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Del otro lado de la fisura: la lucha por la igualdad laboral

En Argentina, en el segundo trimestre de 2023, el ingreso promedio de los varones fue de 161.252 pesos, mientras que el de las mujeres alcanzó solo 116.584 pesos. Mientras que en el mundo, la erradicación de la diferencia salarial llevaría más de 130 años.

Por redacción
| 19 de noviembre de 2023
Trabajadoras somos todas. Una lucha por reducir la diferencia salarial entre hombres y mujeres que se disputa en las oficinas y las calles. Foto: Internet.

En Argentina, en el segundo trimestre de 2023, el ingreso promedio de los varones fue de 161.252 pesos, mientras que el de las mujeres alcanzó solo 116.584 pesos. Mientras que en el mundo, la erradicación de la diferencia salarial llevaría más de 130 años.

 

Al ritmo que van las políticas públicas internacionales, tomaría más de 130 años erradicar la brecha de género en el mundo. Además, se tardarán 169 años en alcanzar la paridad económica y 162 en lograr la paridad política. En Argentina, mientras que el ingreso promedio de los varones en el segundo trimestre de 2023 fue de 161.252 pesos, el de las mujeres alcanzó solo 116.584 pesos. Pero, ¿cómo se mide y qué es la brecha?

 

En primer lugar, hay que aclarar que existen varios tipos de brechas basadas en la diferencia jerárquica entre hombres y mujeres, que pueden ser económicas, sociales, laborales, culturales y sanitarias, entre otras. Sin embargo, la que se discutió durante casi todo el período electoral en el país fue la brecha salarial.

 

"En términos económicos, hay distintos tipos de brechas. Por ejemplo, en el mismo tema laboral podemos encontrar brechas de ingresos, salarios y acceso a los puestos jerárquicos, al sistema financiero y crediticio, e incluso a la formalidad", explicó la licenciada en Economía y vicepresidenta del Observatorio de la Banca Pública Argentina, Celina Calore.

 

Hay una discriminación muy fuerte solamente por la condición de ser mujer y en cuestiones hasta biologicistas (Celina Calore- licenciada en Economía)

Según la definición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres, "la brecha salarial de género es el porcentaje resultante de dividir dos cantidades: la diferencia entre el salario de los hombres y las mujeres, dividida entre el salario de los hombres". Y las diferencias se deben a que ellas tienen empleos a tiempo parcial en peores condiciones, trabajos socialmente infravalorados y negocian menos su salario.

 

En el mundo, las mujeres representan el 41,9 por ciento de la población activa en 2023; sin embargo, la proporción que está en puestos de alta dirección es casi 10 puntos inferior, con un 32,2 por ciento. Aunque la proporción de mujeres contratadas para posiciones directivas aumentó de forma constante en torno a un punto anual a lo largo de los últimos ocho años, esta tendencia se invirtió en 2023, retrocediendo a los niveles de 2021.

 

"La brecha está muy vinculada al techo de cristal, que es hasta donde una mujer puede llegar en jerarquía en ciertos puestos de trabajo, y vemos que en determinadas actividades suelen estar ocupados por hombres. Entonces, al hacer esa comparativa, en promedio, las mujeres ganan un 27 por ciento menos que los varones. Pero también sucede cuando se analiza la misma actividad y función; en un 15 por ciento, ellas tienen una remuneración menor", detalló la especialista.

 

El rubro más afectado por la brecha es el científico-tecnológico. Los datos de las universidades argentinas revelan que solo tres de cada diez puestos directivos en organismos vinculados con esas temáticas son ocupados por mujeres; además, solo el 12 por ciento alcanza rectorados y decanatos. Asimismo, ellas representan solo el 25 por ciento de los estudiantes de ingeniería y ciencias aplicadas, aunque al ser encuestadas en etapas educativas anteriores, 6 de cada 10 manifiestan tener interés en esas ramas.

