17°SAN LUIS - Viernes 27 de Junio de 2025

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Carta abierta al señor gobernador Claudio Poggi y a los ciudadanos de San Luis

Una médica que apostó por la provincia y fue despedida del "Ramón Carrillo", le dedicó unas palabras al primer mandatario. 

Por redacción
| 13 de mayo de 2024
"Más allá del extenso daño económico y psicológico que genera a un trabajador" quedarse sin trabajo, Barbera le dijo a Poggi que se sintió "descartable" y que ni siquiera fue "merecedora de un preaviso por escrito 15 días previos".

Me presento, ante todo: mi nombre es María Florencia Barbera, soy médica graduada de la Universidad Nacional de Cuyo, con especialidad en Cirugía General y Digestiva.

 

Hace poco más de un año, en medio del caótico mundo laboral que reviste ser profesional de la salud en la actualidad, recibí una propuesta laboral más que interesante, en una provincia que no conocía más allá de sus atractivos turísticos. La propuesta consistía en ser parte del staff permanente del servicio de Cirugía General del Hospital Central “Dr. Ramón Carrillo” y, a su vez, cumplir el rol de coordinación de dicha residencia.

 

Debo admitir que la decisión no fue sencilla, dejar los cuatro trabajos que tenía en ese momento, que tanto me había costado conseguir y mantener en una provincia con una competencia laboral feroz. Sumado a esto, dejar a mi familia, mi cotidianidad, rutina y amigos a 250 kilómetros de distancia. Todo cobró sentido al conocer la institución, ver la tecnología con la que contaba, escuchar múltiples experiencias de amigos, conocidos. Esa sensación de poder trabajar “tranquilo”, con horarios más amigables, con el respaldo de un servicio de calidad, pudiendo llevar a cabo tareas en equipo y contando con la mayoría de los procedimientos diagnósticos o terapéuticos necesarios para brindar calidad de atención.

 

Claro está que para cualquiera que se ha desempeñado laboralmente tanto en ambiente público como privado, sonaba al menos utópico: Salud Pública de calidad, sin límites diagnósticos o terapéuticos, proyectando a futuro, con intenciones de crecimiento y completa especialización del nosocomio. Decidí arriesgar los proyectos de los que formaba parte en mi Mendoza natal para embarcarme en este, que sonaba muy superior a cualquiera, en pos del crecimiento profesional, de lograr la excelencia asistencial y la estabilidad laboral y económica que cada vez suena más imposible para los profesionales de nuestro país.

 

Comencé a prestar servicios en dicha institución el 1° de mayo de 2023; considero un paralelismo interesante el de iniciar actividades en esta institución el mismo día en el que velamos por los derechos laborales hace ya más de un siglo. Pronto iba a entender que las promesas de pase a planta estaban lejos de ser reales, que mi relación contractual iba a reducirse a firmar un contrato de trabajo temporal trimestral de manera indefinida, en el cual no contaba con obra social, aguinaldo, licencias o representación sindical. Sin embargo, se sentía una falsa sensación de estabilidad, debido a que siempre se nos trató con respeto, se escucharon nuestras sugerencias y se habitaba un ambiente laboral amigable.

 

Quienes me conocen saben que jamás vi mi especialidad como solo un trabajo, una prestación de servicios a cambio de una remuneración, siempre entregué toda mi energía a ser mejor profesional, a estar pendiente de mis pacientes, a perfeccionar mi técnica quirúrgica y a continuar actualizándome, y en esta nueva etapa se sumó la posibilidad de colaborar en la formación de futuros cirujanos.

 

Rotundo fue el cambio a partir de la asignación de nuevas autoridades para asumir la dirección del hospital. Confieso que me encuentro completamente al margen de la política de la provincia de San Luis, por lo que no comprendí la profunda preocupación que sentían mis compañeros al enterarse de que otro bando político marcaría ahora el rumbo de nuestras prestaciones. Al ver innumerables publicaciones en diversos medios, que nos tildaron de “profesionales golondrinas” o “personas que venían a robar el dinero y las prestaciones de los profesionales de la provincia para luego no retribuir nada a la sociedad”, comencé a comprender que el trabajo en el que me había aventurado meses antes no era solo una actividad asistencial, sino que estaba manchado de un tinte político, en que gente que no conocíamos estaba, sin saber bien por qué, en contra nuestro.

