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"Meteretes", el rey de los titiriteros

Son fundadores de la compañía del arte titiritero y del grupo de teatro independiente Árbol Verde. También autores y creadores de la mayoría de sus obras y personajes.

Por Johnny Díaz
| 27 de marzo de 2022
Romero Gatica y Suárez, en una de las tantas obras que ellos generaron y hacen arriba del escenario. Fotos: Marianela Sánchez/Gentileza.

Nuestra pasión por los títeres nació hace unos 32 años, fue para el cumpleaños de mi hija Rocío. Ese día, mi señora Graciela, quien siempre tuvo una veta artística para entretener a los niños invitados, ideó con cartones de una heladera un teatrino, usó algunos juguetes, entre ellos unos ositos de peluche y así representó a Mickey y Minnie, dos famosos personajes de Walt Disney. Hasta mi hijo Adrián participó en ella, esos fueron nuestros inicios”, señala Juan Carlos Romero Gatica, director del grupo de teatro independiente Árbol Verde y de la compañía de títeres “Meteretes”.

 

Romero Gatica dice que en 2007 se animaron a trabajar abiertamente en escuelas, cooperadoras, plazas, barrios o en donde los convocaran. Graciela Ester Suárez, enfermera pediátrica, estudiaba el profesorado de Educación Especial y también teatro. Eso le facilitaba tener buena llegada a los niños que "son el pulmotor de todo”, asegura.

 

“Mi señora y yo fuimos capacitados por Gabriel Ernesto Arias.  Yo la acompañaba en todo, sin descuidar el teatro hasta que comenzamos a incluir títeres en nuestras presentaciones, fue muy gratificante todo. Así nació que en nuestra casa de la calle 9 de Julio construimos una minisala privada con capacidad para unas 40 a 60 personas. En ese lugar presentamos obras, hacemos recitales de guitarras criollas, les damos participación a los cantautores sanluiseños que quieran dejar su impronta y obviamente están los títeres. Es un espacio cultural muy concurrido, también se la conoce como 'La Casa de los Títeres'”, agrega.

 

Alejo Sosa les pagó una capacitación anual y el matrimonio no la rechazó, al contrario, se puso a trabajar para mejorar la calidad de sus espectáculos. “Teníamos clases dos veces por semana, se hacían amenas y con mucho contenido infantil y social”, recuerda.

 

Graciela Ester comenzó a viajar a Buenos Aires cada quince días, donde recibía clases en el Museo del Títere. “Con el tiempo se sumó mi hija Rocío que de niña nos acompañó, tenemos cimentada una buena formación”, añade.

 

“La primer obra de títeres que representamos fue ‘No te rías ratón’, nos animamos a salir a plazas, escuelas, cooperadoras y también en la sala de pediatría del hospital donde mi señora prestaba servicios”, precisa. “Nos acompañaban Doly Celis, profesora de la escuela de educación especial (Apadis), y mi hija Rocío que ya se estaba capacitando en el Museo del Títere, además me ocupaba de la música, la escenografía y el sonido”.

 

El director de “Meteretes” puntualiza que con su señora ahondaron en la búsqueda de leyendas, historia, flora y fauna  ligada al patrimonio cultural de San Luis.

 

Así surgieron varias obras que por mucho tiempo fueron vistas como "La Pericana", una leyenda huarpe bien de San Luis. Afloró de lo que les contó la madre de Pascuala Guaquinchay, una familia descendiente de los pueblos originarios en las tierras de Guanacache. Consiste en que en la siesta en La Represita, dos niños no resistían la tentación de jugar bajo la sombra de un viejo algarrobo y a la orilla de la represa desobedeciendo a la madre, una mujer que nunca había olvidado un hecho triste sucedido en su infancia asociado a la aparición de "La Pericana", la reina del desierto lagunero. Los niños nada entendían de eso, pero mientras jugaban y se divertían recibieron un susto paralizante con una nueva aparición de "La Pericana”.

 

 

 

 

Romero Gatica también recuerda a "Huayra, el guerrero enamorado", basada en la leyenda del viento Chorrillero con actores y títeres de mesa, una obra con máscaras y danzas folclóricas. “La historia transcurre en el Valle del Chorrillo donde habitaban los Michilingües. Ahí germina un romance entre Huayra, el guerrero, y Arocena Koslay, hija del cacique Koslay. La llegada de los españoles a conquistar esas tierras presenta el nudo del conflicto. Además de adueñarse de esas tierras, uno de los conquistadores se enamora de Arocena. Una historia bien puntana tratada desde el arte, la propuesta es acercarle a la gente el trabajo artístico a través de una obra que habla de nuestras raíces”, explica.

