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La campaña en el Conlara pasó por todas las pruebas

Los productores sufrieron con el calor extremo del arranque de enero, festejaron la llegada de las lluvias para recuperar terreno y terminan preocupados por las heladas tempranas.

Por Marcelo Dettoni
| 10 de abril de 2022
Maíz. El cereal está en pleno proceso de llenado de granos luego de pasar un verano difícil y un arranque del otoño en el que sorprendieron las heladas tempranas a toda la región agrícola provincial. Fotos: Revista El Campo

La campaña 21/22 tuvo un comienzo bastante bueno en el Valle del Conlara, luego llegaron los vaivenes: calor extremo en el arranque de enero, lluvias reparadoras y, cuando todo se encaminaba a tener buenos rindes, heladas tempranas que ponen en duda el resultado final. La revista El Campo consultó al ingeniero agrónomo Marcelo Bongiovanni, quien además es productor y docente-investigador de la FICA, para conocer de primera mano cómo se desarrollaron los cultivos de verano en la  franja que va de La Toma a Santa Rosa.

 

“Veníamos con una buena condición de la campaña anterior, que había tenido bastante lluvia, lo que desembocó en buenos rindes en general. Las abundantes precipitaciones del otoño recargaron los perfiles, fueron entre 100 y 150 milímetros entre abril y mayo. Eso permitió arrancar la siembra con buenas reservas de agua en el suelo”, recordó el profesional, dueño de un establecimiento en Tilisarao. “Durante la primavera también hubo lluvias temprano, en septiembre y principios de octubre fueron entre 30 y 40 milímetros. Eso permitió adelantar la aplicación de herbicidas para el control de malezas, en barbecho y en presiembra, llegando con buenas condiciones a la implantación de los cultivos”, agregó.

 

Y siguió: “Noviembre fue bastante bueno, alrededor de 100-120 milímetros en la zona, valores normales para la época; pero ya diciembre resultó más flojo (60 a 70 milímetros). La buena condición de humedad desde noviembre, permitió que una vez que hubiera la temperatura adecuada del suelo arrancar con la siembra en fecha. Maíz temprano, soja y sorgo, y luego los maíces tardíos en diciembre”.

 

Las precipitaciones de enero en el Valle del Conlara oscilaron entre  10 y 50 milímetros, los valores más bajos de los últimos 50 años.

El problema fue enero, porque empezó a faltar el agua y no vinieron las tormentas usuales de fines de año. “La última fue el 20 de diciembre”, recuerda el ingeniero. Recién comenzó a llover la segunda semana de febrero. “Toda la zona estuvo complicada, salvo alguna situación puntual al sur del valle, lo que va entre La Toma y La Punilla, hasta Villa del Carmen. Esa región tuvo un poco más de agua en diciembre y enero, que le permitió soportar la sequía y las temperaturas extremas, que estresaron los cultivos. De La Toma al norte, hasta el límite con Córdoba fue todo más complicado”, repasó.

 

Las precipitaciones de enero oscilaron entre 10 y 50 milímetros, tomando un promedio de registros de distintas localidades, cuando la media en la zona oscila entre 110 y 120. “Fue el valor más bajo de los últimos 50 años, si analizamos datos de la localidad de Tilisarao. Pero en algunos casos, es el registro más bajo de los últimos 97 años. El lugar más castigado fue entre Tilisarao y Concarán, pero al resto no le fue mucho mejor. Sumado a que tuvimos muchos días de alta temperatura, de más de 35 grados, que generó estrés hídrico y también térmico, con el consecuente daño a los cultivos, sobre todo los más tempranos”, aseguró Bongiovanni.

 

El alivio vino recién en febrero. El 11 cayó la primera lluvia importante. “En el mes cayeron entre 90 y 95 milímetros en la zona, lo que permitió que los lotes que zafaron de la sequía y de los golpes de calor de enero pudieran recomponerse y seguir en carrera para tener un rendimiento aceptable. Claro que hay pérdidas en muchos lotes, en algunos totales, y en otros parciales”, reconoció.

 

Entrado marzo siguieron las precipitaciones importantes (70-80 mm), agua que ayudó a los cultivos a transitar la etapa final de llenado de granos. Las temperaturas fueron normales, lo que también fue positivo. “Estamos a la espera que estas condiciones de buenas temperaturas y de humedad continúen en abril, aunque ya sufrimos heladas tempranas, lo que les pegó a los cultivos sembrados en diciembre, sobre todo al maíz”, lamentó el productor.

 

Para tener una idea del faltante de agua, basta decir que el acumulado de la campaña es de 530 milímetros en promedio, son unos 150 debajo de la media normal para la zona. “Básicamente es el faltante de enero y lo que llovió de menos en diciembre", dijo.

