SAN LUIS - Viernes 27 de Junio de 2025

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"Él mató, dejó a mi hija tirada, no le importó y se fue"

La madre de la chica atropellada por un camión cerca de Liborio Luna dijo que su hija estaba parada en la banquina cuando ocurrió el accidente fatal.

Por redacción
| 26 de octubre de 2024
Muy unidas. Valeria (a la izquierda) junto a su hija, Laura. La joven tenía 19 años, soñaba con ser abogada y, luego, viajar a España. Foto: Gentileza.

Laura Oviedo tenía 19 años y miles de proyectos. Quería ser abogada porque ese había sido el sueño de Valeria, su mamá, y, como la mujer no había tenido la oportunidad de estudiar esa carrera, la joven le había prometido que lo haría por ella. También anhelaba viajar, ir a España. Y, a su vez, disfrutar de todo lo que tenía en su país, de su familia, a la cual amaba, y de su perrita Arashi. Pero su vida se apagó de un momento a otro, sin previo aviso, la noche del sábado 19 cuando fue atropellada por un camionero mientras estaba parada en la banquina de la Autopista de las Serranías Puntanas y, luego de cinco horas de agonía, en la madrugada del Día de la Madre, murió. A esta altura, con la poca fuerza que la mantiene en pie, su madre solo tiene dos deseos: que su hija descanse en paz y que el transportista que le arrebató la vida reciba "la pena que le tengan que dar" porque "no puede ser que siga en la calle como si nada pasara o en su casa, como si no hubiese hecho nada".

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Laura Oviedo tenía 19 años y miles de proyectos. Quería ser abogada porque ese había sido el sueño de Valeria, su mamá, y, como la mujer no había tenido la oportunidad de estudiar esa carrera, la joven le había prometido que lo haría por ella. También anhelaba viajar, ir a España. Y, a su vez, disfrutar de todo lo que tenía en su país, de su familia, a la cual amaba, y de su perrita Arashi. Pero su vida se apagó de un momento a otro, sin previo aviso, la noche del sábado 19 cuando fue atropellada por un camionero mientras estaba parada en la banquina de la Autopista de las Serranías Puntanas y, luego de cinco horas de agonía, en la madrugada del Día de la Madre, murió. A esta altura, con la poca fuerza que la mantiene en pie, su madre solo tiene dos deseos: que su hija descanse en paz y que el transportista que le arrebató la vida reciba "la pena que le tengan que dar" porque "no puede ser que siga en la calle como si nada pasara o en su casa, como si no hubiese hecho nada".

 


Valeria le comentó a El Diario que ya buscó la asesoría de un abogado porque sobre el curso de la investigación solo conoce lo difundido por los medios. Dijo que, aunque sabe que el chofer que embistió a su hija ya está identificado por la Justicia y que el camión que manejaba está secuestrado y será peritado, no conoce ni el nombre del conductor.

 

Sin embargo sabe, por el padre de su hija que vive en Río Cuarto, que el camionero está en su localidad del sur cordobés. "Se suponía que debía estar en la casa, custodiado pero, por lo que dijo el papá de mi hija, andaba por la calle, como si nada", señaló.

 


La fatídica noche del sábado 19 Valeria y Laura habían partido en  su moto, Zanella 150 centímetros cúbicos, de Villa Mercedes rumbo a la ciudad de San Luis. "Nos veníamos para San Luis porque acá tengo a mi mamá y a mi hermana y queríamos pasar el Día de la Madre en lo de mi mamá", contó.

 

No era la primera vez que hacían un viaje en motocicleta por la ruta. "Desde siempre hemos viajado en moto. Hemos ido a San Luis, a Papagayos, a Merlo, a Tili y nunca tuvimos un accidente", dijo.

 

La última vez que lo hicieron, cerca de las 20:30, a poco de haber iniciado el viaje, a cinco kilómetros de la localidad de Liborio Luna, la chica, que iba en la parte trasera de la Zanella, le pidió a su mamá si podía frenar un momento. "Ella llevaba un bolso entre las piernas y, como le incomodaba, porque se hacía muy atrás y quedaba sentada sobre el plástico de la moto, ella me dice 'ma, pará en la orilla, pará, que estoy sentada muy sobre el plástico y te lo voy a quebrar'", recordó la mujer.

 

Decidieron, entonces, frenar un momento sobre la banquina para colocar el bolso adelante, hacia donde estaba Valeria. "Mi hija se bajó a mi izquierda, dando la espalda a la ruta, pero estaba sobre la banquina, que es un área de descanso", refirió. Valeria también estaba de espalda a la autopista, y por eso no vio cuando el camión de carga embistió a su hija.

 


"No alcancé a ver, cuando yo vi el camión ya se iba. Vi que era gris o plateado, pero no pude verlo porque iba a muy alta velocidad. En un segundo se fue y no lo vimos más", relató. Dijo que dos jóvenes que las auxiliaron en la ruta, luego encontraron tirada, más adelante, la patente del camión.

 


La mujer, que conoce muy bien la autopista, dijo que es imposible que el transportista no las haya visto paradas sobre la banquina con la moto porque esa zona "está muy bien iluminada". "No puede meterse, pasar con el camión por la banquina, que es un área de descanso, aparte a la velocidad que venía", remarcó y  enfatizó: "Él mató, mató a mi hija, la dejó tirada, no le importó nada y se fue".

 


"Solo queremos justicia por mi hija, que ella descanse en paz y que él pague. Lo queremos preso, no puede ser que ande por ahí, como si nada, o que ande por la ruta, matando gente, como hizo con mi hija", subrayó la mujer.
Además de Laura, Valeria tiene otros dos hijos, varones. Pero la joven era quien le había prometido cumplir con su sueño. Había empezado a cursar abogacía en marzo, en la Universidad Nacional de Villa Mercedes. "Fue hasta abril o mayo pero, como se anotó tarde, como que no le agarró la onda y me dijo: 'Bueno, dejo y empiezo de vuelta el año que viene'. Estaba muy entusiasmada, porque había arrancado con su amiga de siempre, iban las dos juntas", recordó.

 


Valeria todavía mantiene fresco en su memoria el regalo que Laura quería hacerle recibiéndose de abogada. "Bueno mami, yo voy a estudiar por vos. Como vos no lo pudiste hacer, lo voy a hacer yo por vos", le había prometido.

 

Laura Oviedo tenía 19 años y miles de proyectos. Quería ser abogada porque ese había sido el sueño de Valeria, su mamá, y, como la mujer no había tenido la oportunidad de estudiar esa carrera, la joven le había prometido que lo haría por ella. También anhelaba viajar, ir a España. Y, a su vez, disfrutar de todo lo que tenía en su país, de su familia, a la cual amaba, y de su perrita Arashi. Pero su vida se apagó de un momento a otro, sin previo aviso, la noche del sábado 19 cuando fue atropellada por un camionero mientras estaba parada en la banquina de la Autopista de las Serranías Puntanas y, luego de cinco horas de agonía, en la madrugada del Día de la Madre, murió. A esta altura, con la poca fuerza que la mantiene en pie, su madre solo tiene dos deseos: que su hija descanse en paz y que el transportista que le arrebató la vida reciba "la pena que le tengan que dar" porque "no puede ser que siga en la calle como si nada pasara o en su casa, como si no hubiese hecho nada".

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