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Enrique de Rosa: "En criminología no hay que esperar"

El psiquiatra, perito forense y especializado en medicina legal recorre las mentes de los involucrados en los crímenes en busca de las situaciones o acciones que puedan dar el pie para resolver casos emblemáticos. ¿cuál es el perfil de un asesino?

Por redacción
| 26 de diciembre de 2022

El psiquiatra forense Enrique De Rosa explica cómo funciona la mente de los asesinos que están sueltos en las plataformas de streaming, en la memoria de la gente y, otros, en las calles. Explica el interior de la mente de los casos más emblemáticos del país, Ángeles Rawson, las hermanas satánicas y Ricardo Barreda, entre otros.

 

Da Rosa, que se especializa en Medicina legal y forense, Neurología y legista, que fue perito en el caso María Marta García Belsunce, analiza las conductas y formas de actuar de los condenados por homicidio para llegar a una conclusión aterradora: el real perfil de un asesino es, justamente, no tener uno. 

 

 

—¿De dónde nace el término locura?

 

—Es un término general y vulgar, pero no hay ninguna enfermedad que sea la locura. Es la denominación genérica, se desprende de “locus” que es aquel que no está en el lugar, la palabra viene de la antigüedad no es que la adaptamos ahora. Lo que pasa que la gente no podría hablar entre sí diciendo, no sé, “es una esquizofrenia paranoide por un tumor frontal” decimos este tipo está loco y está bien.

 

 

—¿Hay un perfil de asesinos?

 

—El tema con ellos es que a las personas, justamente, en asociación les cuesta ver que son gente relativamente normal, pero que cometen actos aberrantes. No son monstruos que vienen preparándose. Los homicidios los cometen personas, en algún punto, de forma inesperada y eso es lo que los hace peligrosos.

 

 

—Pero ¿tienen conductas esperables?

 

—En criminología no hay que esperar, sino mirar qué es lo que esa persona o situaciones indican y, a partir de eso, ver si se pueden hacer hipótesis, realmente no se puede considerar a algo como habitual. Cada uno reacciona de una manera, pero sí es cierto que hay una especie de franja de respuestas esperadas que es a la que tendemos a ir.

 

 

—¿Quien comete un asesinato tiene, necesariamente, algún tipo de trastorno o patología?

 

—No, en realidad es uno de los clichés. El enfermo mental estadísticamente es la minoría de los casos, no la mayoría. Obviamente, una persona tiene que tener un perfil de personalidad, que es otra historia; rasgos con otras características que rozan con lo psicopático y demás. Es decir, para los neuróticos, que somos los que tenemos contacto con la realidad, nos deprimimos y nos angustiamos, tenemos una serie de frenos inhibitorios y demás. Son ellos los que nos impiden incluso tener esa fantasía de matar al otro. Eso tiene que ver con la personalidad y no con una enfermedad, sino con un cuadro esquizoide.

 

 

A los homicidios los cometen personas, en algún punto, de forma inesperada y eso es lo que los hace peligrosos". Enrique de Rosa, psiquiatra.

 

 

—¿Qué sucede con esos cuadros?

 

—Es lo que vemos que ocurre, por ejemplo, cuando una persona en situación de calle ataca a un policía o crímenes como parricidios. Hubo un caso muy famoso de las hermanas satánicas que mataron al padre a cuchilladas porque pensaban que la casa que alquilaban estaba poseída por entidades malignas. Esos casos ocurren, pero no es lo habitual.

 

 

—¿Qué pasa con aquellos que asesinan por segunda vez?

 

—Tienen una especie de naturalización, es como la violencia de género. El hombre que, de alguna manera, pasó la etapa de pegarle a una mujer, naturaliza el hecho y en los homicidios sucede lo mismo. A nosotros nos parece tan tremendo, pero a ellos no. Esas son las personalidades peligrosas.

 

 

—Están de moda las series sobre asesinos, una de las que más resonó fue la de Jeffrey Dahmer…

 

—El caso de Dahmer es emblemático para la criminología, porque tenía muchas patologías involucradas. Es un caso donde la psicopatología juega mucho, uno de esos aspectos es el trastorno de la personalidad, pero que en realidad había bastantes componentes de perversión y uno puede hablar de muchas patologías. Había varios de ellos como de naturaleza en cuanto a la identificación sexual, cuestiones de canibalismo, necrofilia y demás. Ahí sí entra en el capítulo de lo que son las perversiones y comportamientos patológicos que están relacionados con algo que es de alguna manera reprendido o no considerado como normal por esta cultura.

 

 

—Tenía trastorno límite de la personalidad, es un término que se escucha mucho en asesinos seriales...

