20°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

20°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

EN VIVO

Dos viejos íconos en la ciudad

Los construyó el Banco Hipotecario a fines de la década del 60 en la intersección de la avenida Lafinur y 9 de Julio. Se adquirían con un préstamo o por sorteo. Cada torre tiene 51 departamentos. Muchos fueron reformados y hoy la mayoría están alquilados.

Por Johnny Díaz
| 04 de septiembre de 2022
1991. Los edificios construidos por el banco Hipotecario Nacional en la avenida Lafinur, cuando tenía mojones para delimitar el tránsito. Foto: archivo de El Diario.

En la segunda mitad de la década del 60, el banco Hipotecario Nacional presentó en San Luis un proyecto innovador. Tenía la intención de levantar unos edificios sobre avenida Lafinur esquina 9 de Julio, en una superficie estimada en 3.754,63 metros cuadrados de los que, 55,62 metros eran sobre la avenida, 68,52 por 9 de Julio, 59,05 sobre el pasaje Nicolás Avellaneda y unos 62,05 al norte colindando con radio Nacional.

 

Nadie lo podía creer, la ciudad de San Luis tenía por esos años 50.333 habitantes. De ellos, 23.821 eran hombres y 26.512 mujeres, sobre un total provincial de 183.460 personas, según el VI Censo Nacional de la Población, Familias y Viviendas. Además de ser una ciudad muy arraigada a sus tradiciones y costumbres, la calles en su mayoría eran de tierra, incluida la avenida que carecía de servicios básicos como un buen alumbrado, señalización y parquización. De hecho, Lafinur era por ese entonces el acceso principal a la ciudad para quienes arribaban de Mendoza y Chile.

 

 2022. La avenida Lafinur tiene un tránsito fluido. Al fondo, los tradicionales edificios junto a un mural del último encuentro de grafiteros. Fotos: Inés Cobarrubia/Héctor Portela.

 

Nada privó a las autoridades bancarias y comenzó la construcción de dos torres de seis pisos cada una. Toda una innovación edilicia. El banco las identificó como edificio A con el frente sobre el pasaje Nicolás Avellaneda y el B con la fachada principal sobre avenida Lafinur al 424. Cada una de ellas tendría 51 departamentos de uno, dos y tres ambientes destinados a las familias sanluiseñas y se inauguró en 1969, según dicen sus habitantes.

 

Había que inscribirse, sacar un préstamo para la vivienda y esperar un sorteo. En principio no fue buena la aceptación de los interesados, las dudas ante la iniciativa bancaria iban en aumento, pues tenían en cuenta que la ciudad contaba —por ese entonces— con innumerables terrenos para la construcción de viviendas sociales, aunque nada se hacía para que el proyecto continuara. Por otro lado, la construcción se veía como vanguardista, futurista.

 

Hoy, 52 años después, se constituyen como los primeros edificios verticales, también denominados de “alto”, que se construyeron en San Luis, después del conocido edificio "de los militares” sobre San Martín, entre Belgrano y Pringles.

 

Son pocos los propietarios de aquel momento que habitaban el lugar: muchos ya no están, otros alquilaron, algunos vendieron o quienes los heredaron cierran sus puertas como para una inversión a futuro.

 

 Pioneros. Marta Edith Benaro y Nelli Funes Guiñazú son de las primeras habitantes. Atrás, Alberto Ruggirello. Fotos: Inés Cobarrubia/Héctor Portela.

 

Nelli Funes Guiñazú, psicóloga y jubilada de la Universidad Nacional de San Luis, es una de las pioneras del lugar. Llegó con su madre María Rufina Guiñazú de Funes, y desde noviembre de 1970 habita su departamento del primer piso. “Lo compré con un préstamo del banco Hipotecario. Tiene dos dormitorios, living, cocina, pasillo, baño y un balcón que ocupa todo el largo del departamento. Le hicimos algunas mejoras, como, por ejemplo, machimbramos paredes, otras fueron empapeladas y reformamos baño. Para nosotros era toda una novedad, pero era nuestra casa. Recuerdo que por esos años trabajaba en la Dirección del Menor y la Familia y prestaba servicios en el Hogar del Niño. Me era incómodo para viajar por lo que compré un Fiat 600 usado, pero no sabía estacionar, era miedosa para manejar, entonces muchas veces el auto quedaba en el edificio y yo viajaba en colectivo hasta que aprendí.  Recuerdo como vecinos a Miguel Camargo, la señora de López, José Tiviroli, y su esposa Marta que era psicóloga y decana de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNSL. Y al escribano Silva que falleció en Europa”, dice Nelli.

 

 Administradora. Gloria Bula es la encargada de que todo funcione bien. Fotos: Inés Cobarrubia/Héctor Portela.

 

“Camargo fue presidente del consorcio, bajo su gestión se cambió el frente del edificio, se modernizó mucho, además se hicieron las cocheras, las pocas que habían estaban bajo el ala del edificio, pero él hizo otras, cada uno de nosotros tiene acceso a dos autos. El consorcio nos fue devolviendo lo que habíamos gastado. Todo fue muy claro y quedamos satisfechos con su trabajo. Hay que tener en cuenta que todas las calles eran de tierra, tristes y mal iluminadas. Era un barrio solitario, pero muy lindo”, agrega.

