SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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La ciencia aporta soluciones para "cosechar" agua

Investigadores del Conicet y de la Universidad Nacional de San Luis aplicaron cuatro arreglos en represas del noroeste que les permitirá pasar el invierno con el recurso hídrico.

Por Roberto Vinuesa
| 18 de junio de 2023
Patricio Magliano. Las represas que recibieron mejoras pasarán el invierno con agua. Fotos: Gentileza

Atravesar el invierno con agua en las represas es uno de los mayores problemas que tienen los ganaderos del noroeste de la provincia, donde se concentran los rodeos de cría. “El desafío está en poder cosechar la mayor cantidad de agua posible en el verano, para pasar el invierno con agua y llegar a la próxima temporada de lluvias con recurso en las represas”, explicó Patricio Magliano, quien dirige una investigación, cuyos primeros datos son más que promisorios.

 

Aplicaron cuatro mejoras en seis represas, que dieron resultados al compararlas con otras seis que no se arreglaron y que sirvieron como testigos.

 

Magliano es ingeniero agrónomo de formación y después hizo el doctorado en Ciencias Agropecuarias. Actualmente trabaja como investigador del Conicet en el Grupo de Estudios Ambientales que pertenece al Instituto de Matemática Aplicada de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Al mismo tiempo es docente en la UNSL en la carrera de Biología.

 

El profesional está al frente de un proyecto de investigación con un perfil más tecnológico que se desarrolla desde el año pasado: “En lugar de nosotros ir a estudiar cómo funcionan algunos sistemas del campo, lo que hacemos es, basándonos en experiencias previas, aplicar mejoras tecnológicas y después observamos el impacto que tienen; metemos las manos en la masa y después vemos si funcionó o no”.

 

 Dato medido. Las represas que son pisoteadas por las vacas conservan más el agua que las que clausuran su ingreso. 

 

 

En su oficina del edificio que se recuesta sobre la avenida Italia, en la capital puntana, el investigador recibió a revista El Campo rodeado de imágenes, planos, pantallas y materiales usados en el proyecto y que muestran un intenso trabajo, cuya etapa se encuentra en la interpretación de los datos que vienen recolectando desde el año pasado.

 

Incluso, en una pizarra asoman los primeros trazos de lo que será un video para mostrar la secuencia del trabajo, contratada a un productor profesional.

 

En la investigación trabajan con los sistemas de cosecha de agua de lluvia, conocidas en San Luis como represas y en otras provincias como tajamares, que se llenan con el agua de lluvia en verano, que en general son unas pocas tormentas intensas, y después durante el invierno, paulatinamente van perdiendo el agua.

 

Lo que encontraron, después de hacer muchos relevamientos de campo, es que había muchas represas que a la salida de la estación seca, entre septiembre-octubre, se quedaban sin agua.

 

 Vista directa. La investigación incluyó clases a estudiantes en el mismo escenario.

 

 

“Entonces, propusimos un proyecto en el cual buscábamos aplicar cuatro mejoras puntuales a seis represas para ver si podíamos lograr que coseche más agua en verano y pasar el invierno completo con reservas”, indicó.

 

Explicó que como el proyecto es tecnológico, pero también son científicos, lo que hicieron fue arreglar las represas con maquinaria vial contratada y aplicaron mejoras, como remover el sedimento del fondo, dar más altura y reforzar al terraplén en forma de “U”,  que ya tienen esos espejos y agregar por delante un desarenador para que en los próximos eventos de lluvia dejen el sedimento en ese pozo  y el agua entre limpia a la represa.

 

2.500 son las represas relevadas por el grupo de investigadores en una zona que abarca el Departamento Belgrano y parte de Pueyrredón. Midieron doce tajamares.

El equipo investigador relevó alrededor de 2.500 represas en el noroeste provincial, en las que observaron que muy pocas tienen desarenador  y de-sagües no recomendados: “Tienen una pequeña boquita como vía de escape del agua para cuando desborde; lo que no puede pasar en la represa es que en una lluvia grande, el agua le pase por encima a todo el bordo, porque en muchos casos lo debilita o directamente lo rompe”, advirtió.

 

 En el campo. La investigación incluye visitas a diferentes represas con estudiantes universitarios.

 

 

Al mismo tiempo, tomaron otras seis represas que no recibieron mejoras y que sirvieron como testigos.

 

En las doce represas involucradas en la investigación instalaron una red de monitoreo.

 

En cada una pusieron una regla pintada de rojo y blanco, y al pie un sensor sumergido que mide la altura del agua registrando el dato cada una hora y guardándolo en una memoria, que cada seis meses los investigadores descargan para observar la fluctuación diaria de la represa.

 

Por otro lado, lograron que los productores, tras una lluvia, les enviaran fotos de la regla para observar el nivel de agua de la represa, pero a su vez para chequear que los sensores funcionaran bien.

 

 Desafío. Desarrollan técnicas para que las represas pasen el invierno con agua.