 

—Son personas, Dahmer lo tendría como un agregado, que estallan y tienen una intolerancia a la frustración tremenda, tienen cambios de carácter muy bruscos y, sobre todo, está la cuestión de la impulsividad y el pasaje al acto sin frenos inhibitorios. Él tenía eso, pero bastantes cosas más.

 

 

—Otro caso muy recordado es el de Ricardo Barreda, ¿hasta qué punto el hostigamiento es un mitigante al momento de asesinar a alguien?

 

—Lo pueden llevar, lo que pasa es que uno tiene ciertos componentes y estrategias neuróticas que hacen que no optemos por esa medida ¿Qué haríamos los neuróticos? Enojarnos, gritar y muy factiblemente irnos, más que otra cosa. Por ejemplo, en una pareja uno aguanta y en un momento se va, tanto el hombre como la mujer. Frente al acoso, uno no planifica un homicidio como fue el caso de Barreda, porque ahí hubo todo un plan, no es que encontró de casualidad una escopeta, sino que la tenía guardada en un lugar y se la había regalado el suegro, entre otras cosas que hizo premeditadamente. Esa es otra historia, pero sí es cierto que él sostenía o soportaba una relación de maltrato y abuso emocional y psicológico crónico que sí es un caldo de cultivo.

 

 

—¿Cómo es en los uxoricidios?

 

—Ese es el caso de la muerte de la pareja, cuando las mujeres matan al hombre ante una situación límite y en un momento asesinan. Pero ellas tienen un agregado, piensan que si no lo hacen pueden morir, cosa que no era el caso de Barreda, lo de él era abuso psicológico.

 

 

—En "The staircase", la serie basada en el caso real de un escritor que encontró a su pareja muerta en el pie de la escalera, él ya había presenciado una muerte en las mismas condiciones ¿cómo repercute vivir un mismo episodio traumático?

 

—Esto es muy interesante, en ese caso se sentenció que él no fue, pero en realidad la hermana de la víctima vuelve sobre todo eso, pero todos pensaron que no era el escritor. Sin embargo, estas son las cosas que hay que pensar en por qué una persona reacciona de tal o cual manera, a veces es porque hubo una serie de traumas y taras que tiene aprendidas. Son situaciones traumáticas que no pudo trabajar de otra manera, pero traer a colación estos hechos es fundamental. Una persona reacciona como puede y, aunque a veces es de una manera no habitual, lo que le trajo a colación fue lo que sucedió.

 

 

—En la teoría opuesta que lo puso como culpable ¿qué tan factible es que busque recrear secuencias conocidas?

 

—En criminología uno trata de hacer patrones: puede ser absolutamente que lo repita o, por oposición, que lo evite. La posibilidad existe, pero con lo que hay que quedarse es con la idea de que esta persona no solamente es un factor, sino que es un cúmulo de factores que se articulan con eso. Cuando uno analiza de uno por vez no se entiende, pero cuando empieza a ver todos los otros elementos logra ver cómo se hilan. Separados, en una de esas, no aportan porque son eso, hipótesis, y es parte de la cuestión pericial que a veces se plantean constantemente hipótesis, pero puede que no empiecen a cerrar unas con otras.

 

 

—¿Cómo lidia el cerebro con la incertidumbre? ¿no es innato elaborar teorías?

 

—Sí y es un error porque impide la claridad del tema. Si yo fuese por su provincia, por ejemplo, y veo algunas partes voy a decir que son millonarios, pero si veo otras quizás diga que son pobres. Qué hace uno, se informa, viaja y averigua. Es el cúmulo de datos el que va a dar una verdadera respuesta, en este caso, de cómo es San Luis. Pero no lo diría a partir de datos aislados, de todas formas es muy habitual que se saquen conclusiones de esa forma.

 

 

—¿Hay factores que puedan determinar por qué nos llaman más la atención algunos casos que otros?

 

—Eso tiene que ver por un tema de imitación entre los medios, por ejemplo, el caso de Ángeles Rawson que fue asesinada en una zona cercana a los canales. Recuerdo que uno de ellos me fue a buscar y me llevó hasta la zona, no podía creer la cantidad de móviles, yo no había visto nunca eso. Tenía que ver con que era fácil, había un culpable emblemático, que era el padrastro de ella y, luego, con cómo empieza a medir en la pantalla. Homicidios de ese tipo o de otros hay en cantidad, pero uno se instala y ahí no largan el hueso los periodistas midiendo el rating. No hay mucho más que eso, porque crímenes horribles hay todos los días, nada más que algunos logran, por alguna cuestión, atrapar la atención, entonces son tomados por los medios y después los otros entran en competencia.

 

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