 

“La proporción de mujeres en puestos jerárquicos siempre fue menor. Yo ocupé puestos en distintas áreas, pero porque me acerqué y manifesté que había problemas en esa sección específica y propuse soluciones. Gané muchos trabajos a pulmón y si hubo algún cargo que lo ejercí porque tenía ovarios, me parecería algo muy denigrante para mí y mi profesión; las mujeres somos equivalentes en cuanto a nuestras capacidades y eso debe ser respetado. En la mayoría de los equipos en los que participé mirabas alrededor y no había ningún hombre, y no las elegí por su condición, sino por sus capacidades y disposición para trabajar”, expresó la doctora en Física, María Luz Martiarena, quien ejerció como directora del Centro Científico Tecnológico de Conicet Patagonia Norte; presidenta ejecutiva de la Fundación Balseiro, y directora del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología de la CNEA, entre otros cargos.

 

En la informalidad, las estimaciones también son desalentadoras. La tasa es del 38,2 por ciento en las mujeres y del 34 por ciento en los varones; con respecto a la desocupación, es del 8,3 por ciento y del 5,9 por ciento, respectivamente. Esto implica que el acceso a las jubilaciones, la bancarización y a beneficios crediticios también se ven limitados para ellas.

 

“En Argentina, en el último tiempo, se ha avanzado mucho a través de distintas políticas públicas que tuvieron indirectamente un efecto de bancarización. Por ejemplo, las últimas moratorias jubilatorias para quienes se dedicaban a trabajos informales o a tareas del hogar y que por eso no tenían los aportes suficientes. A través de eso, estas personas pudieron acceder a una cuenta bancaria, tarjetas y, sobre todo, a la salud a través de PAMI”, analizó.

 

La maternidad también es un factor clave detrás de las brechas de género en los mercados laborales y su incidencia está fuertemente asociada con las normas sociales. En Argentina, el 88 por ciento de las mujeres sin hijos participa del mercado de trabajo, mientras que el porcentaje es solo del 64 por ciento si se considera a madres con hijos pequeños.

 

La primera vez que revisaron mi ingreso al Conicet consideraron que una mujer con cuatro hijos no podía hacer ciencia (María Luz Martiarena- doctora en Física)

“A pesar de cumplir todos los requisitos, estuve dos años para ingresar al Conicet. Cuando por fin me aceptaron, uno de los jurados de la comisión evaluadora me pidió disculpas y me dijo que la primera vez que revisaron mi ingreso consideraron que una mujer con cuatro hijos no podía hacer ciencia”, relató María Luz. Y agregó: “A principios de los 80, las mujeres éramos el 10 por ciento del equipo que había en Bariloche. Un grupo de ellas había conseguido hacer un jardín maternal ahí y trabajé mucho para que se mantuviera en pie, incluso discutía con mi director porque me cuestionaba qué hacía una mujer trabajando en el jardín, porque yo les iba a dar de comer a mis hijos”.

 

Actualmente, la Ley de Contrato de Trabajo establece una licencia por maternidad de 90 días con goce de sueldo. Además, se garantiza la estabilidad laboral durante el embarazo y hasta un año después del parto, protegiendo a las mujeres de despidos o cambios arbitrarios en sus condiciones de trabajo. También está en vigencia la Ley nacional de Lactancia Materna, que dispone la obligación de los empleadores de proporcionar espacios adecuados, higiénicos y cómodos para que las madres puedan amamantar o extraer leche durante la jornada laboral.

 

"Hay una discriminación muy fuerte solamente por la condición de ser mujer, en cuestiones hasta biologicistas. Del tiempo que demanda la maternidad versus la productividad y que ellas tienen más días que ellos. Eso también se está intentando cambiar, porque a la hora de contratar, pesa", resaltó la economista.

 

La persistencia de la brecha de género, ya sea en el ámbito económico, el laboral o el educativo, es un desafío que requiere atención inmediata y acciones concretas. Los datos revelan una realidad con proyecciones que indican que la erradicación completa de estas disparidades tomaría décadas. Las políticas públicas y los cambios estructurales deben enfocarse en eliminar las barreras que perpetúan estas diferencias; es la única forma de lograr un verdadero reconocimiento del valor y las capacidades de cada individuo, independientemente de su género.

 

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