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Controlar malezas en el cultivo de alfalfa es clave

El ingeniero agrónomo Jorge Garay elaboró un informe en el que indicó que un adecuado manejo del cultivo y control enfocado en preemergencia aseguran alfalfas más limpias, rendidoras y cumplidoras con el pastoreo.

Por redacción
| 17 de marzo de 2024
Herbicida. Es posible convivir entre 50 y 100 días desde el momento de nacimiento de la pastura con la presencia de malezas sin sufrir graves daños. Fotos: gentileza.

El ingeniero agrónomo, Jorge Alberto Garay, elaboró un informe sobre “Control de malezas en el cultivo de alfalfa”. En el documento asegura que la especie “medicago sativa l” es una de las forrajeras más importantes en las diferentes áreas de producción animal del país. Los puntos que analizó en el escrito incluyeron las pérdidas por enmalezamiento, que van del 50 al 80%; subrayó los periodos críticos de competencia; y puso el foco en especificar cuál es el mejor momento de aplicación de los herbicidas.

 

“En la implantación de la pasturas y en su aprovechamiento en los ciclos de crecimiento sucesivos, el control de malezas es uno de los aspectos más importantes para lograr la mayor producción posible de materia seca, ya que las plantas indeseables compiten con la forrajera y esto hace que decaiga la producción y la calidad del forraje producido (Wilson, 1997)”, indica el informe de Garay, y añade que “las pérdidas de materia seca de alfalfa o kilos de carne bovina que se pierden por hectárea, por mal manejo o falta de control de malezas, son de elevada magnitud en zonas semiáridas, como San Luis.

 

“El control de malezas perennes como gramón, gramilla, cebollín y de sorgo de Alepo, se deberá realizar aplicando métodos culturales, mecánicos y químicos, y si el sistema es agrícola-ganadero, la pastura deberá alternar con verdeos invernales y estivales, y cultivos de cosecha gruesa, como soja RR, maíz RR principalmente y girasol”, afirma y sigue: “En aquellos casos en que se implemente el control con herbicidas, se debe tener en cuenta disminuir al máximo el impacto ambiental que pueden ocasionar los mismos”.

 

Los mejores rendimientos de forraje se obtienen cuando se elimina la competencia en los primeros 50 a 100 días desde el nacimiento de la pastura. La alfalfa debe tener entre 4 a 5 hojas.

 

Pérdidas por malezas en alfalfa

 

En ensayos realizados en INTA Anguil, Manfredi, Rafaela y San Luis, se midieron pérdidas por enmalezamiento que van del 50 al 80% de la producción de materia seca total en pasturas de alfalfa en implantación. Este rango depende de las especies, del desarrollo y de la  densidad de malezas presentes. En alfalfas para producción de semilla, las pérdidas oscilan entre los 30 y los 60 kilos por hectárea.

 

“Entonces si tenemos una pastura que puede producir 5 mil kilos de materia seca por hectárea, por año, con un aprovechamiento de pastoreo del 55%, con una pérdida de producción por malezas del 50%, perderemos 1.375 kilos de materia seca, y este valor en nuestra región semiárida es de elevada magnitud”, especifica Garay, y asegura que “si lo llevamos a kilos de carne por hectárea, tendríamos una pérdida aproximada de 55 kilos por hectárea, teniendo en cuenta que para producir 1 kilo de carne se necesitan aproximadamente 25 kilos de materia seca”.

 

 Rama negra. Las siembras otoñales compiten con numerosas especies de malezas anuales que nacen durante el establecimiento de la pastura. Foto: gentileza.

 

Las siembras otoñales de pasturas (que son las más comunes), tienen que competir con numerosas especies de malezas anuales que nacen durante el período de establecimiento de la pastura (otoño, invierno y primavera): mostacilla, nabo, nabón, cardos en general, bolsa de pastor, rúcula, ortiga mansa, boulesia, caapiquí, alcanfor, quinoa, morenita, verdolaga, rama negra, enredadera, sanguinaria, apio cimarrón, alfilerillo, cuscuta, pata de gallina, pasto puna, pasto colorado, etc.

 

En el momento de realizar la aplicación postemergente, la alfalfa debe tener de 3 a 5 hojas trifolioladas. Las malezas de hoja ancha deberán tener de 2 a 4 hojas y las gramíneas de 3 a 5 hojas. Aplicar a 80-90 días de realizada la siembra.

Las especies mencionadas son las que se consideran “comunes” o más conocidas en la zona semiárida, pero en los últimos años y por distintos motivos, principalmente el uso reiterado del herbicida glifosato, han aparecido en varias zonas de San Luis otras especies de malezas denominadas “resistentes” que requieren de distintas estrategias para lograr un adecuado control de las mismas. Cuando no se realiza un control adecuado, ocurren daños irreversibles por competencia de las malezas.

 

En general, es posible convivir entre 50 y 100 días desde el momento de nacimiento de la pastura (otoño temprano, mes de marzo), con la presencia de malezas sin sufrir graves daños en la producción, si dentro de ese período se interviene en forma activa limitando o eliminando el crecimiento de las malezas.

 

Los mejores rendimientos de forraje se obtienen cuando se elimina la competencia en los primeros 50 a 100 días desde el nacimiento de la alfalfa, teniendo en cuenta que debe tener entre 4 a 5 hojas trifolioladas al momento de la aplicación, para que los herbicidas no le produzcan fitotoxicidad.

