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Ña Cambicha, un proyecto familiar que crece cada día

Amor y dedicación son las bases de la inmensa apuesta que hicieron los Aguilar, que se dedican exclusivamente a la producción frutihortícola y de huevos respetando el ambiente.

Por María José Rodríguez
| 23 de mayo de 2021
La familia completa. Comprobaron que todos juntos pueden sostenerse económicamente y cuidar el medio ambiente. Foto: Ministerio Producción.

¿Qué es Ña Cambicha? “Un diminutivo cariñoso y femenino equivalente a 'Negrita', y el Ña es como doña”, dice la productora Andrea Aguilar, quien asegura que les gustó que las palabras fueran tan amenas y que por eso decidieron ponerle así al establecimiento, que mide dos hectáreas, en el que actualmente producen bajo el enfoque agroecológico frutas y verduras de estación, y también huevos.

 

El emprendimiento funciona gracias al amor, la dedicación y el esfuerzo que pone cada día la familia conformada por Héctor Aguilar y Francisca Wrubleski, los padres de Andrea; sus hermanos Martín y Noelia; y la pareja de la productora, Ezequiel Altamirano. "Entre todos hemos ido organizándonos de distintas maneras, encontrando nuevas capacidades. Cada uno participa desde la experiencia y los conocimientos que tiene, y las posibilidades de acción específica en las distintas tareas que demanda la actividad", explica Andrea.

 

“Los que iniciaron el proyecto fueron mis padres, que antes de instalarse en Las Isletas probaron suerte en Cortaderas y en Lavaisse, pero las cosas no les salieron como ellos soñaban. Este espacio es alquilado, pero tenemos posibilidad de comprarlo”, cuenta la mujer, y sigue: “Después formularon el proyecto en el Plan de Reactivación Frutihortícola, que propuso el Ministerio de Producción, y en septiembre comenzaron a recibir los mil plantines de pimiento y tomate, más los árboles de durazno, damasco, higo y ciruela que por ahora están pequeños, pero pronto empezarán a dar frutos”.

 

 

Para los proyectos de este tipo hay mucho apoyo del Gobierno provincial y de instituciones nacionales como el INTA (Andrea Aguilar)

Andrea reconoce que en aquel momento no supieron comprender de qué se trataba el emprendimiento. “Ahora sabemos que fue una propuesta visionaria por parte de mi papá. Él trabajaba en la escuela agraria y es quien tiene un mayor conocimiento en cuanto a la planificación y organización de la huerta, que cuenta con un sistema de riego por goteo”, afirma agradecida de haberse sumado al proyecto.

 

"Atravesamos momentos de sequía y mucho viento. Ambos nos afectaron bastante, pero pudimos planificar cómo enfrentarlos porque veníamos siguiendo las condiciones del clima, íbamos proyectando y colocando los plantines de acuerdo a cómo respondían. Tuvimos que esperar que terminara el viento para trasplantarlos, eso demoró un poco la producción", aseveró la productora.

 

Otro de los grandes desafíos que enfrentaron fue la inversión inicial de las instalaciones: "Siempre fue a través de las gestiones de la familia. Mi hermano, mi pareja y yo estamos abocados solamente a Ña Cambicha, no tenemos otro ingreso económico, así que estamos empujando permanentemente", dijo.

 

"Para combatir el granizo pusimos una malla de 200 metros que nos donó el INTA sobre los plantines de tomate que nos dio el Ministerio de Producción. El aporte de ambas instituciones nos parece una conjunción interesante de trabajo grupal, por suerte vimos pasar las tormentas, pero nos llegaron langostas, chinches, y tuvimos algunos hongos", contó Andrea.

 

 

 

“Apostamos a este espacio de producción primaria, pusimos el cuerpo, las ganas, el corazón y entre todos levantamos el espacio, también colaboraron amigos y vecinos, con los que estamos muy agradecidos”, expresó, y continuó: "Junto a Ezequiel recién volvíamos de México, ante las restricciones planteadas por la pandemia, además de haber estado fuera de Argentina, no teníamos una situación económica resuelta y sostenida, la verdad es que esta propuesta resultó superadora y tentadora".

 

En diciembre comenzó la cosecha de lechuga y distintos tipos de zapallos: verde, zucchini, criollo, plomo y anco. En el mismo mes comenzaron a comercializar, después sumaron acelga, rúcula, berenjena, algo de choclo, tomates y pimientos. El año que viene van a probar con sandías y melones porque no quedaron muy conformes. "Pero estamos aprendiendo, así que vamos a volver a intentarlo, la primera experiencia suma. Ahora se viene el gran desafío, vamos a sembrar rúcula, remolacha, espinaca, ajo, cebolla, repollito de Bruselas, brócoli, coliflor, lechuga y acelga", aseguró.

 

"Además preparamos conservas y dulces que se vendieron muy bien", afirmó, y añadió que armaron bolsones y los repartieron en Las Isletas, participaron en las ferias de mujeres de Lavaisse y la de mujeres productivas del INTA. El equipo hace distribución a domicilio en Villa Mercedes y para pedir tienen habilitada la fanpage de Facebook: Ña Cambicha o el teléfono al (02657) 1562-8211.

 

"Para este tipo de emprendimiento hay muchísimo apoyo por parte de distintas instituciones como INTA y el Ministerio de Producción. Gracias a ellos podemos imaginar que este proyecto se puede sostener en el tiempo. Otro desafío que nos propusimos fue recorrer el camino de la agroecología, cuando estamos rodeados de campos en los que se trabaja con monocultivos", contó.

 

 

Para adquirir la producción hay que comunicarse por la fanpage de  Facebook “Ña Cachimba” o al número 2657628211.

 

 

"Estamos en un proceso de aprendizaje constante, tenemos mucho trabajo físico grupal. Lo importante es entendernos, acompañarnos y tenernos paciencia. Hemos recibido tanto, que sentimos que tenemos que ser responsables y constantes porque los aportes son dados por organismos públicos, entonces estamos agradecidos por la confianza, las capacitaciones y la apertura económica. Es importante recibir acompañamiento cuando sos un pequeño productor", expresó, y siguió: "Nada de esto sería posible sin los procesos que hacemos como grupo y los aportes económicos de una jubilación y un sueldo de docente. Aunque sabemos que lleva alrededor de dos años darle la sostenibilidad y solidez que se necesita para vivir solamente de esto".

 

"Para todos los que están iniciando en este camino es importante que sepan que es todo un desafío, pero significa producir el alimento propio, si hay un pedazo de tierra es trabajable. Pero no solamente hace falta tierra, tiene que haber conocimiento, acceso a semillas y a sostener el proceso y el trabajo que implica un proyecto como este", afirmó Andrea, que se mostró feliz de ver que un deseo de años puede cumplirse, "a pesar de todo el sacrificio que implica sabemos que es saludable, es gratificante. Es vivir al ritmo del sol, estar en contacto con la tierra, el camino de lo orgánico es más difícil porque hay que lograr un equilibro natural entre muchos factores, pero se puede solidificar y aumentar. Es sumamente sano que se sumen cada vez más personas a este movimiento agroecológico", concluyó.

 

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