 

 

“Estamos viendo que las mejoras dieron resultado. La semana pasada empezamos a sacar los sensores para analizar esa información junto con la que nos pasaron los productores, una tarea que nos ocupará los próximos meses”, celebró Magliano.

 

Con estos resultados pretenden saber cuántos metros cúbicos se ganaron con las mejoras aplicadas a las represas y si se llega o no al próximo verano con agua.

 

Este proyecto requería inicialmente que, además del equipo de investigación y los productores, debían estar los municipios involucrados como agentes tomadores de decisión.

 

"Antes de ver a los productores, fuimos a los municipios de Alto Pencoso y La Calera para explicar el proyecto, que aceptaron rápidamente ya que se trataba de arreglo de represas y monitoreo, una información que también resultó muy útil para las intendencias", recordó.

 

 Del Conicet. Magliano dirige desde el año pasado los trabajos sobre represas.

 

 

El aporte de los municipios fue facilitar gente de campo que los guió por muchos establecimientos para contactar a sus habitantes. De esa forma pudieron armar la red de productores en La Calera y Alto Pencoso.

 

Del conjunto de gente a las que pudieron acceder vía los dos municipios, hicieron un relevamiento de cada una y luego de un diagnóstico técnico y ver la factibilidad que tenían los arreglos que se disponían a proponer, de tener éxito o no.

 

"Por ejemplo, como queríamos ver las arregladas contra las no arregladas, necesitábamos que las represas estén cerca. Ese fue un factor de decisión para elegirlas, pero también descartar represas muy grandes, de 200 metros de largo por 70 de ancho, porque las horas que teníamos para contratar maquinaria eran limitadas, unas 15 horas por represa, lo que nos diluía el trabajo", comentó.

 

El intenso trabajo de observación y mediciones de esta singular manera de hacer reservas de agua le trajo una sorpresa.

 

El pisoteo de la hacienda sobre el fondo de la represa influye positivamente en la menor infiltración del agua, según evaluaron.

 

“Ese es uno de los hallazgos más importantes y lo estamos tratando de ver  de manera concreta, a través de mediciones aplicadas en tres represas que años anteriores tuvieron pisoteo de vacas y otras tres que no se pisaban porque estaban clausuradas para el ganado, dijo entusiasmado Magliano.

 

“Lo que encontramos fue que las represas que recibían el pisoteo del ganado conservaron mejor el agua en el invierno. Eso mismo, que lo medimos con los sensores y las reglas, ya los productores nos lo venían diciendo en el campo”, agregó.

 

Estudiaron el tipo de vegetación cercana a la represa, vieron si tiene mucha cantidad de suelo desnudo, se fijaron la pendiente que tiene el suelo y fundamentalmente, ahora están haciendo hincapié en entender la circulación del ganado vacuno. "Estamos viendo cuántas vacas tienen las personas, por dónde caminan esas vacas, cuál es el efecto del pisoteo dentro de la represa.

 

En las entrevistas que realizaron con los diferentes productores para conocer detalles técnicos y demás hábitos, el tema era sabido por los lugareños.

 

"Incluso yo, desde un perfil de agrónomo sugiero algunas mejoras sobre las represas, como bombear el agua para llevarla hasta un bebedero alejado, los productores me dijeron que no, que las vacas tienen que entrar en la represa, eso no se negocia y de alguna forma tienen razón".

 

 Mediciones. El pisoteo de las vacas sobre la represa ayuda a conservar el agua.

 

 

En el caso del noroeste de la provincia, donde se despliega este proyecto de investigación, que comprende desde las Sierras Centrales de San Luis hacia Mendoza y desde la Ruta Nacional Nº 7 hacia el norte, unos 200 kilómetros cuadrados que quedan encerrados en ese cuadrante, hace veinte años dependían exclusivamente de las represas.

 

“El desafío está en poder cosechar la mayor cantidad de agua posible en el verano, para pasar el invierno con el recurso”, Patricio Magliano (Doctor en Ciencias Agropecuarias e investigador del Conicet-UNSL)

"Hoy mapeamos 2.500 represas que eran la base de la producción y de la gente que vivía en el campo, pero actualmente se cuenta con la ayuda del dique Nogolí, ubicado sobre las Sierras Centrales, que tiene tres troncales de acueductos que se dirigen hacia el oeste de la provincia", describió.

 

Para Magliano, el acueducto es una obra muy grande, pero que llega a un número limitado de productores: "Lo que vemos desde el Conicet y la UNSL es que el acueducto puede ser un muy buen complemento de las represas, pero por sí solo no resuelve el problema. Tienen que estar los dos".

 

Las lluvias anuales están en el orden de los 300 a 400 milímetros concentrados entre los meses de octubre y marzo y representan el 80% de los sucesos de lluvias, y el resto del tiempo no llueve. Eso genera muy poco caudal. No obstante, otros factores que los científicos tienen en cuenta son: el viento y el calor.

 

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