15°SAN LUIS - Sabado 27 de Abril de 2024

15°SAN LUIS - Sabado 27 de Abril de 2024

EN VIVO

"El Tigre", a los golpes por la vida

Había nacido en La Plata, pero eligió vivir y morir en San Luis. Era un buscavida. Dueño de una buena oratoria, daba sus discursos en las esquinas del centro puntano y en el comedor de la UNSL. Admiraba a Perón y era fanático de Boca.

Por Johnny Díaz
| 03 de octubre de 2023
Personaje. Después de un tiempo en la cárcel, acusado de un crimen, Rodríguez gritó su libertad en la puerta del Poder Judicial de San Luis. Foto: archivo El Diario /Rubén Carbonell.

Dicen los especialistas que los personajes son la fuerza impulsora de una historia. Ellos crean y hacen avanzar su trama, tanto por la forma en que interactúan con su entorno o por el modo en que lo perciben. Además, algunos tipos de personajes ilustran y personifican el tema de la historia. Y este sería el caso de "El Tigre", un verdadero personaje aquerenciado en San Luis, llegado de La Plata, provincia de Buenos Aires.

 

Mario Oscar Rodríguez fue "El Tigre", quien nunca imaginó que con el correr de los años sería tan popular, mientras muchos lo idolatraban y a otros les molestaba.

 

Supo aprovechar su verborragia y su oratoria, que seguramente aprendió sentado en los umbrales de las puertas de calle o en el cordón de una vereda aprovechando el calor del solcito sanluiseño.

 

"El Tigre" era un vago, una persona sin trabajo ni domicilio fijo, vivía de la limosna o de algún alma caritativa que le acercaba un plato de comida. Dormía generalmente en casa de personas como él o donde lo encontrara la noche.   

 

Se apuraba en decir que cuando llegó a estas tierras era vendedor de productos químicos y que un problema conyugal lo había alejado para siempre del seno familiar. Acá se lo conoció por su fanatismo hacia Juan Domingo Perón y Boca Juniors. Se paraba en una esquina cualquiera —aunque prefería las del microcentro o cerca del comedor universitario— y, sin ningún pudor, sacaba de muy adentro su idolatría por el líder justicialista enarbolando las banderas del peronismo.

 

 

Diarero. En Junín y Rivadavia vendía el diario y aprovechaba para hablar de Perón.

 

 

“El Tigre” con su potente voz iniciaba una alocución que muchos escuchaban —al no conocerlo— asombrados por el uso de la palabra que, sin ningún papel y sin repetir, se hacía oír y aplaudir. Después de agradecer educadamente se marchaba del lugar en busca de otra esquina y de quien quisiera escuchar.

 

“El Tigre” nació el 21 de septiembre de 1940 en la capital de la provincia de Buenos Aires y llegó a San Luis a mediados de 1973. “Venía de una separación matrimonial y dejé dos hijos a quienes extraño enormemente y a quienes no puedo ver. No por razones económicas”, se apuraba en decir y evitaba entrar en detalles.

 

"Me vine a vivir a San Luis porque para mí era la tierra prometida, quería conocer. En mi ciudad me dedicaba a la venta de productos químicos y también al boxeo. Entrenaba en la Federación Argentina de Box en Castro Barros 75 del barrio de Almagro, y hasta llegué a hacer guantes en el Luna Park, donde guanteaba con Horacio Acavallo y otros grandes del boxeo argentino de aquellos años. Pero era muy vago y perdí, siempre perdí”, contaba.

 

Se lo veía una persona optimista y pensante: “Este año va a ser mejor si la gente joven se pone las pilas, con voluntad. Y si cambia la mentalidad puede haber un cambio, que es lo que más preocupa a la gente vieja. Ahora nos queda esa juventud que nos tiene que suplantar, pero con buena conducta, categoría, estudios, y ejemplos". Y agregaba: "A veces uno conoce gente que no es buena, entonces uno cae en la red del vicio de tantas cosas como las que ya se saben”. Tal vez decía eso por las vicisitudes que él pasaba en esos momentos.

 

 

En la UNSL. "El Tigre" reunía a estudiantes que escuchaban sus monólogos orientados al peronismo.

 

Ser popular no es algo que le gustaba demasiado, aunque admitía con orgullo: “Me lo he ganado, me agrada saber que la gente me quiere como yo también los quiero, en la facultad y en el comedor universitario me quieren todos, hasta el rector", se ufanaba. "Siempre la luché, por eso me quieren y me respetan". Manifestaba sentirse más puntano que porteño y sacaba pecho de su fanatismo por el peronismo y por ser confeso hincha de Boca Juniors.

