Ángela Leiva hizo bailar a unas seiscientas personas en Comuna

Poco antes de comenzar el recital en San Luis, alguien le recordó a Ángela Leiva que era la segunda vez que tocaba en la provincia. Cuando lo dijo ante el público, la respuesta fue de algarabía, pero la cantante y actriz se apresuró en bajar los ánimos, por única vez en la noche: “Que haya venido dos veces en 13 años es algo que está mal, voy a tener que venir más seguido”.

La cantante bailó e hizo bailar durante una hora y cuarto a unas seiscientas personas en Comuna. Con un repertorio compuesto de canciones sobre amores imposibles, secretos y prohibidos, Ángela jugó el papel de despechada que tan bien le queda al género tropical hecho por mujeres.

“A ver adónde están las solteras…”, gritó Leiva en la primera frase de la noche para encabezar el divertido “Solita me voy”, el tema que abrió el recital tan arriba que de entrada entregó uno de los momentos más movidos de la noche.

El público la había recibido encendido por la previa musicalizada con La Delio Valdez, Luis Soloa y el Grupo Pasión, Américo y otros referentes de la cumbia global. Cuando Leiva salió al escenario, la necesidad de baile era muy alta.

Para construir su carrera musical, anterior a la de actriz que le valió reconocimiento, Leiva usó algunos clásicos y los combinó con composiciones más recientes que encasillan a los protagonistas en conductas diversas, no siempre adorables.

“A ver adónde están los enamorados…”, lanzó la cantante como segunda convocatoria, que sirvió para comprobar que en el recital había más solteras que parejas.

Los juegos del amor aparecen siempre peligrosos en el mundo Leiva, ya sea por las canciones como por lo poco que contó de su vida personal. “Antes tenía un radar para gente como los que describe esta canción, ahora ya no”, dijo la actriz antes de interpretar “Cobarde”.

Los temas, la mayoría en clave de cumbia, tienen a protagonistas que han sido engañadas o sostienen una relación ambigua con su pareja y, sobre todo, con las amistades. O con las parejas de sus amistades. Cuando bajó un poco los decibeles e hizo un set solo de piano con baladas, Ángela sorprendió con la interpretación de “Cuando me acuerdo de ti”.

“A ver adónde están los mentirosos”; fustigó un rato más tarde la cantante y la respuesta superó a las solteras y los enamorados, aunque no como una autodescripción del público sino como un señalamiento de ese defecto al otro, en la mayoría de mujeres hacia hombres. En las canciones de Leiva los varones engañan más seguido y con más impunidad.

“Todos los hombres son iguales, unos caraduras”, dijo la cantante, acaso sin medir lo peligroso de ese pensamiento y antes de extender la charla sobre las falsedades con “El me mintió”, el clásico de Amanda Miguel. Luego siguió con una serie descalificativos, ninguno tan grave ni dicho en tono de denuncia, sino más bien como parte de un juego jocoso.

Con una banda compuesta por percusión, vientos, acordeón, bajo y teclados, Leiva pisó el escenario con soltura y dijo no querer decir malas palabras cuando se refería al sexo opuesto por la presencia de algunos menores entre el público. La cantidad de chicos se duplicó cuando la organización abrió las puertas y permitió que el centenar de personas que seguía el recital del otro lado del alambrado, sin pagar la entrada, en su mayoría familias completas, pudiera ingresar.

La cantante hizo con singular pasión “Amiga mía”, que popularizaron Yuri y Valeria Lynch y que cuenta la culpa de una mujer por enamorarse de la pareja de su mejor amiga. Al rato llegó la contrapartida con “Amiga traidora”, uno de los mayores hits de su carrera, que pone a la protagonista ahora como víctima de un engaño.

“A ver adónde están las amigas traidoras”, preguntó finalmente Leiva, envalentonada pero no tanto, ya que fueron pocas las espectadoras que recogieron el guante. La conclusión indica que entre los seguidores hay muchas solteras, menos enamorados, algunos mentirosos asumidos y muy pocas chicas dispuestas a desear el hombre ocupado. O al menos a reconocerlo en público.