 

Según los libros de actas del consorcio, los primeros vecinos fueron, entre otros, Susana López, Amalia y Cecilia Yelpo, Calderón, la escribana Susana Chávez, Marta Ojeda, Alfredo García Garro, Patricia Camargo, Elba Aguilar, Marcelo Bugetti, María Fernanda Viggiano, Barnardo Marchevsky, Patricia Morales, Elcira Fondevilla, Eduardo Marchevsky, Susana Arizo, Fernanda Viggiano, Ana Branzuel, Virginia Giraudo, Guillermo Lehnc, Susana Limp y la familia Pastor.

 

 Escalera. Ubicada al costado de los ascensores, amplia y siempre limpia. Fotos: Inés Cobarrubia/Héctor Portela.

 

Marta Edith Benaro cuenta que hace 52 años que vive en el edificio conocido como Monoblok Lafinur B. “Lo recibí de una herencia de mi tía Dolores del Carmen Martínez, quien, junto a mi abuela Ana Romero de Martínez, habían comprado este departamento. Nosotros somos de San Jerónimo y habíamos quedado huérfanos, éramos cuatro hermanos: yo de tres años, Ana Encarnación de 5, que murió en Mendoza, Eva del Rosario de 8 años y mi hermano Juan Jacobo que es gendarme. Mi madre murió a los tres días de haber nacido mi hermano y nos cobijó mi tía Dolores que era cuñada de mi madre”, relata.

 

“Cuando joven —dice Marta— trabajaba en la carnicería de Mainero, en Lavalle y Caseros, después pasé al supermercado La Colosal y me jubilé como empleada administrativa del Ministerio de Gobierno Justicia y Culto de la Provincia. Con el tiempo pasamos a vivir todos juntos en este edificio y al fallecer quien nos crió, en 2003, yo heredé el departamento”.

 

Marta Edith dice que su soltería acabó hace tres años cuando conoció en un crucero a Brasil a un ingeniero electrónico de la Philip; Alberto Ruggirello. “Estuvimos más de un año conociéndonos y hoy estamos juntos”.

 

“Habitamos un departamento de un dormitorio. Cuando mi tía falleció hice algunas reformas internas, menos el balcón que lo hizo Dolores. Vivíamos muy bien, ella era como mi madre, siempre recuerdo que hace muchos años tendíamos la ropa en la terraza, hoy no se puede, debe ser por razones de seguridad”. En relación al barrio, Marta recuerda que le preguntaban: "¿Cómo vamos a vivir cerca de un cementerio? Es horrible me decía en mi desconocimiento. Hoy estamos sobre una avenida muy importante para nosotros. Ha cambiado muchísimo la ciudad, la zona es muy linda y estamos muy bien”.

 

 Fachada. Con los años, el consorcio del edificio fue modernizando el ingreso de Lafinur 424. Fotos: Inés Cobarrubia/Héctor Portela.

 

Teodoro Rodríguez, exportero de Torre Avellaneda, dice: "Ingresé a trabajar en 1970, el edificio se había inaugurado en 1969. Vivimos 49 años en el departamento que nos habían asignado. Pasé buenos momentos porque ahí viví una vida con mi familia, mi señora Ana María Luján, que ya no está. Mis hijos Antonio Marcelo y Mariana Alejandra crecieron y se educaron viviendo en ese lugar. Había gente buena y gente mala, como en todos lados". Recuerda con cariño que cuando nació su hijo él estaba en Córdoba cuidando a su hija internada y que cuando volvió "se había agrandado la familia". Hoy jubilado y retirado de toda actividad vive en el barrio Lucas Rodríguez.

 

Gloria Bula es la administradora del edificio B de avenida Lafinur, dice que hace siete años que está en esas tareas. “Soy la encargada de todo lo que son las expensas, mantenimiento estructural, ascensores, proveedores, espacios comunes y compartidos, limpieza en general, cocheras, jardinería y todo tipo de refacciones, roturas y pintura que le competen al consorcio. El resto es tercerizado previo análisis de dos o tres presupuestos y la aprobación del consorcio que se reúne cada dos meses y se renueva cada dos años”.

 

La mujer compró un departamento hace muchos años y hace siete que le ofrecieron el cargo. Es la presidenta del Consejo de Administración, "cargo que nadie quería ocupar y fui elegida previa votación de los vecinos", recuerda.

 

"Es un trabajo full-time que necesita mucha dedicación. Tenemos cámaras en el acceso y toda la seguridad posible, nunca pasó nada, pero bueno, hay que estar prevenidos. Siempre hemos tenido una sana convivencia con todos, con algunos más que otros, pero todos tiramos para el mismo lado, a veces compartimos asados, mates, café, reuniones familiares, juegos de cartas o tareas de jardinería. Siempre hubo mucha colaboración de todos", explicó Gloria.

 

La encargada tiene tres hijas: Sheila, que estudia Historia; Mariana Abril, Bioquímica, y María Celeste, Medicina. "En los últimos años la pandemia nos frenó mucho, pero cuidamos y aplicamos todos los protocolos, estamos organizados de la mejor manera”, agregó.

 

Gloria dice que el último portero, Miguel Rossi, se jubiló por una cuestión de edad cuando llegó la pandemia y que se sintió su ausencia, pero que siempre hubo un orden de convivencia.

 

“En el consorcio estamos analizando cambiar el nombre del edificio. El mellizo de este ya lo hizo, se llama Torre Avellaneda, nosotros analizaremos y votaremos la elección. Este es uno de los edificios más antiguos de San Luis, un ícono para la provincia”.

 

Jhonny Díaz/ALG

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo