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Alfredo "El Negrito" Cabrera: correr en la vida para ser ganador

Disputó  más de mil carreras y ganó unas 600. Toda su vida estuvo dedicada a los caballos de carrera. Domador y variador por excelencia. Debutó en el viejo Jockey Club a los 13 años. Recorrió la provincia, Cuyo, Córdoba y La Rioja.       

Por Johnny Díaz
| 27 de junio de 2023
2023. "Dejé de correr ante la falta de seguridad que ofrecían las carreras, era mucha la exposición y el peligro". Foto: Inés Cobarrubia.

Largaron!, dice el speacher poniéndole emoción a sus palabras... "por el andarivel izquierdo atropella 'Pichón' Sosa... mientras que por la derecha, y a pura fusta, asoma Nancy Fernández... por el andarivel central marcha el 4...con la monta de 'El Negrito' Cabrera y más atrás el resto del pelotón... y se acercan al disco". Así podría imaginarse la partida de un clásico cualquiera en la vida de Alfredo "El Negrito" Cabrera, exjockey del desaparecido Jockey Club San Luis en la década del 70.

 

Cabrera nació en San Luis el 16 de julio de 1967, pero sus primeros pasos los dio en Santa Rosa, un lugar a unos 35 kilómetros de San Luis por ruta 3 al sur. Ahí nació su pasión por los caballos, acrecentada por el padre, que era cuidador de caballos en el Jockey Club de la capital sanluiseña.

 

Hijo de Rosa Peñaloza y de Diógenes Timoteo Cabrera, tiene 28 hermanos, pero él a los 8 años comenzó a concurrir al hipódromo local de la mano de su padre, que se dedicaba a cuidar caballos en el Jockey Club San Luis.

 

"Venir a San Luis a esa edad era atrapante, me gustaba mucho, pese a ser un niño, llegar y pasar derecho al hipódromo donde trabajaba mi padre. Me empezó a gustar todo ese mundo mágico que es el turf. Papá cuidaba a unos 20 caballos y yo los salía a varear,  otros los montaba, les preparaba la pesebrera".

 

“En la tarde de mi debut —tenía 13 años— corrieron nueve ejemplares y salí último. ‘Boleadora’ era una yegua difícil, se quedó parada en la largada y perdí mucho tiempo. Ese mismo día corrí a ‘Poli Luz’ del doctor Enriz y fui tercero, largamos siete. Fue muy importante para mí ese puesto por mi juventud y mi poca experiencia, el mejor recuerdo que tengo de esa tarde era el público que nos alentaba sin cesar. Eran unas 600 personas en una hermosa tarde, aunque cuando se corría el clásico del 25 de Mayo o del Patrono de San Luis, los 25 de agosto, concurría mucha más gente".

 

 La familia. Su esposa Norma y sus hijos Lucas Emanuel, Agustín y Fátima Belén, en El Volcán. Foto: gentileza.

 

"Un año después, a los 14, un 25 de mayo, gané mi primera carrera, lo hice con 'Conflicto' otro animal de don García, atrás mío se ubicó Martín Silva”, señala.

 

Y agrega: “Sería injusto olvidar a algunos de mis colegas, Lunita, Gilberto Gatica, Omar Rodríguez, Cruz Sosa, Martín Silva, Nancy Fernández la única mujer joqueta de aquellos años. Formábamos un lindo grupo, compañeros y solidarios entre nosotros, éramos muchos más, pero son quienes más recuerdo".

 

Cabrera cuenta que con ellos trabajaban dos personas, "Pipo" Barroso y Carlos Cucurutu, quienes ayudaban y compartían las tareas. Recuerda a Eduardo Segado, los hermanos Danieli, Agustín García, ‘Pancho’ Sosa, ‘El Chueco’ Sosa, ‘Pancho’ Farías que era uno de los largadores, Dionisio ‘El Panadero’ Flores, Enrique ‘Chamamé’ Gil, ‘Cachito’ Pollo y Oscar Pollo.

 

“Hoy estoy totalmente alejado de los caballos y de todo lo que sea relacionado al turf, trabajo en la casa de don Salvador Chada. Me dedico a la jardinería y al mantenimiento del parque de su casa y la pileta. Antes le hacía la seguridad, era empleado de la empresa Magnum, porque al frente de su casa había un boliche bailable muy concurrido. Un día me ofreció trabajar exclusivamente para él y acá estoy, hace 17 años que presto servicio en esta casa con gente muy buena, estoy muy cómodo y feliz", relata.

 

 ¡Cruzaron el disco! Con varios cuerpos de ventaja, Cabrera marcó diferencias. Foto: gentileza.

 

“Con ‘Buen Amigo’ corrí muchas carreras con distintos resultados, mi vida era muy incierta hasta ese momento. A los más jóvenes nos daban pocas montas y teníamos escasa actividad, los patrones preferían a gente más experimentada como por ejemplo Silva, Donato Sosa, Luna o González. Y era justificable, pero en el fondo a nosotros nos tenían de reemplazo, por eso me dediqué a correr cuadreras en los pueblos y otras ciudades del interior", dice.

 

A Cabrera, a quien sus afectos le dicen "Negrito", recuerda que entre los 14 y 15 años montaba unos 20 caballos que cuidaba su padre. Con su ayuda aprendió a amansar y domar, "buscando que con ese conocimiento me salieran montas", admite. "Estaba todo el día con los caballos, aprovechaba de amansar para los familiares de los patrones o para que anduvieran los niños, era una forma de obtener una ganancia más”.

 

Admite que la vida que lleva un cuidador de caballos o un peón de un stud es muy sacrificada, pues no importa el clima, el trabajador tiene que sacar el animal de la pesebrera a eso de las 6 de la mañana para que cumpla su rutina diaria, incluso bañarlo. "Muchos desconocen lo que digo porque el común de la gente ve el espectáculo el domingo y no conoce la vida interna de un hipódromo. Es durísima. Teníamos que prestarle mucha atención, el desayuno, varearlo, darle agua, después la comida y volver a empezar hasta limpiarle las pezuñas después de una jornada de entrenamiento”.

 

 En el Jockey. Con Gavilán, el caballo que en sociedad tenían Flores y Becerra. Foto: gentileza.

 

“El Negrito" dice que en el stud había un caballo de pésimo carácter, malo y muy bravo que llamaban “Huérfano". Cuenta que un día le mordió la espalda causándole una profunda herida y que en otra oportunidad a un colega le arrancó un dedo. “Acá en San Luis era un caballo ganador, pero cuando salía afuera no pasaba nada, no le gustaba viajar, se ve que se ponía muy nervioso, pero acá, era invencible, le gustaba correr en pista pesada, arenosa como la que tenía el Jockey Club”, cuenta Cabrera.

 

“Don Cazorla, propietario de varios animales en el Jockey Club San Luis, habló con mis padres para llevarme a la Escuela de Aprendices en Buenos Aires, veía que tenía condiciones, coraje y conocimientos pese a mi corta edad, pero mi madre se opuso tenazmente. Si me hubiera ido, no tendría a la familia que tengo hoy. Estoy agradecido”, dice.

 

“Corrí más de mil carreras y gané más de seiscientas. Al no haber montas en el hipódromo local, nos llevaban a las cuadreras, así tuve la suerte de conocer Quines, la familia Arabel, San Francisco, Luján, pueblos del sur de Córdoba, Mendoza, San Juan, Chepes, Chamical, Chilecito y en el hipódromo de La Rioja le corrí a ‘Malevo’, un potro de la familia Yoma. Venía de perdedor en nueve presentaciones, yo lo hice ganador, piqué en punta y no me pudieron alcanzar. Carreras son carreras”.

 

Dejó de correr en 2002, cuando tenía 35 años, lesiones, golpes y alguna que otra rodada. Dice que la escasa paga que recibía y la falta de una obra social, o una cobertura médica acorde a su trabajo, hicieron que se dedicara a otra cosa. "Hay que tener en cuenta que cualquier caída, nos puede traer consecuencias muy serias o fatales", sentencia.

 

 Santa Rosa. "Cuando no tenía monta, corría cuadreras", dice Alfredo Cabrera. Foto: gentileza.

 

Y explica: "Una lesión lleva muchísimo tiempo de recuperación. En ese lapso, el jockey se va de categoría y aumenta de peso. Por esos años no había tantas nutricionistas como hoy y eso complica el futuro. Dependemos de la voluntad del patrón para cuando necesitamos un médico o un traumatólogo. Todo ha cambiado. Tomé la decisión de dejar de correr en unas cuadreras de San Francisco. Ese día había seis carreras y yo gané tres, una de ellas con ‘El Chuky’, de Adrián Córdoba. Entendí que ya era suficiente, mi familia me lo pedía, así que me dediqué a otra cosa y acá estoy muy feliz y pregonando la palabra del Señor. En mi casa somos evangélicos y asiduos concurrentes a la iglesia Evangélica 'Casa de Dios' en Colón entre Bolívar y Las Heras, donde recibimos la gracia de los pastores, Camila Moya y Ezequiel Moya.

 

 Histórico. Con su padre Diógenes "Pichón" Cabrera y el caballo "Buen Amigo". Foto: gentileza.

 

Alfredo Cabrera, próximo a cumplir 55 años, está casado con Norma Soria desde el 9 de abril de 1999 y tiene tres hijos: Lucas Emanuel en la escuela primaria de El Volcán, Alen Agustín que estudia Kinesiología y Fátima Belén en la Universidad Nacional de San Luis donde cursa materias de psicología.

 

“El turf me dejó muchos amigos, la gran posibilidad de conocer todo San Luis, también hipódromos vecinos y correr en distintas pistas donde se hacían cuadreras. Soy muy agradecido de lo que tengo, una gran familia”, finaliza.

 

                                                                                                                 

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