La UNSL fabricó 500 goteros de aceite de cannabis medicinal

La Universidad Nacional de San Luis (UNSL) produjo 500 goteros de aceite de cannabis con fines medicinales que se destinarán a pacientes con diversos padecimientos. El desarrollo fue un trabajo conjunto de la Asociación de Usuarios y Profesionales para el Abordaje del Cannabis (Aupac) con base en Rosario, el Programa Cannabis UNSL y el Conicet, y se llevó adelante en los laboratorios del Instituto de Investigación en Tecnología Química (Intequi-UNSL).

"Es el producto de una asociatividad importante que se ha dado y que venimos trabajando desde el programa. Articulamos entre lo que es una asociación civil, conformada por profesionales y por usuarios, con profesionales científicos de la universidad y del Conicet, para poder optimizar y mejorar el protocolo de extracción y de preparación de fitopreparados que tenía esta asociación y que viene implementando hace mucho tiempo", explicó el director del Programa Cannabis UNSL, doctor en farmacia, investigador y docente Francisco Cecati.

Recordó que la universidad y Aupac firmaron un convenio marco de colaboración y que luego, a través de un permiso del Ministerio de Salud de la Nación, pudieron trasladar desde Rosario florescencias secas de cannabis sativa.

Todo el proceso de extracción y elaboración del aceite se hizo en la universidad. En total, se fabricaron en un lapso de cuatro días 500 goteros de 30 mililitros, compuestos de resinas de cannabis disueltas en aceite de oliva y sésamo. "El módulo clínico de la asociación abastece entre 300 a 400 usuarios", apuntó el investigador. A ellos, en la provincia santafesina, les llegarán los aceites.

"Aquí lo que se realizó justamente fueron el diseño y la optimización en lo que es la extracción de los bioactivos. Se prepararon diferentes resinas con distintas composiciones de cannabinoides y a partir de ahí se armaron aceites con diversos quimiotipos y ratios de CBD y THC", detalló.

Si bien la aprobación con fines medicinales comenzó a dar sus pasos concretos el año pasado (tras demoras en la reglamentación y la creación de un registro de cultivadores), pacientes, sus familiares, científicos y médicos han probado con éxito el cannabis para tratar enfermedades relacionadas al dolor crónico y otras como la epilepsia.

"La experiencia es para poder brindar un poco las instalaciones, el equipamiento y los saberes, y lograr una trazabilidad en todo el proceso de producción, de acompañar con controles cada uno de los pasos y poder otorgar un producto que tenga una calidad garantizada y sea inocuo", apuntó.

Además, Cecati marcó que se hicieron otros controles, como microbiológicos, de metales pesados, de solventes residuales y toxinas. "Queremos empezar a estandarizar todo este proceso que se viene haciendo en muchas asociaciones del país y articularlos con la universidad para que podamos hacer siempre lo mismo, de una manera controlada, cuidadosa en las instalaciones correspondientes y con el tratamiento pertinente", agregó.

"La idea es poder también replicar en algún momento esa misma iniciativa en San Luis, con actores locales", concluyó el investigador.

Uso industrial

Al uso medicinal ya reglamentado desde 2020, este año el Congreso Nacional aprobó la ley de uso industrial del cáñamo, que permitirá desarrollar proyectos que van desde lo textil a lo alimentario.

Redacción/MGE