 

Recordaba con humor una anécdota que le causaba mucha gracia. “Una vez andábamos pegando afiches del PJ, llegamos a una confitería en la avenida España, subí la escalera y estaba en lo mío, cuando llegó un grupo de radicales. Me sacaron la escalera y me dejaron arriba del techo. Hacía un frío bárbaro, en esa esquina el viento se hacía sentir fuerte de los dos lados. Como a la hora me vinieron a buscar, bajaron el tacho con el engrudo, los afiches y a mí, estaba casi congelado”.

 

En otra oportunidad, en el "Emilio Perazzo" jugaban Olimpo de Bahía Blanca y una selección compuesta por GEPU y Sociedad Española. Sin explicación alguna, pero sí con un claro objetivo, “El Tigre” irrumpió en el campo de juego hasta que la Policía ingresó para detenerlo. No sin antes sacarse una fotografía con Hernán Montenegro, jugador de la Selección nacional y de Olimpo. El objetivo estaba cumplido y el aplauso de la concurrencia coronó el atrevimiento.

 

“El Tigre” frecuentaba varios lugares como el bar El Paseo, la ex Casa de Gobierno, la plaza Independencia, la UNSL, la zona de la iglesia Catedral y donde hubiera mucha gente, dando rienda suelta a sus dotes de orador. Cuentan que tenía un refrán muy particular: “No les tengo miedo, pero le tengo ganas...”

 

 

GEPU. Hizo parar un partido para sacarse una foto con Hernán Montenegro.

 

 

Decía que a su apodo lo traía de Buenos Aires, de su época de boxeador. “Yo vivía en San Telmo, en el pasaje San Lorenzo, y cuando boxeaba usaba un pantaloncito a rayas y de ahí quedó el apodo, muy simple”, contaba tocándose la nariz.

 

En 1987, Arturo Masjoan escribió sobre su figura. “De repente lo puede encontrar a la vuelta de cualquier esquina improvisando un discurso de neto corte político. En los lugares más inverosímiles, hace uso de su oratoria sacando a relucir al orador frustrado que vive en él. Es porteño de origen, aunque hace 14 años que vive en San Luis, a regañadientes acepta decir su edad. 'Ponele 47', dice, mientras su mirada trata de escrutar la invención del escriba", dice el periodista.

 

Roto el hielo, comienza a desgranar parte de su historia. "De pibe tuve alma de atorrante, me empezó a picar el bichito del boxeo”, señala.

 

“En el 83 comencé a trabajar en las pegatinas de las campañas políticas del PJ”. En este punto hace una larga pausa y se levanta para iniciar un improvisado discurso ante la atónita mirada de quienes no lo conocen y no saben de quién se trata.

 

 

Ídolo. Con el por entonces rector de la UNSL Augusto Puchmüller, después de uno de sus discursos.
 

 

"Dije discursos en la facultad de Farmacia y Bioquímica, en el comedor universitario, donde almuerzo casi todos los días. ¿Sabés quién les consiguió las camisetas a los estudiantes? ¡Mua!", y agrega que la gratitud de los estudiantes es infinita, "de alguna manera son mis hermanos, prácticamente convivo con ellos y en un momento les tramité becas”.

 

Para ganarse unas monedas, vendía diarios en la esquina de Junín y Rivadavia y con picardía decía: "El Diario es lo que más se vende" y agregaba: "si no digo esto, ustedes me escrachan”.

 

Finalmente, y con un brillo de tristeza en sus ojos, decía: "Poné que pinto, tiro la manga y ahora vendo diarios. Salí cuarto en el ranking de la gente más popular que hizo radio Dimensión. Fui uno de los que empezaron con la famosa frase 'Adolfo volvé', en el 85. A los 14 años tuve la suerte de conocer a Eva y a Perón, soy peronista y de Boca Juniors, pero mi trabajo y mis sentimientos son peronistas".

 

 

En libertad. "El Tigre" vuelve a las calles de San Luis, después de un tiempo en la cárcel local.

 

 

La vida de "El Tigre" comenzó a decaer por sus vicios, sobre todo el alcohol, "las juntas" no lo llevaron por buen camino y lentamente se fue apagando. Hasta estuvo preso acusado de una muerte. Poco después falleció víctima de un ataque en la calle Almirante Brown al 750, propiedad de doña Manuela Ludueña.

 

Así se apagó la vida de quien fuera un personaje cuyos discursos hacían detener el tránsito, ganarse sonoros aplausos, algunas palmadas en sus anchas espaldas y rostro de boxeador.

 

Militando. "El Tigre" era acérrimo defensor del PJ, hábil orador y motivador en las marchas.

 

 

 Redacción / NTV

 

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo