El coro polifónico Santa Lucía cumplió 22 años

Más de dos décadas pasaron desde que Gabriel Cornejo se animó a soltar la soledad en el templo religioso y motivó a los niños y jóvenes que asistían a la iglesia de Guadalupe para que canten en la misa de cada fin de semana.

El catequista interpretaba solo junto a un órgano las canciones que se entonaban en la celebración religiosa y vio como una necesidad el armar un coro con otras voces que embellezcan y le canten a Cristo con toda pasión y sentimiento.

Así le dio vida al coro de niños de la iglesia que, a través de los años, mutó en el actual coro polifónico Santa Lucía que cumplió 22 años el pasado 17 de septiembre y sigue firme como una gran familia luego de aislamientos y restricciones.

Nos sentimos llenos de gracia y bendición con la mente puesta en los proyectos que llegan para cerrar el año". Gabriel Cornejo, director del coro polifónico Santa Lucía.

 

El grupo, que está conformado por veinte coreutas más su director Gabriel, ensaya cada sábado un repertorio de música sacra y luego despliega su talento en la Santa Misa que se celebra en la iglesia de Guadalupe.

Abiertos a nuevos desafíos, el coro se siente bendecido por Dios que, según aseguró Cornejo, los guía "en cada paso y no nos dejó caer en plena pandemia".

Al ser un grupo tan grande, los músicos tuvieron que suspender los ensayos y presentaciones durante 2020 y recién en febrero de 2021 volvieron al ruedo. Luego tuvieron que cerrar sus puertas en abril y regresaron victoriosos en julio para seguir ensayando.

"La música nos alimenta el espíritu y es la que nos guía para seguir adelante", expresó el director que vio la oportunidad de armar un coro cuando observó que en la iglesia surgía la necesidad de que más voces le cantaran a Dios y a su Virgen.

"Muchos de los niños que comenzaron en los inicios hoy son hombres de bien que siguen firmes junto al coro. Es un orgullo muy grande sentir que formamos parte de sus crecimientos y motivaciones", agregó Gabriel quien tenía 23 años cuando fundó el coro polifónico.

Para los miembros de la agrupación, ese grupo es una gran familia unida por un lazo fraternal que se ensancha a través de los años. "Pasa el tiempo y crece la amistad, la seguridad y el acompañamiento codo a codo con cada coreuta", agregó Gabriel, quien también expresó que las puertas de la parroquia están abiertas de par en par para quienes deseen incorporarse en el coro, ya sea con o sin experiencia previa.

Durante la semana, los coreutas también practican y brindan clases de perfeccionamiento para quienes deseen empezar de cero y sumarse al grupo.

"Los ensayos cuentan con un trato y un aprendizaje tan particular que logran que quienes experimentan por primera vez la música sacra la vivan como si formaran parte de ella desde siempre", concluyó el director.