El acusado dijo que al momento del crimen de Anahí hacía trámites

Amado Reimundo Díaz está en el Servicio Penitenciario de San Luis desde hace cuatro días. Pero el domingo, antes de que el juez de Garantías Alfredo Cuello, dispusiera su encarcelamiento preventivo por los siguientes cuatro meses por matar a puñaladas a Anahí Micaela Robledo Yuvero, la hija de su expareja, el hombre contó su versión de lo que hizo el jueves 23 de mayo, en la franja horaria en que fue asesinada la chica de 17 años. Sostuvo que entre la madrugada y la mañana de ese día estuvo en su casa del barrio Jardín del Sur y solo salió para hacer unos trámites en el centro de Villa Mercedes.

Antes de relatar lo que hizo el jueves del femicidio, el hombre de 58 años aclaró que el noviazgo con Eliana, la madre de la víctima, no había terminado. “Era una relación de idas y vueltas, pero dijo que el vínculo no estaba cerrado definitivamente”, comentó su abogado Bautista Rivadera. Ambos habían acordado “retomar conversaciones transcurrido un tiempo” para evaluar si la relación continuaría.

De hecho, remarcó que la tarde del jueves 23, cuando Eliana se topó con el cadáver de su hija en su vivienda, la primera persona a la que llamó fue a él. Contó que inmediatamente se cruzó desde su departamento a la casa de la mujer, situada a unos 80 metros de distancia y sobre la misma calle. “Auxilió a la madre de la chica y trató de contenerla”, narró el defensor.

Dijo que vio el cadáver de la adolescente. Y, en esa parte de su declaración, Díaz se conmovió, según su abogado. Indicó que, en un principio, Eliana le pidió que lo ayudara, pero él en ningún momento quiso tocar el cuerpo y tampoco lo hizo para preservar la escena del crimen.

Relató que la madre luego se retiró del domicilio, probablemente para buscar asistencia en el hospital del barrio, y él se dirigió a la Comisaría 31ª, situada a dos cuadras de allí. “Pidió auxilio. Fue el móvil policial a la casa, mi cliente permaneció un rato ahí y después se fue”, recordó el letrado. En total, Díaz estuvo en el domicilio de Anahí y Eliana alrededor de 30 minutos, calculó.

La autopsia estableció sin mucha precisión que la joven fue asesinada entre las 5:30 y las 9:30 del jueves en cuestión. Según Rivadera, en ese lapso su cliente cumplió con “su día a día”. “Él estuvo en su departamento. Hacía trámites. Iba y venía. Sacó su auto y después fue al banco”, repasó y subrayó que todos esos movimientos quedaron registrados por cámaras de video.

El defensor destacó que las pruebas por las que está imputado su cliente no son para nada contundentes, son apenas “indicios”. Para empezar, argumentó que la sangre hallada en la campera azul de Díaz no es de Anahí. “La pericia hecha en la prenda dio que la sangre no es compatible con el grupo sanguíneo de la niña. Ella era B y su RH era negativo. En cambio, en la campera encontraron sangre que es del grupo B, pero no está determinado si es RH negativo o positivo”, puntualizó. El letrado se amparó en ese detalle para afirmar que ese elemento probatorio “no es concluyente para decir que esa sangre sea de la niña”.

También refirió que no fueron 25 puñaladas las que sufrió Anahí, sino que fueron dos y las demás se trataron de heridas superficiales en la piel, del tipo cortantes. “Lesiones vitales fueron dos y las otras fueron defensivas”, indicó.

Comentó que la hipótesis de la Fiscalía es que el asesinato fue cometido en un lapso de 11 minutos, algo que, según Rivadera, es “humanamente imposible”.

“Esto, la imputación y la prisión preventiva, es provisorio porque seguro vamos a contratar a una perito criminalística que detalle con precisión, dentro de lo fáctico, si el hecho se pudo haber llevado adelante en once minutos”, adelantó. Remarcó que el hostigamiento de Díaz hacia la madre de Anahí “ni siquiera está corroborado” y que “esto recién empieza”.

“Vamos a aportar mayores evidencias para reforzar esta hipótesis de que no es factible que mi defendido haya cometido un asesinato de estas características en ese tiempo”, aseguró.