SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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Las ferias de los relatos más tristes

Pasillos vacíos, charlas sin gente, desinterés oficial y la sensación de que la literatura está lejos, muy lejos, de ser una política oficial. Al parecer, las ferias del libro de San Luis y Villa Mercedes se hicieron solo para cumplir con el cronograma.

Por redacción
| 25 de noviembre de 2024
La era del vacío. La feria del libro puntana, en La nave cultural. Foto: El Diario.

La municipalidad de Villa Mercedes y el Gobierno de San Luis coincidieron en hacer sus ferias del libro en días contiguos, en la misma semana, y, más allá de algunas luces titilantes, el sabor del fracaso rondó a la hora de hacer las evaluaciones. ¿Coincidencia? ¿falta de comunicación? ¿Diálogo nulo? ¿Estrategia errada? O ¿Desorganización?. Un poco de todo, pero sobre todo de lo último.

 

 

El resultado de la experiencia fueron cuatro días (dos en Villa Mercedes y dos en San Luis) escritos por la escasísima convocatoria, la subestimación del costado literario y la falta de propuestas realmente interesantes entre los programas.

 

 

En Villa Mercedes, la Feria Literaria “Lee 2024” contó con dos días en las que las presentaciones de libros se sucedieron una tras otra, en muchos casos con público escaso. Comenzó el miércoles y duró hasta el jueves con el acierto de, al ser días de actividad escolar, los alumnos de los establecimientos de la ciudad fueron los que le dieron un flujo y un tránsito de gente que de otro modo no hubiera existido.

 

 

Los organizadores de la feria del libro de San Luis ni esa perspicacia tuvieron y entre el viernes y el sábado los pasillos vacíos de la Nave Cultural, el espacio poco utilizado de avenida Centenario y Justo Daract, devolvieron una imagen más bien triste y desolada.

 

 

Aunque no fue precisamente un hervidero de gente, la Casa de las Culturas villamercedina tuvo algo de movimiento pero quedó lejos, muy lejos, de las ferias antecesoras. La última feria del libro en la ciudad se realizó en 2019 tras contabilizar seis ediciones por las que pasaron Hernán Casciari, Liliana Bodoc, Tute, Rosario Bléfari, Federico Andahazi, Federico Jeanmarie, Enzo Motura, entre otros. Cada una tuvo un eje temático –de Mafalda a Edgar Allan Poe- lo que le daba un tono conceptual (y literario) al encuentro.

 

 

La primera feria del libro organizada por la gestión de Maximiilano Frontera no tuvo iniciativas claras y se limitó a contabilizar una presentación de libros tras otra, con obras en algunos casos de alto interés (“Las Blaquier”, de Soledad Ferrari, “Rutas argentinas”, de Juanci Laborda) y otros de presencia inentendible.

 

 

En ese rubro, la demostración mayor fue la inexplicable presencia de un libro llamado “Daño y cortesía: Responsabilidad del transportista benévolo en el nuevo Código Civil y comercial argentino”, de José Giraudo, uno de los brazos políticos del gobernador Claudio Poggi en Villa Mercedes. ¿Algo peor que eso? Sí...en la feria del libro de San Luis se presentó el mismo libro.

 

 

Los chicos de las escuelas le dieron vida a la feria Lee 2024 en Villa Mercedes. Foto: Municipalidad de Villa Mercedes.

 

 

 

El caso puntual sirve para demostrar otro punto en común de ambas ferias: el desdén a la literatura narrativa. Si bien el formato libro puede contener infinidad de variables –el caso de Giraudo es el extremo lamentable de esa realidad-, por alguna razón los organizadores de los dos encuentros priorizaron libros médicos, de derecho, docentes, de alfabetización, históricos o de autoayuda por sobre una buena historia.

