Adiós a la madre del hijo pródigo
Un periodista de El Diario recuerda el trato que tuvo con la madre de Juan Gilberto Funes, una figura trascendental para que el futbolista llegara donde llegó.
Ayer se nos fue doña Marta, la mamá de Juan Gilberto. Sus ojos se cerraron después de algunos achaques propios de su edad. Marta Baldovino había llegado de Coronel Moldes, Córdoba, casada con Pedro Gilberto Funes en 1954, cuando tenía 16 años y él, 25.
Por esas cosas de la vida, se radicaron en San Luis y después de un tiempo, nacieron Julia, Gladys, Juan y Pablo. Don Pedro o “Funito”, como lo llamaban sus conocidos, trabajaba de mecánico en su pequeño taller y doña Marta estaba dedicada por entero a sus hijos y a su hogar.
Conocí a la familia Funes cuando Juan Gilberto jugaba en Parque Patricio, un equipo de baby fútbol dirigido por Pedro Páez, y más acá en el tiempo, en el Club Atlético Huracán. Doña Marta y don Pedro no solo eran acérrimos hinchas de su hijo, quien comenzaba a mostrarse como un niño potente y con mucha personalidad, sino también del club del barrio en el sur de la capital puntana.
Seguido de cerca por mamá Marta, Juan era todo para ella, quien había soñado de muy joven tener un hijo varón. Muchos recuerdan que cuando estaba embarazada y cebándole mates a su esposo, decía, acariciando su promitente abdomen: "Mi hijo será futbolista". Y no estaba errada en su premonición.
Doña Marta recordaba que la llegada de su hijo, a quien le decía “Minino”, le cambio la vida a su hogar. “Lo mimaba exageradamente y todo el tiempo estaba pendiente de sus cosas, principalmente cuando comenzó a dar sus primeros pasos y se perdía entre los autos del taller”.
Marta Baldovino dedicó toda su vida a la crianza de sus cuatro hijos, pero con Juan era todo distinto; recordaba que cuando que de niño se hacía entender con mirada y gestos, algo poco común para un niño de su corta edad.
Al finalizar la temporada futbolística en Colombia, Juan jugaba en Millonarios; el hogar de los Funes en la avenida Julio A. Roca recobró mucho de la alegría perdida en el tiempo. El hijo pródigo de San Luis y uno de los mejores jugadores que dio el fútbol provincial estaba de regreso, de vacaciones por unos días. Se rumoreaba que a la brevedad sería jugador de River Plate.
Y ahí fuimos con Mario La Torre, reportero gráfico de El Diario de la República, en busca de una nota “exclusiva” y así fue. Una vez cumplido nuestro cometido y en medio de una suculenta picada, doña Marta, con toda la humildad que la caracterizaba, nos invitó “a pasar Nochebuena en el campo que había comprado Juancito”. Así era esta mujer que vivía pendiente de la vida de sus hijos, aguerrida, callada y llena de una dulzura pocas veces vista.
Anécdotas de Marta Baldovino de Funes hay muchas, como aquella vez que cuando Juan tenía 14 años se fue a probar suerte a Buenos Aires, recaló en José C. Paz y se probó en Vélez Sarfield. Ella fue tras los pasos de su adorado hijo y en su valija le llevaba una vieja almohada hecha de lana y blandita. “Eran tantas las ganas que tenía de verlo que no dudé en viajar”. Se la escucho decir.
“Mi hijo era muy tímido, su primera salida nocturna fue a los 15 o 16 años, para a acompañar a su hermana 'Gogó' (Gladys) a los famosos ‘asaltos’ o ‘vermouth’ que se hacían en casas de familia. Él prefería quedarse en casa a ver una película o simplemente leer libros de mecánica. Era distinto a todos”, señalaba.
“Mi marido le decía ‘Sapito’ y yo, ‘Minino’. Sin dudas era mi regalón, porque era muy cariñoso, escuchaba sus largas charlas sobre futbol y mecánica. Sin ofender al resto de mis hijos, Juan era distinto a todo y a todos, cariñoso, jovial, siempre tenía a flor de labios una sonrisa y una palabra cariñosa, siempre estaba encima mío”.
“El día de la ceremonia de casamiento, arribaron a San Luis Oscar Ruggeri, Américo Rubén Gallego y otros jugadores más que no recuerdo –dijo en una entrevista años atrás-, yo tenía que controlar los chivos que se estaban asando en el fondo de mi casa y atenderlos en medio de todo”.
“Por la noche y en medio de la ceremonia religiosa que se hizo ante una multitud, en la iglesia Catedral, el cura dijo: 'Silencio, porque si no, suspendo la boda', nadie más habló por un buen rato, mientras que Juancito me decía: 'Mamá, ¿a qué hora termina todo esto?'. Así era mi hijo”.
El gran corazón de doña Marta Baldovino no resistió más; sufrió la pérdida de su hijo Juan Gilberto en enero de 1992 y de su esposo Pedro Gilberto, el compañero de toda su vida, en 2019. Tenía 85 años. Dejó tres hijos: Julia, Gladys y Pablo, además de varios nietos. También dejó una gran enseñanza plagada de amor y humildad. Sufrió lo indecible e inimaginable, y hoy descansa en paz, junto a los seres que más amó.


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