SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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Entrenar al fallo

Con 40 años de profesión, el hipnotizador reflexiona sobre el verdadero uso y sentido de las energías y  la habilidad de hipnosis que tienen todas las personas.

Por Astrid Moreno
| 06 de marzo de 2023
El hipnotizador, explica lo intangible y materializa la energía. Fotos: Gentileza.

Cómo terminé comprando algo que no necesitaba? ¿Por qué se puso de moda el concepto de coaching? Estas son algunas de las dudas que explica el hipnotizador argentino con mayor trayectoria. Leonardo del Pozo, más conocido como Tusam, analiza varias situaciones de la vida cotidiana que se producen a través del control mental y el correcto uso de las energías. Sentir y trabajar en uno mismo, lo único que no puede fallar.

 

 

—¿Cómo nació el apodo Tusam?

 

—Es un acrónimo: Técnica, Unión, Sabiduría, Amor y Mística. Lo configuró mi padre, Juan José del Pozo. Yo lo adopté de muy chico también; éramos Tusam y Tusam Junior. Una vez lo hablé con él y me dijo que cuando ya no estuviera le saque el Junior, porque no es un nombre, es una filosofía de vida, una propuesta de trabajo. Me identifico con esta propuesta que es Tusam y así me presento en todos lados.

 

 

—Estás cumpliendo 40 años de profesión...

 

—Es uno de esos aniversarios que son importantes para mí y se le suman mis 50 años de vida en agosto. La verdad es que es mucho porque estuve todo el verano en Carlos Paz con la revista “Cocodrilo”, que cumplió diez años. Dentro de la revista soy un número de atracción, me toca hipnotizar y hacer control mental extremo.

 

 

—¿Se le puede llamar show?

 

—Lo que yo hago es demostrar el control del sistema nervioso recibiendo energía eléctrica de alto voltaje. Con eso puedo prender fuego y lámparas en un formato de entretenimiento y show en el que participa el público. Cuando digo formato show no es que adentro hay una trampa o engaño; no soy mago ni ilusionista. Todo lo que sucede es real, pero en una modalidad divertida.

 

 

 

 La hipnosis está en un montón de hechos cotidianos, pero la gente no la percibe por tener una información errónea".

 

—¿Qué lugar ocupan las energías?

 

—El tema de las energías creo que hay que bajarlo un poco a tierra porque a veces se ensalza demasiado. Hay que entender que sí, todo es energía, evidentemente, y el ser hipnotizador es lo que te ayuda a poder empatizar rápido con las personas para poder, en definitiva, ayudarlas. Somos guías para que logren un estado de concentración que es la hipnosis, algo humano y que todos podemos ser o hacer.

 

 

—¿Cómo es esto de que todos somos hipnotizadores?

 

—Todos somos transmisores y receptores de sugestiones y de ideas. La hipnosis está en un montón de hechos cotidianos, pero la gente no la percibe por tener una información errónea. Existe entre padres e hijos, parejas, docentes y alumnos. La televisión o un buen vendedor es un hipnotizador; esto que todos podemos hacer, un profesional lo lleva a un límite muy extremo. Siempre pongo el ejemplo del jugador de fútbol: nosotros podemos jugar con una pelota, patearla, divertirnos y hacer un gol, pero eso no nos transforma en un profesional de Primera División. Con eso se nace, como todas las profesiones, y a mí me tocó una igual que la de mi padre, entonces para mí fue muy natural mi camino. Empecé a los nueve años y cuando él ya no estaba, digamos que, naturalmente, seguí haciéndolo. Por supuesto que su muerte para mi vida personal y para la de mi madre fue un quiebre muy fuerte.

 

 

—¿Cómo nació la frase "puede fallar"?

 

—Fue en la prehistoria de la televisión. Cuando tenía 14 años mostraba control mental extremo pero en apnea, es decir, contener la respiración, respirar profundo y quedarme con la mirada fija en una cámara. Fue en un show, siempre sin trampa, donde había un tanque lleno de agua. Yo tenía que meterme con las rodillas al pecho, porque era muy chiquito. Me cerraban con candados y me puse nervioso. Adentro tenía un martillo para avisar si me pasaba algo. Cortaron la transmisión, rompieron el tanque y ahí nació la frase "puede fallar". Se terminó convirtiendo en la idea un poco de mi trabajo: como no se prepara nadie, puede no salir. Y si no sale, no pasa nada. La falla en definitiva no es el final del camino, sino que es parte del camino. En esos momentos es cuando uno más aprende. Mi resiliencia siempre fue hacia adelante y, como todo en mi vida, extremo. Después lo repetí a los meses a ese ejercicio. Estuve seis minutos y 19 segundos sin respirar.

