Vigilar la calidad del agua para asegurar la vida

La vigilancia de la calidad del agua para el abastecimiento a la población y el uso ganadero comienza en su origen, es decir, en embalses, ríos y pozos, continúa en las plantas de tratamiento de agua potable y a través de su paso por la red de distribución hasta que llega al consumidor.

Eliana Giorda es licenciada en Ciencias Biológicas, actualmente cursa un máster en Gestión y Auditoría Ambiental, está a cargo de la Gerencia de Fiscalización en San Luis Agua, cuya misión es vigilar la calidad del agua en diques, ríos y arroyos, como también el ingreso de agua cruda en acueductos y canales que abastecen a las plantas potabilizadoras e industrias.

Esta gerencia se creó en abril de este año y su objetivo inmediato es tener todo el equipamiento y tecnología para realizar análisis, ya que actualmente están tercerizados.

Por la amenaza latente de sequía en los principales ríos, relacionada al calentamiento global, hoy se encuentra trabajando con el monitoreo de algas de cara al cambio climático y su potencial toxicidad en el agua potable.

“Es muy importante este trabajo, por ejemplo, en el río Quinto, la Municipalidad de Villa Mercedes en conjunto con la Universidad Nacional de San Luis realiza un monitoreo de cianobacterias, que son las principales que afloran cuando empiezan los calores y liberan una sustancia que es tóxica para las personas, incluso para bañarse, ya que están en alta cantidad e irritan la piel, por lo que tampoco se recomienda el baño”, explicó a Revista El Campo.

Para ello, están tomando muestras para analizarlas en microscopio y dejándolas en formaldehído para seguir observándolas: “La idea es seguir con la medición del índice de algas en los ríos, así como determinar el índice trófico que define qué vida útil le queda al dique respecto a lo que agregamos al sistema como seres humanos”.

Los fenómenos que acortan la vida de los diques es la acumulación de sedimentos y eutrofización, que se da cuando se aportan más nutrientes de lo que generalmente puede depurar el agua de un dique, río o arroyo, que naturalmente puede degradar ciertos contaminantes, según explicó.

“Se le dice contaminantes porque están por encima de los valores. Por ejemplo, el nitrógeno y fósforo siempre están presentes de manera natural en valores normales, pero cuando están en exceso el sistema no alcanza a depurarlos, se empieza a concentrar y hace que exploten algas, disminuyendo la luz que penetra, complicando a los peces y comienza a producir olores”, precisó Giorda.

Todo elemento anaeróbico comienza a degradarse en ausencia de oxígeno y eso genera malos olores, como el sulfuro de hidrógeno y el metano, típico después de la descarga del dique, se evapora y emite olor a huevo podrido, ilustró. “Esto es súper común y no es tóxico en ciertas cantidades, pero es una cuestión que hace a la aceptabilidad de agua”, agregó y aseguró que este año no observaron situaciones por fuera de la normal.

Por ejemplo, dijo que el nitrógeno en agua, con 13 miligramos por litro es el máximo para un dique y este nivel no se alcanzó, ya que actualmente están en 1 miligramo, lo que sin embargo indica que está presente este elemento químico, lo cual desencadena toda una reacción.

Entonces la idea de la Gerencia de Fiscalización es generar en distintas épocas, como ya lo hizo en invierno y ahora le toca el verano, monitoreos para tener comparaciones, aunque el plan es hacerlo en las cuatro estaciones del año para producir la estadística que permitirá predecir cómo todo está variando cada vez con más intensidad por la sequía y el estrés hídrico. Con ello se concentran más los contaminantes.

También observó en las perforaciones que, al no llover, se concentran más las sales, como el arsénico y el flúor y eso genera una alerta.

Potabilización

Estos monitoreos también alcanzan desde este año los procesos de potabilización. Si bien es una competencia municipal, en algunos casos delega en cooperativas, el Ministerio de Salud controla el agua de grifo dentro de las viviendas, hospital y centros de salud, mientras que San Luis Agua corrobora cómo entra el agua cruda y en base a eso será el proceso que realizará la Intendencia.

Este año visitaron 70 plantas potabilizadoras y les quedan un par en el sur provincial. “Hacemos un diagnóstico sobre el estado de la planta y la calidad se controla junto con el Ministerio de Salud para que se cumpla con lo exigido por el Código Alimentario. Además, interviene el Programa de Infraestructura Hídrica porque es el que hace las obras en las plantas”, describió.

Los resultados de estos análisis son entregados a los municipios, acompañados de sugerencias, aunque en el mismo momento que los visitan ya preguntan cómo mejorar el proceso de potabilización.

“Lo más común que observamos es que cuando limpian los filtros lentos de esas plantas, sacan toda la arena y la vuelven a poner y eso raspa los bordes, porque debe ser una arena especial, aspecto que se desconoce”, advirtió la profesional.

En agosto pasado San Luis Agua ofreció una capacitación para casi 200 operadores de todos los municipios y cooperativas. La dictó un magíster ingeniero químico que trabaja en el Ente Provincial del Agua (EPA) de Mendoza y la Universidad Tecnológica de Cuyo, un profesional con larga experiencia en procesos de potabilización.

Para Giorda, nadie mide el caudal que ingresa a las plantas y calculan la cantidad de productos para echar de acuerdo a la capacidad de las piletas.

“Por ejemplo, si con estos cálculos erróneos echamos de más sulfato de aluminio, a la salida tendremos aluminio. Esto tiene un límite dentro del Código Alimentario, que debe tenerse en cuenta”, alertó. Lo mismo advirtió sobre el cloro, porque si echan de más, además de perder dinero porque son productos muy caros, “estamos generando compuestos clorados con nitrógeno que son cancerígenos”.

Es tan delicado este aspecto que por ello “somos sumamente minuciosos en los análisis de todos los compuestos, ya sean metales pesados, compuestos orgánicos, plaguicidas, algas, toxinas de las cianobacterias a la salida, parámetros físicos y químicos comunes”.

La funcionaria indicó que de acuerdo a esos anáisis se ve cómo está funcionando la planta y se le hace una devolución al municipio o cooperativa.

El sector informático de San Luis Agua se encuentra trabajando en un nuevo sistema al cual se le cargó información de todas las plantas, con datos resultados de análisis e informes con la idea de interactuar con cada comuna para que ellos también suban sus análisis diariamente, que sería lo ideal y enriqueciendo este sistema de calidad de agua provincial, según valoró.

El plan de esta gerencia es volver a visitar todas las plantas potabilizadoras, además de asistir ante denuncias en la calidad de agua, tanto en diques, ríos y arroyos, en una acción conjunta con la Secretaría de Ambiente para descartar la presencia de algo tóxico. “De esta manera logramos que los vecinos y productores nos ayuden con el monitoreo de calidad”, proyectó.