Aseguran que la burlanda mejora la calidad nutricional de la carne

El proceso de producción de la carne bovina es complejo e incluye diferentes etapas, desde la producción animal hasta la exposición de la carne en el punto de venta. La calidad de la carne bovina resulta de la combinación de los factores ambientales, económicos y sociales a lo largo de la cadena de valor. Así lo explicó un equipo de investigación del Instituto Tecnología de Alimentos del INTA que evaluó el impacto de la suplementación con granos de destilería en alimentación a pasto.

De acuerdo con Darío Pighin -investigador del Instituto Tecnología de Alimentos del INTA-, “la suplementación con granos de destilería en alimentación a pasto incrementa la presencia de ácidos grasos poliinsaturados en la carne. Asimismo, incrementa los niveles de un ácido graso transnatural (ácido vaccénico), precursor de los conocidos ácidos grasos conjugados del linoleico (CLA)”.

Si bien la inclusión de los granos de destilería en las dietas animales es una práctica que se realiza hace varios años en otros países, no había una clara tendencia sobre ciertos atributos de la carne, tales como el color y la terneza. Con este objetivo, el equipo del INTA evaluó su incorporación en la dieta animal.

En San Luis, la burlanda en dietas de feedlots se utiliza a gran escala desde 2014 y la provee la firma Diaser desde su planta de etanol ubicada en Villa Mercedes.

“Observamos que no modificó el nivel de grasa intramuscular, ni el perfil de composición en cuanto a los ácidos grasos saturados o monoinsaturados”, detalló Gabriela Grigioni -investigadora del Instituto Tecnología de Alimentos del INTA-. Sin embargo, sí se registró un aumento en el contenido de ácidos grasos poliinsaturados, principalmente de la serie n6, como resultado de dicha suplementación.

Además, -detalló Grigioni- también incrementó el contenido de ácido vaccénico, un ácido graso trans natural y precursor de la familia de ácidos grasos conjugados del linoleico (conocidos como CLA), que son reconocidos por sus efectos beneficiosos para la salud humana. Como si esto fuera poco, la suplementación condujo a una modificación del perfil de aminoácidos de interés de la carne. “Puntualmente, la inclusión de granos de destilería demostró un incremento del contenido de Fenilalanina, aminoácido esencial. Asimismo, condujo un incremento de la relación metionina/triptofano, uno de los indicadores utilizados para evaluar el nivel de "aprovechamiento" de aminoácidos de una matriz alimenticia”, agregó.

Y subrayó: “Estos hallazgos garantizan futuros estudios enfocados en profundizar este aspecto indicador de calidad”.

Sumado a esta mejora en los atributos de la carne, los especialistas subrayaron las ventajas de esta estrategia de economía circular. “Dado que los granos de destilería son un subproducto de la producción de bioetanol, su costo es generalmente más bajo en comparación con otros alimentos para animales. Además, se puede reducir el costo de transporte desde las plantas de bioetanol hasta las áreas de producción ya que un porcentaje importante de dichas plantas se encuentran están ubicadas en la región central. En consecuencia, utilizar esta estrategia de alimentación contribuye a la economía circular”, explicaron.

Por su parte, Grigioni dio un paso más y destacó “la importancia de estos logros de economía circular y de aprovechamiento de subproductos, en vías, también, de reducir el desperdicio y el impacto ambiental”.

“Este tipo de investigaciones permite revalorizar sistemas de producción extensivos, conjugando necesidades relacionadas con la bioeconomía circular”, aseguró Grigioni, mientras que Pighin reconoció que “el estudio contribuirá a generar oportunidades a largo plazo en segmentos que valoran la innovación y la sostenibilidad en la producción de alimentos”.

Recircular los insumos, la clave

La mayor concentración de plantas productoras de bioetanol de caña se da en el noroeste argentino (NOA), mientras que aquellas que procesan maíz se asientan en Córdoba, Santa Fe y San Luis. A diferencia del biodiesel, destina su producción casi exclusivamente al mercado interno para cumplir el mandato de mezcla con nafta.

Según información de la Bolsa de Cereales, en la Argentina existen 6 plantas de producción de bioetanol a partir de maíz: tres plantas instaladas en Córdoba, dos en San Luis y una en Santa Fe. La localización coincide con las zonas donde se radica la mayor superficie de producción de maíz.

