Turismo gaucho

Se realizó una reunión con empresarios del sector turístico de Merlo, y el secretario de Turismo municipal, Santiago Trobo, la abrió diciendo: “Gente linda, este verano si llegamos al 50 % de ocupación es mucho”.

Y claro, con la apreciación del peso argentino frente al Real, en escalas similares al año 1999, la franja de personas que aún no fueron arrasadas por las políticas económicas del gobierno nacional ya está planificando sus vacaciones en Brasil.

Esta realidad deja a la provincia de San Luis y a sus destinos turísticos en una situación de fragilidad solo comparable con la de los años noventa, sumándole el agravante del gran incremento de plazas y de oferta generados desde mediados del año 2000, producto de las políticas que hacían que vacacionar en nuestro país fuera más barato que hacerlo en otros lugares.

La pandemia trajo estrategias para reactivar las economías regionales que vivían del turismo como el programa “Previaje” que tuvo mucho éxito porque generó beneficios para pasajeros y prestadores.

Desde la asunción del actual gobierno nacional, el turismo dejó de estar en agenda, tal es así que además de la devaluación, el incremento de servicios que hacen imposible mantener proyectos turísticos, se dieron de baja los programas de incentivo, y hasta se quitaron del almanaque algunos fines de semana puente, esenciales para que los destinos del interior sobrevivan.

En la provincia de San Luis pasó lo mismo, el gobierno de Poggi a pesar de darle rango de ministerio al área de turismo, en los hechos ese ministerio trabaja como una oficinita en el subsuelo de algún edificio público.

El ministro de Turismo terminó renunciando porque no tenía idea de dónde estaba parado, ni de qué es lo que tenía que hacer para revertir una temporada que promete ser mala. El único hecho trascendente del Ministerio de Turismo de San Luis fue el papelón institucional protagonizado por los dichos de uno de sus funcionarios contra el acervo cultural puntano. Porque en políticas turísticas no se ha mostrado nada, y menos que menos la creación de nueva infraestructura para el sector.

Cuando el escenario es adverso, los funcionarios deben ser creativos, deben pensar estrategias para revertir el contexto negativo. Y esto lo saben bien muchos de los prestadores que estuvieron presentes en esa reunión.

Pero también tienen en claro que el Ministerio de Turismo, al igual que la Secretaría de Turismo de Merlo, son oficinitas en las que hacen lugar para los familiares y amigos de la UCR y no se les cae una sola idea.

Las caras de desconcierto de los empresarios al escuchar la afirmación de una temporada floja fueron porque, casi todos los presentes, sabían que, si la proyección de la ocupación en la temporada es del 50%, ya no se puede hacer nada para revertirlo, porque para eso se necesitarían funcionarios que se encuentren a la altura de las circunstancias.

Ni el ministro renunciante, ni todo el equipo de correligionarios y amigos que armó en la provincia pueden afrontar lo que viene.

El radicalismo merlino se está frotando las manos para ver a quién puede poner al frente de la cartera, la realidad es que ninguno de los funcionarios que pusieron en provincia funcionan: Marita Cuello, Diego Arévalo y Silvia Lencina no han hecho nada en 11 meses de gestión.

Ante esta realidad habría que ver qué hará el gobierno provincial con un ministerio tan importante, ¿se lo dará nuevamente al radicalismo, que demostró una inoperancia pocas veces vista? ¿o estará pensando en dárselo a algún grupo autopercibido justicialista?

Por lo pronto se hizo pública la noticia del alejamiento de Lucía Miranda del peronismo merlino, su negativa de participar en las listas para las elecciones internas, y el coqueteo con el poggismo. ¿Será que vendría teniendo conversaciones con el gobierno provincial? Lo sabremos con el transcurrir de las horas… 

Algunas personas ligadas al turismo de Merlo le pusieron a Rigau el apodo de “Gauchito Gil”, porque “todos lo quieren, pero afuera del pueblo”.