 

“Hubo muchos lotes que pasaron de la siembra directa al laboreo convencional. Fueron los más perjudicados porque les faltó cobertura", Marcelo Bongiovanni.

 

Los altibajos del maíz

 

El cereal fue otra vez el cultivo más importante, algo que se repite desde hace tres campañas. Superó a la soja en cuanto a intención de siembra en la zona y en toda la provincia. En el Conlara ocupó el 55% del área cultivable. “En general, si vemos una distribución de siembra, un 30% se hizo con fechas tempranas, fines de octubre, principios de noviembre. No es lo adecuado porque el período crítico de floración cae en enero, que es muy dispar. Y este año lo demostró”, dice Bongiovanni.

 

El otro 70% de los lotes de maíz se hicieron a fines de noviembre y en la primera quincena de diciembre. Con buenas condiciones hídricas para la siembra, son los que lograron soportar el estrés hídrico de enero. Pero los sembrados después del 10 de diciembre, también fueron afectados por las heladas tempranas de fines de marzo. 

 

“A nivel producción, la sequía de enero le pegó fuerte a los maíces tempranos. Empezaron a florecer justo en la primera semana de enero, hasta el 20. Fue el período de temperaturas extremas, justo en el período crítico del cultivo, donde se define el número de granos/m2, que es el principal componente del rendimiento del maíz. Por eso hubo pérdidas fuertes. De manera preliminar, se puede estimar que de todo el maíz sembrado hay 15% al 20% de lotes muy afectados por la sequía. En muchos habrá muy baja producción (pérdidas superiores al 50%), o en algunos casos directamente no se van a cosechar. Estos lotes quedarán como cobertura, y en otros casos, terminarán como destino ganadero”, describió el ingeniero agrónomo.

 

 

En las siembras tardías las pérdidas serán menores, pero estarán por debajo de lo esperado al principio de la campaña. Respecto a lo temprano, lo que se sembró tarde está mucho mejor. “Hay algunas pérdidas puntuales, sobre todo donde no se hizo un manejo acorde, pero la mayoría de esos lotes, como pasaron en etapa vegetativa durante enero y tenían un acumulado de agua en el perfil, pudieron soportar las altas temperaturas", explicó Bongiovanni.

 

“El cardo ruso fue una maleza que reapareció en la zona debido a que se movió mucho la tierra y crece cuando hay sequía", Marcelo Bongiovanni.

Cuando empezaron las lluvias en febrero se recuperaron bastante y pasaron la etapa crítica reproductiva con buena humedad. Empezaron a florecer y avanzaron con el llenado de granos en marzo. Las heladas tempranas de los últimos días de marzo afectaron principalmente a los lotes sembrados del 10 de diciembre en adelante. La mayoría se encontraban llenando granos (en etapas de R5 a R5.5). Los lotes tardíos fueron poco o nada afectados ya que se encontraban finalizando el llenado o en madurez fisiológica (R6), al momento de la ocurrencia de las heladas.

 

"Todavía no hay certezas sobre rindes, pero el impacto de la sequía y las heladas tempranas influirá en una baja de rendimiento que puede llegar, en promedio, al 40% o 50% de lo esperado. “Ojalá se pueda salvar al menos el costo de la inversión. Los buenos precios internacionales y los del mercado local van a compensar los efectos nocivos del clima, al menos en parte”, espera Bongiovanni.

 

 

La soja también fue golpeada

 

Las sojas de primera más tempranas se sembraron a principios de noviembre y las últimas, a fines de ese mes. También hubo algunos lotes de soja de segunda (bajo riego) sembrada después del trigo. Las sojas más tempranas también sufrieron mucho más las condiciones metereológicas de enero, pero no tanto como el maíz porque estaban en etapa vegetativa o comenzando la reproductiva. “Se notó en que hubo un menor desarrollo en altura, menos producción de biomasa y de área foliar, determinando un menor rendimiento”.

 

"A la llegada de las heladas tempranas, la mayoría de los lotes habían alcanzado la madurez fisiológica (R7), por lo que no fueron afectadas. Solo algunos lotes más tardíos que estaban en R6 van a tener mínimas pérdidas; y los pocos de segunda, que estaban llenando granos, van a tener una disminución en el rendimiento más importante", evaluó.

 

Al igual que con el maíz, los mejores lotes son los que se sembraron más tarde porque la floración y el llenado de granos lo hicieron en febrero. “Si bien los afectó la sequía, la buena condición en la etapa crítica les dará un rendimiento mínimo aceptable para cubrir los gastos y tener alguna ganancia, porque también hay buenos precios para la soja”, se esperanza Bongiovanni.