En 2019, la región pampeana aportó el 83,60 % de la producción bovina (toneladas de canal de vacuno), mientras que las demás regiones geográficas contribuyeron con menos del 6,5 % cada una. Además, el 48,99 % de esta producción se debió a la faena de vaquillonas. El 70 % de las plantas procesadoras de bioetanol de maíz más importantes también se encuentran en esta región.

Esta proximidad de las plantas de bioetanol favorece el uso de granos de destilería en la alimentación animal como suplemento o en dietas de engorde, lo que favorece el reprocesamiento de subproductos de la industria y el uso de sus valiosos nutrientes en dicha alimentación.

En este contexto, el sector agroindustrial, como proveedor de maíz para la producción de energías renovables y generador de subproductos que se convierten en proteína animal, emerge como un actor relevante hacia la implementación de estrategias que aporten a la seguridad alimentaria en el marco de un desarrollo sustentable.

La experiencia en San Luis

La burlanda húmeda debutó en San Luis en 2014 con una interesante propuesta: se posicionó en la provincia como una potente alternativa proteica para la dieta animal, a un precio tentador.

A su vez, este subproducto relativamente nuevo en la Argentina, está al alcance de los productores locales debido a que es el remanente que queda del proceso de destilación de maíz para la obtención de bioetanol, que lleva adelante Diaser en Villa Mercedes.

Existen dos versiones: la burlanda seca (DDGS) y húmeda (WDGS, que por sus siglas en inglés significa granos de destilería húmedos).

Esta última es considerada superior porque conserva la estructura de la proteína, que se daña cuando se seca para que tenga capacidad de exportación. Cuesta un 30% del valor del maíz pero tiene una alta calidad proteica que aumenta los litros de leche y kilos de carne.

Si bien en Estados Unidos desde hace más de una década que es utilizada, en nuestro país tiene pocos años de experiencia. Recién a partir de 2006, la Ley 26.093 de Biocombustibles que prevé un corte de todas las naftas de un 10% de bioetanol, creó la demanda de este tipo de energía en el país.

Las primeras plantas tuvieron su base en la caña de azúcar, pero recién en 2012 empezaron a instalarse las primeras plantas a base de maíz. Eso explica por qué la burlanda es un subproducto que recién ahora empieza a tener más relevancia.

Su entrada en la provincia dio mucho que hablar, sobre todo por su gran valor nutricional: al ser un concentrado de maíz cuenta con un 31% de proteína by pass, 14% de EE, 3,2 mcal/h con una alta calidad y digestibilidad proteica (alrededor del 90%), de muy buena palatabilidad.

A esto se le suma que durante el proceso de fermentación se le extrae todo el almidón del grano de maíz, por lo que tiene muy bajo nivel de acidosis, algo que contribuye a aumentar la producción. Es decir que aporta mucha proteína, gran cantidad de energía, con algo de grasa y poca fibra.

Por eso, comenzó a competir con otros componentes porque su precio está por debajo de los sustitutos proteicos, como el expeller de soja o pellet de girasol, o de silo de maíz y a su vez, su uso se ve reflejado en un incremento en litros de leche o en conversión de kilos de carne, según el negocio.

Además, este sustituto es capaz de potenciar la producción de tambos y feedlots con una diferencia sustancial que es el precio.

Si bien la burlanda en Argentina tiene pocos años, este alimento está totalmente probado en Estados Unidos donde existen más de 200 plantas.

La inclusión en la dieta depende del tipo de actividad: para tambos será de hasta un 25% (hasta 14 kg por vaca por día) y hasta un 40% en base seca en feedlots. Y ahí aparecen dos limitantes: la primera es que está recomendada para planteles que cuenten con más de 350 animales en encierre o 130 vacas de tambo, y la segunda es el almacenamiento, porque la vida útil del producto es de 12 días en verano y 15 en invierno. Embolsado puede durar hasta cinco meses, y la burlanda seca dura hasta 8, pero pasados esos tiempos empieza a correr el riesgo de que aparezcan micotoxinas por la humedad de la pasta.

En óptimas condiciones, a la planta de Diaser entran 640 toneladas de maíz para producir 250 metros cúbicos de bioetanol diarios. A su vez, el proceso de extracción deja 600 toneladas de burlanda, por lo que despachan 180 camiones por día y 190 toneladas de CO2, que algunas empresas lo filtran, lo comprimen y lo utilizan para bebidas con gas y alimentos congelados. Para todo esto, cuentan con un plantel de 60 empleados. Además, está en funcionamiento las 24 horas del día, 320 días al año.

INTA