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Valeria Sánchez Lucero: "Ser legal es una nueva vida que voy a transitar"

Es la primera mercedina autorizada a producir y usar el aceite. Tras años de militancia, la mujer ingresó al registro nacional que la habilita a cultivar para calmar sus dolencias.

Por redacción
| 12 de junio de 2021
La acompañante terapéutica celebró el permiso y se sacó de encima el duro peso de la ilegalidad. Foto: Luciana Iglesias.

Valeria Sánchez Lucero vivió su infancia en una casa que fue declarada monumento histórico de Villa Mercedes y que en su fachada tiene inscriptas tres palabras: ciencia, justicia y trabajo. Esos conceptos marcaron a fuego su crianza, a tal punto que le fue muy difícil, ya en su adultez, consumir algo que no estaba legalizado, aun cuando representaba un bien para su salud. "Pero luego entendí que no todo lo que era ilegal no era ético. Por eso pude ponerme al frente a defender esta causa, junto a tantos otros", dijo quien acaba de convertirse en la primera mercedina autorizada para producir y utilizar cannabis medicinal.

 

 

Es que tras la reglamentación que el gobierno nacional hizo a finales del año pasado de la Ley 27.350 (que estaba aprobada desde 2017), la mujer fue dada de alta en el Registro del Programa de Cannabis (Reprocann), que es la entidad encargada de habilitar a los cultivadores, pacientes y médicos que quieren utilizar la planta con fines terapéuticos.

 

 

El vínculo de Valeria con el vegetal y sus beneficios nació hace prácticamente unos cinco años, luego de que buscara todos los medios para paliar el malestar que le generaban tres enfermedades: "Me diagnosticaron en una situación extrema, después de mucho tiempo de dolor y búsqueda, con fibromialgia, fatiga crónica y una más que está asociada a esas dos, que es la sensibilidad química múltiple. No siempre, pero en determinados momentos me molestan la luz y el sonido, y no los puedo soportar", reveló.

 

 

Esa condición la tuvo a maltraer durante por lo menos dos años, en los que también perdió un emprendimiento laboral en la venta de publicidad para diferentes medios de comunicación y en la que vivió épocas "desesperantes" para mantener su hogar con tres hijos.

 

 

El calvario tuvo un alivio cuando, por recomendación de una persona, probó la marihuana. "Fue un shock, porque a los diez minutos se me pasó el dolor físico, que es lo más grave de estas patologías, y eso me abrió un mundo nuevo de esperanza y de la posibilidad de que pudiera repetirse al otro día y tal vez recuperar el control de mi vida", recordó.

 

 

Y así fue. Porque Valeria pudo reponerse, estudiar una carrera universitaria hasta recibirse y ejercer de Acompañante Terapéutico. Al mismo tiempo, se mantuvo al frente de la cruzada por la legalización de la planta con usos medicinales, participó de prácticamente todas las organizaciones que trabajan por la causa en la provincia y no paró de formarse con diferentes especialistas. También fue becada por la ONG nacional Pensamiento Penal y por la asociación Educannar para capacitarse en la ciencia de la endocannabinología.

 

 

Sin embargo, el peso de la ilegalidad no dejaba de sentirse. "Lo sufrí mucho, no solo porque al exponerme públicamente me han robado las plantas, sino porque no podía acudir a la Policía por miedo a que me fuera peor a mí que a quien me hurtó. Tampoco podía viajar por no poder transportar la medicina con la que me rescato por día. Ha sido grande la carga y lo he tenido que trabajar mucho en terapia. Ser legal es una nueva vida que empiezo a transitar", confesó.

 

 

 

Más que una base de datos:

 

 

La ley que se aprobó en Argentina en 2017 no había dejado muy conformes a quienes militaban por despenalizar los tratamientos con cannabis. "Solamente cubría a la epilepsia refractaria y nos dejaba a muchos afuera. No fue justo y seguimos luchando. Ahora, el decreto presidencial que se firmó en noviembre de 2020, cada vez se concreta más y justo en el año más indicado, en el que hemos sufrido tanto por la salud", explicó la profesional.

 

 

Fruto de esa reglamentación, el Reprocann fue creado para llevar una base de datos de quienes están autorizados a producir y a utilizar la especie o asesorar como médicos. Sánchez Lucero consiguió una habilitación como paciente autorizada al cultivo y al transporte controlado. De esa manera, puede tener hasta siete plantas y hacer, con respaldo legal, el aceite que usa para calmar sus dolencias.

 

 

Para acceder al permiso tuvo que llenar un formulario con el aval de una profesional de la salud, que es la doctora Susana Scully del Policlínico "Eva Perón". "Cuando leí 'Aprobado' en la plataforma, primero no lo pude creer. Lo leí varias veces hasta que me di cuenta y fue un impacto porque uno ha militado mucho y creía que esto no se iba a dar nunca. Es un logro de muchas personas en conjunto y es la posibilidad de que otras pacientes que estaban muy cerca mío, porque tenemos un grupo de mujeres y disidencias que nos hemos unido para ayudarnos y contenernos, puedan tramitar esta autorización", dijo.

 

 

Para Valeria, las posibilidades que se abren son muchas y no solo para los tratamientos terapéuticos. "Es una planta muy útil para la industria. Tenemos un universo muy grande hacia adelante con una ciencia que es enorme y que no se estudiaba en las escuelas ni la facultades", avizoró.

 

 

Redacción

 

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