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Por la pandemia, en 2021 cayó el número de donantes de órganos y tejidos

Aseguraron que durante la Fase 1, en 2020 se redujeron en un 85% los accidentes de tránsito y en un 35% los ACV (accidente cerebrovascular), las principales causas de muerte de los donantes.

Por redacción
| 31 de octubre de 2021

Luego de un 2019 con un récord para San Luis de 55 pacientes trasplantados, la pandemia por la COVID-19 y su consecuente confinamiento dejó a la provincia con números similares a los años anteriores a la promulgación de la ley 27.447 de 2018, llamada Ley Justina, que fue un faro de luz para todas las personas que esperaban un órgano o tejido para vivir.

 

Según explicó la responsable del Centro Único Coordinador de Ablación e Implante de San Luis (Cucai), Eugenia García, la enorme caída en los trasplantes y un crecimiento en las listas de espera de todo el país se debió a la estrepitosa disminución durante la Fase 1 de la cantidad de accidentes de tránsito y de muertes por ACV.

 

“El 2020 lo empezamos bien porque hubo donantes prepandemia, en enero y febrero, y después lamentablemente a partir de marzo cayó la cantidad de donantes. Observamos, a su vez, que en España, que es históricamente el país número 1 en trasplantes, pasaban semanas y no tenían donantes, y pensamos ‘¿qué nos queda a nosotros?’”, exclamó García.

 

Sin embargo, aseguró que se plantearon una estrategia de trabajo donde tuvieron en cuenta tres pilares: “Preservar al equipo de salud, priorizar a los pacientes en lista de espera y a los trasplantados, dos grupos de altísimo riesgo para contraer COVID-19 y con alta tasa de mortalidad, porque toman medicamentos inmunosupresores para no rechazar el órgano, es decir son medicamentos que bajan las defensas del cuerpo”.

 

 

García explicó que para que una persona sea donante “sí o sí tiene que padecer algo neurológico muy grave, ya que las funciones del cerebro, de todas las estructuras que hay en la cabeza, el cerebelo, el tronco encefálico y un montón de cosas que hacen que vos sigas tosiendo, respirando, que mantengas la temperatura de tu cuerpo, todo eso se regula en el sistema nervioso central. Cuando eso se pierde de forma definitiva e irreversible, es la muerte encefálica”.

 

“Lo que sucedió durante la Fase 1 hasta septiembre, que fue la primera ola, fue que se redujeron en un 85% los accidentes automovilísticos y el número de casos neurológicos por enfermedad de ACV, que es la principal causa de muerte de los donantes, también en un 35%. Entonces la cifra de pacientes neurológicos graves, que ingresaron a terapia intensiva, no solo en San Luis, sino en el país, cayó”, remarcó.

 

Contó que en el Hospital San Luis había dos terapias intensivas abiertas, una para pacientes COVID-19 y otra para los que no padecían la enfermedad. “A la terapia intensiva de personas ‘no COVID-19’ ingresaban todo tipo de casos y pudimos tener algunos donantes, pero el número fue similar al que hubo en el 2018 sin la Ley Justina. Fueron unos 9 por millón de habitantes, es decir una tasa aproximada de 4,5 donantes”, manifestó.

 

“Como la COVID-19 era algo muy nuevo, con la Sociedad Argentina de Infectología y la Sociedad Argentina de Trasplante se decidieron criterios más intensos para los casos sospechosos de coronavirus, porque ese órgano va para alguien que se va a inmunosuprimir y no tenía que haber ninguna duda con respecto a si era o no un contacto estrecho, porque se podía transmitir la enfermedad a alguien que no sabíamos cómo iba a reaccionar ante ese virus. Entonces extremamos los cuidados y por eso se descartaron muchísimos donantes”, sostuvo García.

 

Recordó que en febrero de 2021, cuando empezó la apertura y disminuyeron las restricciones en la provincia, comenzaron a aparecer pacientes con enfermedades neurológicas y algunos politraumatismos. “Hubo más accidentes de tránsito pero algunos se descartaron por ser COVID-19 positivo, inclusive gente que era asintomática. Luego, en la segunda ola, solo había terapia intensiva para casos positivos. Ahí nos afectó mucho más que en la primera etapa del confinamiento. Esto pasó de marzo de este año hasta agosto, que fue cuando empezaron a bajar los casos”, indicó.