 

No hubo muchos problemas de plagas, aunque debieron hacer aplicaciones para controlar las isocas defoliadoras. “Empezaron a aparecer después de las primeras  lluvias, al igual que las chinches. En la soja muy golpeada a veces se duda en aplicar, pero mientras se pueda salvar, el productor trata de hacerlo para proteger el cultivo y no perder más rendimiento”, asegura. En soja también es difícil estimar rindes, pero dice que no van a ser altos. “Al igual que en el maíz, las pérdidas estimadas de rinde estarán entre el 40% y el 50% de lo que se esperaba. Cuando entren las máquinas tendremos los valores reales”.

 

La superficie sembrada con soja fue del 40% del total, muy por debajo del área maicera. La oleaginosa ya está en la etapa final del ciclo. La cosecha comenzó en algunos lotes durante esta semana y alcanzará su pico a mediados de abril.

 

 

Otros cultivos

 

En el Valle del Conlara volvió el girasol, pero no ocupó una gran superficie, el área estuvo concentrada entre Naschel y La Toma. Fue una decisión impulsada por los buenos precios. “La mayoría ya tuvo aplicaciones con herbicidas para secarlos, evitar el daño de palomas y comenzar con la cosecha. Fueron siembras tempranas y más al sur tuvieron mejor condición porque no impactó tanto la sequía. De Naschel al norte el daño fue mayor, con lotes más complicados”, describió Bongiovanni, quien estimó que el girasol ocupó entre el  2% y el  2,5% del área cultivable total. La cosecha del cultivo está bastante avanzada, y los rendimientos obtenidos oscilan entre 1.200 y 1.800 kg/ha.

 

En cuanto al sorgo granífero, también está bastante complicado. “Se sembró temprano con buena humedad en el perfil, porque los productores apuntaron a hacerlo antes de la soja. El problema vino en enero, como con el resto de los cultivos. Si bien el sorgo es más tolerante a la sequía porque entra en un estado de latencia ante el estrés hídrico, lo que es una herramienta importante, al ser tan largo el período con escasas lluvias (entre 50 y 60 días) la planta atrasó su ciclo. Recién en marzo empezó a panojar y a llenar granos, cuando debería haberlo hecho en febrero. Aquí también las heladas hicieron mucho daño porque llegaron antes de la fecha promedio, que es entre el 10 y el 15 de abril”. Las pérdidas en este caso se estiman que van a ser altas (más del 50-60%).

 

530 milímetros es el acumulado de lluvias que lleva el Valle del Conlara en la campaña estival. Son unos 150 milímetros menos que el promedio histórico. Es en general lo que faltó en enero.

Es un cultivo que también sufrió al pulgón amarillo como en toda la zona central del país. “No había registros en 2021, pero sí este año. Hubo que hacer aplicaciones, es una plaga muy agresiva y  si uno se descuida baja mucho los rindes”, aseguró el productor.

 

Como datos anexos a la campaña, quiso destacar que hubo situaciones de manejo que complicaron más a los lotes, también muchas malezas resistentes y un alto costo de los insumos, principalmente los herbicidas. “Entonces hubo muchos lotes que salieron del sistema de siembra directa y pasaron al laboreo convencional. Esos lotes, al quedar sin cobertura, acumularon menos humedad en el perfil y cuando llegaron las altas temperaturas fueron los que primero cayeron. Acumularon menos agua y la perdieron más fácilmente por falta de una cobertura adecuada en el suelo. La disminución de la estructura y la porosidad del suelo, por el laboreo, determinaron una menor capacidad de acumular agua en el perfil”, advirtió.

 

Bongiovanni calculó que, históricamente, entre el 90% y el 95% se cultiva con el sistema de siembra directa, pero este año hubo una reducción de entre un 5% y un 10%.

 

También apuntó que las aplicaciones de herbicidas se complicaron por falta de maquinaria disponible en tiempo y forma y condiciones meteorológicas no adecuadas, lo que provocó en muchos casos escapes de malezas. Esta situación se vio ayudada por el estrés hídrico y el térmico  y, que determinó un menor desarrollo de los cultivos, dejando más espacio para las malezas por no cerrar el surco. “La maleza siempre tiene ventaja ante situaciones adversas”, asegura. 

 

Los principales problemas se dieron con rama negra, yuyo colorado y cardo ruso, una maleza que había desaparecido en la zona, pero al moverse muchos lotes y por sequía, tuvo condiciones ideales para volver a generar problemas.

 

No faltó tampoco el granizo, que pegó duro en la primera semana de marzo en cercanías de Naschel.  “Afectó varias hectáreas, con pérdidas en algunos casos totales. Lo poco que se había salvado de la sequía lo terminaron de liquidar el granizo y las heladas tempranas”, lamentó en la despedida.

 

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