 

 

En San Luis, por caso, hay un grupo de poetas jóvenes que –con sus vaivenes estilísticos- conforman un movimiento por demás interesante que pudo haberle dado algo de color a los encuentros. En la feria “Lee 2024” les dieron un espacio con cierto protagonismo; pero en la de la Nave cultural los marginaron olímpicamente.

 

 

En las dos ediciones anteriores de la Feria del libro de San Luis la prestancia, el valor literario y el concepto de festividad fue otro. Realizada en el Cine Teatro, de cuatro días de duración, con todos los organismos culturales en marcha, la gente visitaba los stands con avidez de compra y estimulación librera. Nada de eso sucedió en la modesta edición 2024.

 

 

Puesta en comparación, la “Lee 2024” –a años luz de ser una feria de calidad- fue superior a la puntana por algunos puntos esenciales, como la presencia constante de espectáculos. En Villa Mercedes recurrieron a artistas de la localidad para acompañar las veladas y pasaron Carlos García, “El Payaso” Pelazo, el coro “Chachao” –de impecable presentación-, “La Big”, de Río Cuarto, Esteban Ramos y Juampy Juárez. En la de San Luis, no hubo shows musicales más allá del que dio el viernes, sola y con su piano, en medio de los stands, Teresa Carreras de Migliozzi, la principal homenajeada del encuentro. 

 

 

La falta de presupuesto que podría servir como excusa eterna en la gestión cultural actual no debería correr en este caso, al menos que los números se reemplacen por ideas, que evidentemente faltaron. Un día antes del inicio de la feria, en “Hexámetro”, una librería merlina que tuvo un stand en el encuentro, la escritora francesa Agnes Dupressoir presentó su obra “Apres coups”, que cuenta la vida de la madre de la autora en Argentina.

 

 

La narradora viajó especialmente desde Francia a exponer su libro a Merlo y a ninguna autoridad literaria de la provincia se le ocurrió que la presencia de Dupressoir podría jerarquizar una desvalorizada feria puntana. El jueves a la noche, en otro ejemplo, la promesa de la literatura del Valle del Conlara, Nicolás Taltavull, presentó en Casa Mollo “Volver a casa”, su exitoso libro de cuentos. ¿No hubiera sido conveniente que el escritor tuviera su espacio en la feria y de paso aportara a la feria los 40 espectadores que tuvo en el bar?

 

 

Los números de los asistentes que fueron a los talleres indican que cualquier agregado de público le hubiera venido bien a la feria. El viernes, en La nave cultural, ninguna charla ni presentación contó con más de siete presencias y el caso más paradigmático fue el de un profesional de la salud de Buenos Aires que quiso presentar su trabajo sobre adicciones y al llegar la hora de la charla se encontró con que la sala estaba completamente vacía. Le pidió a un empleado del lugar que le sacara una foto para registrar su presencia –y la ausencia de espectadores- y se fue a recorrer, otra vez, la feria.

 

 

Como si fueran Poncio Pilatos sin tarima ni pueblo al que consultar, los dirigentes culturales de la provincia respondían, ante la escasa participación del público, que eran los responsables de las charlas quienes tenían que aportar gente a la feria, no al revés.

 

 

En medio de ese berenjenal literario, es justo destacar la esforzada tarea de los empleados de La nave cultural, quienes trataron en todo momento de tapar las deficiencias organizativas, aún a costas de verse superados. Y que cuando fueron convocados para sentarse en las sillas y oficiar de oyentes de las charlas, también lo hicieron.

 

 

En medio de esa desazón, hubo algunos hechos para festejar, sobre todo en la feria villamercedina. En un momento de la primera jornada, el público cantó con tanto fervor “La calle angosta” y “Caminito del norte” –los dos himnos de la puntanidad desdeñados por un funcionario que participó en la organización de la feria puntana antes de ser despedido- que dio a entender que no todo está perdido, que la poesía todavía sobrevive pese a que la dirigencia política enfoque todos sus esfuerzos, a veces descarnadamente, a veces sin ningún tipo vergüenza, en destruirla.

 

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