Teresa Andruetto, la reconocida escritora cordobesa, Premio Hans Christian Andersen 2012, contaba en su reseña sobre el poeta que ella aún recita pasajes de "Digo el llamado" en su mente, recuerda varios poemas y hasta los versos de los pasajes donde se nombran aquellas cebadoras, las cebadoras de mate, nombre por nombre, y lamenta mucho haber perdido sus obras en las cajas de libros que no pudo llevar al sur, tras la última dictadura militar.

 

 

 

 

 

Postal 6: Sus influencias literarias, sus lecturas, su relación con artistas

 

En la Casa Museo de la Villa de Merlo, se reconstruyó de manera facsimilar la biblioteca completa del Poeta, como parte de su escritorio, con objetos y cuadernos, hasta con sus anteojos y lapiceras.

 

La biblioteca reúne títulos diversos, entre ellos, obras de Leopoldo Lugones, Rubén Darío, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Germán Avé-Lallemant, Sarmiento, Walt Whitman, José Martí, entre otros. En su habitación, totalmente reconstruida a la época, se pueden ver ejemplares de las conocidas revistas Reader's Digest.

 

Agüero mantuvo una gran amistad con el reconocido escultor Nicolás Antonio Russo, a quien aconsejó apodarse “de San Luis”, como los filósofos, que se apellidaban con el nombre de su ciudad (Tales de Mileto, Guillermo de Ockham). Ambos comenzaron un trabajo en conjunto, realizaron unos grabados para ilustrar el libro "Las cantatas del árbol".

 

 

Postal 7: Los artífices de la memoria

 

Diversas personalidades de la cultura, estudiosos, biógrafos y entendidos en la trayectoria del escritor trabajaron desde distintos puntos de vista en la obra agüeriana.

 

Cabe mencionar a Berta Elena Vidal de Battini, Delia Gatica de Montiveros, Dora Ochoa de Masramón, Hugo Fourcade, Jesús Liberato Tobares, Urbano J. Núñez, Mario Jofré, Alejandro Nicotra, Teresa Fernández, Perla Montivero, Cecilia Fernández de Gabriel, Beba Di Gennaro, Gustavo Romero, Alberto Jaimez, María Neder y Paulina Movsichoff. Todos ellos, en distintas épocas y con distintas motivaciones, aportaron enorme valor desde una mirada histórica y literaria a la biografía y obra del poeta. Tarea de enorme importancia a la hora de mantener viva la memoria de los escritores en la literatura provincial y nacional.

 

Hay quien dice que sabríamos o entenderíamos mucho menos de Borges si no hubiese existido el trabajo de Ricardo Piglia.

 

 

Postal 8: La muerte también como poesía

 

Antonio Esteban Agüero es un Poeta de la vida, tan lejos y tan cerca de los poetas malditos, de los infiernos y paraísos vividos, pero transformados siempre en palabra, en poesía, con una cosmovisión de profundo contenido vital.

 

La influencia de Federico García Lorca ha sido fundamental en Agüero, aunque este logró, entre pocos, la creación de un romancero con voz propia, alejado del típico Romancero Español, con versos propios, con menciones fundamentales a su entorno, a su mirada de niño y a un sentido por la simpleza o sutileza en cada palabra, que parecen elegidas una por una con la punta de los dedos. Y el ritmo inconfundible del comienzo de una de las mejores piezas: "El niño llegó del agua asombrado y conmovido…".

 

Quizás su "Romancero de niños" sea una de las evocaciones más bellas que podemos leer acerca de la muerte, pero, en este caso, a la muerte de otros, a las distintas y trágicas muertes de niños y niñas del monte.

 

 

Postal Homenaje

 

Paremos la marcha, hagamos el esfuerzo de leer estas palabras imaginando su fuerte voz, pensemos en la actualidad de lo que nos dice y mantengámoslo presente en la memoria literaria y cultural de San Luis.

 

“Ahora más que nunca la poesía se hace necesaria en el mundo, en este mundo mecanizado, parcelado, urbanizado, donde el hombre transformado en un triste y desvalido esclavo de las técnicas modernas añora, en la última raíz de su instinto, el perdido milagro de su divina libertad silvestre. Tal vez la poesía sea en este siglo el último refugio del hombre, del hombre auténtico, del hombre hijo de la Tierra y del Sol que lucha por conservar la belleza natural de su cuerpo y la libertad musical de su alma”. Esas palabras fueron pronunciadas por Agüero en la inauguración de la "Peña de Poetas y Escritores Jóvenes", en San Luis hacia 1952; y fueron citados en la revista Contracara, editada en San Luis en 1998.

 

 

 

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