 

 

—¿Alguna vez te planteaste cuál es la finalidad de hacer este tipo de pruebas en las que ponés en peligro tu vida?

 

—En todo esto que yo hago, evidentemente, hay un riesgo. Pero lo hago, primero, porque como al corredor de Fórmula Uno, a quien le gusta el oficio, la velocidad y la adrenalina, todo eso me pasa a mí también. Pero también tiene una finalidad un poco más romántica, que es poder demostrarle a la gente que realmente todos tenemos más fuerza de la que creemos y que somos capaces de hacer cosas que parecen imposibles, posibles. Esta es una frase que me nació cuando estuve frente al Obelisco 24 horas en una cabina de hielo a -10 ºC. Las personas cuando no salen de un problema en el tiempo y de la manera que ellas creen que deben hacerlo se olvidan que pueden, que tienen más fuerza. Entonces, para eso también hay técnicas y ahí es donde entra el tema del coaching, que existe hace 60 años, con otros nombres. Todos estos ejercicios que yo hago tienen un placer personal, por supuesto, y la finalidad también de entregarle a la gente este poder de visión. Es muy distinto a que todos podamos hacer todo. Se confunde porque hay personas que hacen cosas extraordinarias en otras áreas. En realidad, cuando uno habla de superación personal, se comete un error si se compara con otra persona; hay que compararse con uno mismo y ahí es donde viene realmente ese contacto directo con el poder de resiliencia y de superación que todos tenemos.

 

 

—¿Cómo son los ejercicios de regresión hipnótica?

 

—La hipnosis es un estado de concentración donde no se duerme ni se pierde la conciencia. En ese estado, que con un hipnotizador se lleva eso al extremo, uno puede recordar cosas del pasado y otras que creía olvidadas. Ahora, si empezamos a hablar de lo que son las vidas pasadas, sí me ha pasado de gente que se ha encontrado en otra época, en otras vidas y en otros cuerpos. Cuando hacemos reaccionar a la persona, por lo general me pregunta si lo que vivió fue real o no. Yo, como pragmático, soy un investigador de todo, hasta de lo mío. Yo los miro y les digo que hasta ahora existen tres opciones: la primera es que sea real, que es la más divertida, con la que uno sabe que se acaba esta vida y seguís eternamente; la otra es que tal vez escuchaste algo que lo tomaste como propio y, en ese estado de hipnosis y regresión, lo verbalizamos como historia propia, y la tercera opción, que es la menos estudiada, es que así como nuestros genes tienen ciertas características físicas y de la forma de ser de nuestros antepasados, como la nariz de un abuelo, los rasgos de un tío o el carácter de un padre, quizás en esos genes vengan recuerdos y en ese estado de hipnosis de regresión estás recordando tu línea genética para atrás. Ahora, ¿cuál de las tres es real? Esa parte se la dejo a cada persona.

 

 

—¿Hay alguna anécdota que te haya impactado?

 

—Con Carmen Barbieri fue una experiencia muy linda, hasta yo mismo me emocioné, porque también me tocó empatizar con algunos recuerdos familiares que ella relataba que estaba viviendo en ese momento y me acordé de mi padre. Fue muy llamativa y linda. Está en mis redes sociales, por si la quieren ver.

 

 

—Ahora suena un poco más familiar hablar de energías y vidas pasadas, pero cuando tu padre comenzó, y vos también, era más distante. ¿Cómo fue la evolución en la aceptación de este tipo de prácticas?

 

—Sonaba más esotérico porque la hipnosis, la meditación y el control mental estaban al lado de las cartas del tarot, de las runas y de la línea de las manos. Después, la gente empezó a entender y ese lugar naturalmente me cayó a mí, porque yo vengo trabajando desde muy chico; me convertí en uno de los mayores difusores de la hipnosis. En todo este arco que pude escuchar en la historia de mi padre y en lo que a mí me tocó vivir, evidentemente, la gente está comprendiendo, hay más información y más posibilidades de comunicarse. Eso ayudó mucho a entender. Igualmente, sigue habiendo un poco de desinformación, por eso es importante que la gente tenga la información correcta, para que le llegue la oportunidad de evidenciar realmente la hipnosis.

 

 Redacción / NTV

 

 

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