 

Las malezas del tipo perenne como gramón, sorgo de Alepo y cebollín merecen una consideración aparte, debido a que el control se deberá efectuar antes de realizar la siembra, ya que de no ocurrir esto, la competencia será tal, que no se logrará la implantación.

 

El mejor momento para utilizarlos es durante las ventanas de intervención.

 

1. Labranza o barbecho químico

 

2. Presiembra

 

3. Aplicación preemergente

 

4. Aplicación postemergente

 

5. Pasturas establecidas

 

6. Renovación de pasturas en base a glifosato

 

La aplicación en presiembra o preemergencia es sumamente recomendable para arrancar con una pastura libre de competencia. Al momento de aplicar no tiene que haber malezas vivas, ya que los productos deben llegar al suelo para ejercer su acción residual.

 

Uno de los herbicidas residuales o preemergentes más utilizados es el Flumetsulam.

 

 Una de las más conocidas. El nabo es otra de las malezas que compiten fuerte con la alfalfa durante el otoño. Foto: gentileza.

 

En lotes con alta infestación inicial, el efecto residual de estos tratamientos elimina el riesgo de baja humedad edáfica o heladas, condiciones que con frecuencia se deben enfrentar al momento de efectuar las aplicaciones postemergentes convencionales y que forzosamente obligan a retrasar la misma en procura de mejores condiciones.

 

Esto implica un mayor daño a la pastura y un tamaño excesivo de las malezas en el momento del demorado tratamiento, que requerirá a su vez dosis más elevadas de herbicidas. Estas situaciones de lote, en años con otoños normales (en cuanto a temperatura y humedad) seguidos de inicios de inviernos secos y fríos, con tratamientos postemergentes demorados, muestran diferencias significativas en producción de materia seca a favor de los tratamientos de presiembra o preemergencia contra los tratamientos postemergentes retrasados.

 

Al momento de realizar la aplicación postemergente, la alfalfa debe tener de 3 a 5 hojas trifolioladas. Las malezas de hoja ancha deberán tener de 2 a 4 hojas y las gramíneas de 3 a 5 hojas. Si no se utilizan productos de presiembra o preemergencia, hay que aplicar entre los 80 y 90 días de realizada la siembra, ya que en este momento es donde se produce la mayor competencia. Pasado ese período, comienza a haber pérdidas en la cantidad de materia seca de esta forrajera.

 

En todos los casos se deberá agregar coadyuvante o tensioactivos o aceites minerales o vegetales. El 2,4 DB no se deberá aplicar con la alfalfa en crecimiento activo, pues provoca marcada fitotoxicidad.

 

Además de seleccionar los herbicidas adecuados para el buen control de las malezas mencionadas, se deberá prestar mucha atención a la tecnología de aplicación, aspecto no siempre tenido en cuenta.

 

 

Mejor prevenir que curar

 

Para la reina de las forrajeras, la presencia de malezas, principalmente durante la implantación, es una amenaza al rendimiento potencial del cultivo. Sin embargo, su control muchas veces no es tenido en cuenta o llega tarde, desaprovechando así la oportunidad de apuntar a una mayor y mejor producción. En principio, la región del país así como las condiciones del lote marcarán su manejo, que deberá estar enfocado en preemergencia para arrancar una alfalfa limpia y bien encaminada.

 

Generalmente, los 30 a 60 días después de la siembra es donde mayor vulnerabilidad presenta el cultivo a la competencia con malezas, precisó Ulises Gerardo, miembro del equipo de Agronomía de Corteva y docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

 

La duración de este período está definida por varios factores, como ser condiciones ambientales, variedad de alfalfa, fecha de siembra, distancia entre líneas, densidad del cultivo y grado de infestación que tenga el lote. Sobre esto último, en predios prácticamente limpios, el periodo de competencia se achica, contrario a cuando el banco de semillas es muy grande, senaló.

 

El tipo de malezas también influye, no es lo mismo controlar especies de semilla pequeña, germinación superficial y de una cohorte o camada de nacimiento por temporada, que hacerle frente a especies de germinación profunda o de varias cohortes por campaña. Incluso, la longitud del periodo de emergencia condiciona el período crítico: “Algunas malezas concentran sus nacimientos en 15 o 30 días, mientras otras los extienden a lo largo de varios meses”, detalló el profesional.

 

En alfalfas de otoño, son comunes las crucíferas, capiquí, ortiga mansa, perejilillo, rama negra o cardos, especie que está también en primavera. El arreglo espacial de la pastura y el antecesor son aliados en el momento de la implantación. En alfalfas puras en planteos de feedlot o tambos, generalmente se usan como antecesores los verdeos de verano. “Desde mi experiencia la moha es uno de los mejores, ya que facilita la posterior siembra directa de la alfalfa”, indicó Gerardo.

 

En cuanto al manejo con herbicidas, las aplicaciones en preemergencia son una estrategia clave para evitar la competencia inicial, impedir que las malezas se implanten y prevenir futuras complicaciones. Flumetsulam suele ser una opción en siembra directa, pero para optar por el herbicida más adecuado, se debe tener en cuenta su selectividad.

 

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