El encantador de estilo
El diseñador y estilista que empezó vistiendo a las muñecas de su hermana reflexiona sobre la moda de influencers, la moda en medio de la crisis económica y su vínculo con el presidente, Javier Milei, en una entrevista con Cooltura.
Desde diseñar vestidos para las muñecas de su hermana, para César Juricich, la moda fue parte intrínseca de su vida. Con padres artistas —su madre, plástica; su padre, dibujante—, absorbió no solo habilidades técnicas, sino también una sensibilidad que define su trabajo. Otra de las características que lo definen es su adaptabilidad, en este caso, a las crisis económicas, con su enfoque hacia la preservación ambiental y el arte del reciclaje textil, rescatando y transformando prendas con un toque contemporáneo.
Con un ojo crítico, en una charla con Cooltura, reflexiona sobre la importancia del estilo personal en un contexto donde la moda internacional puede impactar adversamente en la industria local, los influencers que se consideran gurús de la moda y su vínculo con el presidente Javier Milei.
―Iniciaste desde muy chico con tu pasión por la moda.
―Sí, empecé primero haciendo la ropa para las muñecas de mi hermana. Ya a los seis años, sabía que me encantaba la ropa. Teníamos una casa de veraneo en la costa argentina de Santa Teresita y mi papá, los días de lluvia, que no íbamos a la playa, nos dibujaba muñequitos de papel a los que les diseñábamos la ropa; él era dibujante y mi mamá, artista plástica. Por eso también tengo tanta facilidad con el dibujo y con las manos. De muy chiquito también me hicieron estudiar bellas artes y parte de eso me formó también para lo que es diseño de indumentaria.
―Tus padres eran artistas, ¿están plasmados ellos en tus piezas?
―Yo creo que sí, indirectamente. Si bien mi papá murió en un accidente de aviación cuando yo era muy chico, tenía nueve años. Pero creo que tengo muy marcados esos recuerdos, el hecho de que mi madre haya sido artista plástica y muchas veces me ayudaba ella a pintar telas y vestidos. Colaboraba mucho con cosas que yo he hecho en mi carrera.
―¿Cómo es tu contacto con las telas y también con la preservación del medio ambiente?
―Soy de reciclar muchísimas cosas y me gusta trabajar con géneros que ya han sido usados. Me encanta reciclar prendas de jean o en géneros bases nuevas; si bien fueron usadas, las tengo guardadas hace mucho tiempo y les doy una mano nueva, las tiño, las estampo. Trato siempre de trabajar sobre lo que tengo, me encanta lo que es el reciclado, pero también lo aplico con mis clientas: a muchas les digo que me traigan vestidos míos de hace años y son diseños divinos, pero que han pasado de moda o están desactualizados en los cortes. Entonces, desarmo la prenda y la armo con moldería actual, agregándole partes nuevas. Si es un vestido al cuerpo, le doy volumen, agregando otros géneros, o le sumo unos encajes teñidos al tono del estampado. Me parece que es bueno que la gente tome conciencia, justamente, de que no todo tiene que ser nuevo. Por eso, tomo mucho las prendas de jean y las reformo. Hay una alta toxicidad que tiene el proceso de lavado y tintería, algo que la gente no tiene conciencia de eso.
―¿Cómo se reinventa un diseñador de moda con las crisis económicas?
―Una de las opciones es decirle a tu clienta que no todo tiene que ser nuevo, sino que se puede reformar. Hay mucha gente que estuvo muy bien económicamente, pero ahora a todos, a algunos más, a otros menos, nos afectó la crisis del país y todos tuvimos que resignar cosas. Entonces, la que antes te compraba tres vestidos por año ahora te compra uno. Si tenés que modificar algo es mucho más económico que hacer algo de cero, incorporando los materiales nuevos. Por ejemplo, una falda es fácilmente transformable con dos galones en los laterales y el costo es mucho menor, mano de obra y materiales, que si tuvieras que comprar una nueva. Siempre hablando de prendas a medida; no pasa todo el tiempo con gente que va y compra una prenda de perchero. Sin embargo, todos nos tenemos que ajustar el cinturón y el porcentaje de ganancias para los diseñadores es cada vez menor. Además, sale mucho más barato una mujer que puede comprar al exterior vestirse por una marca internacional como puede ser un
Gucci, un Valentino o un Dolce & Gabbana que comprar algún diseño de acá.
―¿Atenta contra la industria de la moda local?
―Obviamente, comprar ropa de diseño afuera sale mucho más barato. Lo que pasa es que tampoco es fácil, por ejemplo, alguien que quiere comprar un vestido de novia no es sencillo viajar y conseguir exactamente uno a la medida, del estilo y color que quiere. Es mucho más cómodo ver a un diseñador nacional, hacer pruebas y uno se adecua haciendo precio, ofreciendo formas de pago, hay un montón de opciones, pero mucha gente quiere viajar y espera porque realmente sale más económico.
―¿Es posible conservar la calidad?
―A veces, por un tema económico, para abaratar costos, la gente sacrifica la calidad y ahí está el error. Por ejemplo, el otro día, un amigo me elogió unas zapatillas pensando que eran nuevas y, en realidad, tienen 27 años, es decir que si el producto es de buena calidad y lo tenés bien conservado, te dura años y al final rindió más que uno de mala confección o materiales baratos. En cambio, ahora las cosas las lavás tres veces y se te estiran o cambian el color, pero todo es una cuestión de que abaratan la materia prima para que sigan ganando las empresas. Ahorran en el proceso de confección o de armado del tejido.