 

“Este año llevamos 6 donantes por millón de habitantes. Todavía no termina el año, y como se redujeron muchísimo los casos de COVID-19 estamos muy esperanzados de que despacio reactivemos todo esto. A principios de octubre estuvimos en una reunión del Incucai en Buenos Aires, la primera presencial después de dos años, y hablamos de las problemáticas que, obviamente al haber menos donantes, prácticamente en un año y medio la lista de espera siguió creciendo. En Argentina, del mismo modo, estuvimos bastante activos, no como en otros países como México y Bolivia, que directamente no pudieron mantener el sistema de trasplantes”, advirtió.

 

 

Una ley que salva vidas

 

Tras la sanción en julio de 2018 de la ley 27.447 de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, también popularizada con el nombre de Ley Justina, se fortaleció el sistema de procuración y se agilizaron y simplificaron los procesos de donación y trasplante.

 

Inspirada en el caso de Justina Lo Cane, una menor de 12 años que murió en noviembre del 2017 en la Fundación Favaloro mientras aguardaba un trasplante de corazón, la ley establece que todas las personas son donantes, salvo que en vida hayan expresado lo contrario: habilita la ablación de órganos y/o tejidos a toda persona capaz mayor de 18 años que no haya dejado constancia expresa de su negativa. En el caso de los menores de edad, basta con la aprobación de uno de sus tutores.

 

“Antes de la sanción de la ley teníamos que preguntar a los familiares, si el o la fallecida no lo había expresado en vida, si querían donar los órganos. Con la modificación temíamos ir y en vez de preguntar, informar la donación. Pero la verdad es que les sacamos esa mochila a la familia, la presión de decidir en tan poco tiempo”, expresó García.

 

"Es un gesto impagable, y toda la vida le voy a estar agradecido"

 

En noviembre de 2016 Aníbal Villegas comenzó a sentir un fuerte dolor en la nuca. Como la sensación de malestar era muy alta, con su compañera, María Florencia Alfonso, decidieron ir al centro de salud cercano a su casa en Saladillo. Con la presión por las nubes (24/16), casi al borde de un paro cardíaco o de un ACV, Aníbal fue derivado al Hospital de La Toma. Allí los médicos logran estabilizarlo y lo trasladan al Hospital de San Luis, pero ese pico de presión le cambió la vida a la pareja para siempre.
 

 

"Me hicieron una biopsia para ver qué tenía y el diagnóstico fue nefroangioesclerosis, es decir, en el ingreso a los riñones las pequeñas arterias estaban obstruidas por la presión arterial y los caminos que tenía eran hacer diálisis, que tuve que empezar para poder sobrevivir, o un trasplante", contó Aníbal.
Pero en febrero del 2017, la única opción de supervivencia para Aníbal era un trasplante de riñón. "Fue una noticia que nunca me esperé, y mi mujer me dijo: 'Yo voy a ser la donante'", recordó.

 

Desde siempre. María Florencia y Aníbal llevan casi 20 años juntos. Foto: Héctor Portela.

 


"Estuve un año y 3 meses en diálisis, que fue el proceso hasta que me operaron", expresó.
María Florencia ya conocía el trayecto que debía recorrer una persona que necesita un trasplante. "Hace algunos años mi mamá le donó a su hermano un riñón, nosotros ya habíamos vivido el proceso de mi tío y sabíamos cómo era", afirmó.
 

 

Entonces, sin pensar más que en ver a su compañero bien, María Florencia se hizo los exámenes de compatibilidad y en junio de 2017 les dieron la fecha para la operación: 14 de febrero de 2018.
"Pensamos: 'Falta muchísimo', y salimos un poco bajoneados, pero no habíamos advertido que la fecha justo caía en el Día de los Enamorados, y esto fue un regalo de amor", expresó Aníbal.
 

 

Para María Florencia la cirugía fue un poco difícil. "Fue bastante doloroso el posoperatorio, pero una vez que pasó no tuve ningún problema, puedo hacer mi vida como siempre, solo tengo que cuidarme, como todo el mundo, en hacer ejercicio, comer sano y no subir demasiado de peso. Igual, desde que le diagnosticaron el problema en los riñones a Aníbal, toda la familia comenzó a comer mejor. Nos hizo bien a todos", aseguró.
Para ambos es sumamente importante que la gente sepa que donar órganos —como dice el eslogan— salva vidas. "Siempre digo que es importante tener empatía, ponerse en el lugar del otro, porque ese sufrimiento lo lleva adentro. También apelo a desmitificar el tema de la donación de órganos, porque mucha gente cree en leyendas urbanas. Deben pensar que la donación puede ayudar a mejorar o salvar la vida de una persona. Y lo que hizo Florencia por mí es un gesto impagable, del que le voy a estar agradecido toda la vida", expresó.

 

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