 

Otra producción de mucha repercusión fue "La niña de la verbena", que se desarrolla en un bosque donde vive la duende de las flores Anahí, el grillo periodista Dagoberto, la hormiga Margarita y Chicharrito, quienes se ven convulsionados por la lectura de la fábula de la cigarra y la hormiga. La lectura provocó el enojo de Margarita porque decían que era mezquina, pero fiel a sus sueños, al trabajo y al arte. Así lograron superar esa situación y ser felices. “En esa obra rescatamos varios valores como la amistad, la solidaridad, la dedicación al trabajo y cultivar el arte. Deja la enseñanza que ir en busca de un sueño es válido y que ser artista es una forma de trabajo; difunde, pone en valor el patrimonio musical y las danzas nativas de San Luis”, rescata.

 

Son innumerables las obras para títeres escritas por Suárez y Romero Gatica, entre ellas "Pepita Chupetina", "La granja del revés", "La flor de la esperanza", "Chicha y Margot", "Alboroto en el gallinero", "La flor de Clota", "Milagro" (relacionada con el Cristo de la Quebrada), "Una flor para otra flor", "Chicharrito y las hormigas", "Las flores del rey", "Kunturi en el país de las maravillas", "La súper abuela", "Arlequín", "Reciclín y reciclón", "El cercano oeste", "Pichiciego" y "La abuela cuenta cuentos". Además, en preparación están "Duende arco iris", "Granaderos puntanos" y "Ruta de dinosaurios".

 

Juan Carlos se apura en aclarar que todos los títeres que utilizan en “Meteretes” son creación propia de la compañía a su cargo. “Nos encargamos de armar los títeres, generalmente son de calabaza o de tela, se pintan, se sacan muecas y gestos, es como darle vida por así decirlo. Además, de acuerdo a la obra, hacemos el vestuario de cada uno de ellos. Lo mismo ocurre con el vestuario, en nuestras danzas siempre estamos identificados con el personaje”.

 

“Muchas de nuestras obras —continúa— están acompañadas de una pequeña escenografía y ponemos especial énfasis en el teatro de títeres en miniatura. Son pequeñas obras de no más de dos minutos utilizando viejas y desaparecidas cámaras fotográficas acondicionadas para la oportunidad. Se las denomina ‘lambe-lambe’, a veces se usan cuerdas, varillas o las manos, son muy comunes en Brasil. Para ver una obra de esa naturaleza, el niño coloca el ojo donde antes estaba el visor de la cámara y así sucesivamente”.

 

En San Luis hicieron cuatro obras con esa técnica: "El Milagro", "Pichiciego", "Rodeo de un toro" y "Una flor para otra flor". "No descuidamos la técnica del teatro de papel, donde hasta el teatrino es diferente. También obras del teatro de papel, un teatrino distinto donde presentamos un cuentacuentos de títeres y la última es 'La leyenda del eclipse del sol y la luna', la sacamos de una publicidad callejera en una ruta de San Luis”, señala.

 

Romero Gatica recuerda que unos titiriteros de Cuzco, Perú, les regalaron el títere de un cóndor con la condición de que hicieran una obra relacionada a ese personaje que había llegado herido a San Luis. Así nació "El cóndor en el país de las maravillas", donde actúan personas y títeres. "El cóndor viaja por los departamentos de San Luis, en Pringles visita La Carolina, en Ayacucho El Salto Escondido, en Belgrano las Sierras de las Quijadas, en San Martín se queda a vivir en el Salto del Chispiadero no sin antes pasar por El Bajo de Véliz en Junín, Las Salinas del Bebedero en Pueyrredón, en el sur visita las lagunas y en Pedernera la olla del Morro, pero él opta vivir en Las Chacras. Tratamos de no perder la identidad de la puntanidad, hacemos obras que puedan dejar un mensaje histórico y cultural”, admite.

 

El director del colectivo teatral Árbol Verde y de “Meteretes” revela que viajaron dos veces a Cartagena, Colombia, y una a Cuzco con obras de su autoría. También recorrieron una buena parte del país e hicieron una gira por Buenos Aires. “Hacer títeres en el Museo del Títere es lo más gratificante que hemos vivido, es la meca de todo titiritero, es como cumplir un sueño”, asevera orgulloso.

 

Juan Carlos es empleado de la Cámara de Diputados de San Luis, está casado con Graciela Ester Suárez, enfermera pediátrica y docente, con quien tienen tres hijos y ocho nietos.

 

“Todo lo nuestro es artesanal, vamos haciendo todo de manera que nada quede librado al azar, reciclamos hasta botellas descartables, siempre estamos pendientes de que podamos dejar algo en el mundo de los títeres. Este año es difícil, ya somos grandes y esperamos dejar un legado educativo. Vemos con agrado que los chicos hasta de 13 años se interesan por nuestro trabajo, hay más niños que niñas que se sienten identificados con los títeres, incluso compran los personajes y eso no deja de ser gratificante para todos quienes hace más de 32 años hacemos obras de títeres, siendo hoy la única compañía en San Luis”, sentencia. 

 

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