 

Desde el momento en el que asumió la nueva dirección, las desprolijidades estuvieron a la orden del día: múltiples despidos, sin razón ni aviso previo, comentarios desafortunados, haciendo alusión a que se nos echaría a todos, queriendo imponer miedo, decisiones que quedaban sin efecto en plazos de días a semanas, sin hablar de la multiplicación de trabajo para quienes seguíamos trabajando, comenzar el camino de recibir los pacientes de nuestros compañeros que fueron despedidos, pacientes que, con justa razón, venían a las consultas enojados porque ¿quién iba a operarlos? Ya no pertenecía a la institución. A esto se sumó la constante falta de insumos quirúrgicos básicos y la lucha mensual por percibir nuestros salarios, que en todas las oportunidades llegaron luego del día 10 de cada mes, lo que nos llevó a la nueva rutina de pagar servicios y alquileres vencidos, y, por supuesto, con creces. Estas últimas situaciones, honestamente, no había tenido que experimentarlas previamente en el nosocomio.

 

Así fue como, tal como una crónica de una muerte anunciada, el pasado 25 de abril de 2024, al ir sin haber sido citada a hablar con el actual director médico del Hospital Central “Dr. Ramón Carrillo”, para tratar acerca de mi contrato, ya que el mismo vencía pronto y no había sido notificada de su renovación ni baja, se me informó verbalmente, en la incomodidad de un pasillo, que no se renovará mi contrato de prestación, con el motivo, para él suficiente, de reducción de personal y costos. Esto implica que, a partir del 1° de mayo de 2024, es decir, exactamente un año posterior a mi contratación, me encuentro desempleada, en una provincia donde prestaba servicios de manera exclusiva en esta institución. De esto deriva que en la actualidad la única residencia de Cirugía General de la provincia no cuente con jefe ni coordinador de residentes hasta septiembre, mes en el que se cierra el concurso para dicho cargo.

 

Me dirijo a usted, señor Gobernador, con todo el respeto que merece, respeto que en ningún momento se me tuvo a mí por parte de la dirección, que su mismo equipo designó como idóneos para cubrir el rol. Comprenderá que más allá del extenso daño económico y psicológico que genera a un trabajador quedarse de un día para otro sin su única fuente de ingresos, es además una sensación de desagrado, al ser fuertemente violentada por el sistema, haciéndome sentir descartable y ni siquiera merecedora de un preaviso por escrito 15 días previos a la finalización de mi situación contractual según rige la Ley de Trabajo N° 20.744, artículos 231-250.

 

Si con estas palabras logré al menos despertar curiosidad de su parte por lo que está sucediendo puertas adentro de uno de los establecimientos más grandes de la provincia, o incluso rever las políticas que se están tomando en materia de Salud Pública, mi objetivo aquí está más que cumplido.

 

Y si la actual carta es leída por usted, ciudadano, estimado lector, le sugiero recuerde el poder colectivo y la obligación cívica que tiene de defender la Salud Pública de calidad. Yo disiento con los directivos de la institución a quienes tantas veces he escuchado decir que este hospital es “demasiado” para una provincia como San Luis. Estoy convencida de que si la sociedad despierta y exige a quienes deberían estar a su servicio, no tendrán la necesidad de continuar viajando 300 o 400 kilómetros a provincias aledañas para obtener su diagnóstico o tratamiento.

 

Lo saludo respetuosamente, señor Gobernador, lo remarco, respetuosamente, porque considero que quien no respeta a un colega, a un ciudadano, a un paciente, a un profesional lejos está de hacerse llamar líder.

 

Y saludo atentamente al pueblo de San Luis, y a mis queridos pacientes y compañeros que supieron darme acogida durante el último año de mi vida.

 

Maria Florencia Barbera

 

M.P-11840

 

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