―Entre famosos se ve mucho el comentario de “su estilista la ama” o, por el contrario, “la odia”. ¿Cómo es el trabajo?
―Depende mucho del famoso, la famosa o la celebridad y si tiene confianza en la persona que arma todo el estilismo, su asesor de imagen o no. A mí me pasa mucho, por ejemplo, que ya pienso como un señor grande y hace muchos años que estoy en el rubro, entonces tengo un contacto directo con la famosa. A la hora de tener que vestirlas o asesorarlas, en general, lo hago con mis amigas y con quienes ya formé un vínculo muy directo de poder decirle lo que realmente la favorece o no. Por otro lado, hay mucha gente nueva que cree que porque ha estudiado en una facultad o porque son jóvenes, porque son influencers, tienen derecho a vestir a cualquiera con lo que sea, sea moda o no moda. Tendencia o no. Hay muchas chicas jóvenes que no las ves vestidas con la mejor calidad o lo que les queda mejor. A mí me pasa que, por el ojo que tengo de tantos años de trabajo, veo a una mujer y automáticamente sé qué le queda bien, qué color le quedaría por su tono de piel y su color de pelo. A mí me ha pasado que vienen y me dicen: 'Quiero esto para esta persona', y sé que no es el vestido para determinado evento o que no es lo que mejor le quedaría, entonces les digo que no, porque a quien van a criticar es a mí y mi marca. La pregunta siempre es quién te vistió, no quién te hizo el estilismo. Lo vemos acá, en Argentina, como en el exterior; por ejemplo, a Jennifer López le ponen un vestido Dolce & Gabbana hermoso, pero que tiene un largo inadecuado, que quizás con hacerle un toque de diez centímetros más arriba quedaba impecable.
―¿Hay un desafío al ser crítico de moda y hablar del estilismo, pero no de los cuerpos?
―Empecé de muy chiquito levantando los alfileres del piso del taller de mi tía. La hermana de mi mamá era modista de alta costura y ahí viví un montón de cosas que uno puede estudiar en una escuela de diseño. Pero hay cosas que no las terminás de aprender hasta que no las vivís trabajando. El hecho también de dar mi opinión fue otra cosa que aprendí sobre la marcha, porque yo no es que hago una crítica de moda sobre un personaje, sino que doy mi opinión de lo que a mí me parece que está bien o lo que no es tan acertado. Me costó mucho también modificar mi vocabulario y mi modo de hablar, vengo de la educación machista donde a la mujer se la cosificaba y se criticaba a una persona porque tenía unos kilos que, en ese entonces, eran de más. Tuve que cambiar mi visión y mi forma de expresarme. Fátima Flórez, quien fue muy castigada por muchos críticos de moda, siempre me dice: 'Vos me decís las cosas de una manera sin lastimarme, yo te escucho, te entiendo y lo pongo en práctica'. Hay un montón de personas que están en televisión hablando sobre el cuerpo de la gente y no se dan cuenta de que realmente uno puede dañar mucho a una persona. Así como todos tenemos gente cercana a la que le podemos hacer comentarios con los que podemos herirla. No todos estamos felices con cómo nacimos, todos tenemos algo que no nos gusta, pero se puede trabajar sobre eso.
―Con respecto a la moda en la política, durante su campaña, Javier Milei tuvo una forma bastante diferenciada para vestirse.
―El Presidente ha cambiado muchísimo su imagen. Tengo un vínculo muy directo con Javier porque lo conozco hace muchos años. Hace poco, en la invitación que se había hecho para la presentación del Pacto de Mayo en Tucumán, en la madrugada del 9 de julio, él había pedido que fueran todos vestidos de ropa oscura, que es lo que sucede habitualmente para los eventos formales, y le mandé un mensaje al Presidente y me contó, siempre me responde muy gentilmente, aclarando cómo era todo y la vestimenta que iba a utilizar. Javier cambió muchísimo su forma de vestirse y de peinarse. Cuando uno tiene un cargo tan importante, sin llegar a ser presidente de la Argentina, cualquiera de los funcionarios que tienen este tipo de eventos y no llegás con la vestimenta apropiada, es como que despreciás la invitación. ¿Cuál es la imagen de nuestro país en el exterior? Aparte de todas las situaciones económicas, es el Presidente. Tensiona cómo está vestido el Presidente en una Cumbre donde hay un montón de presidentes; si tiene el saco abierto o la camisa desabotonada. El Presidente mandó una invitación donde había un código de vestimenta porque ha pasado que muchos políticos, gobernadores, van mal vestidos a eventos que tienen su protocolo.
―Decías que Milei le presta mucha atención a su estilismo.
―Sí, muchísima, por supuesto. Si bien usa siempre la misma paleta de colores, todo lo piensa, está muy pendiente y trata siempre de ser impecable. Yo conozco a Javier desde hace muchos años, lo vi por primera vez en la casa de una amiga mía, Liliana Caldini, quien fue la mujer de 'Cacho' Fontana, quien me invita a conocer su nuevo departamento y me dice: 'Voy a hacer una comida y a invitar a una pareja amiga mía'. Entonces, van Daniela Pérez y su pareja, que en ese momento era Javier. Yo no lo conocía personalmente y la verdad es que pasamos una noche espectacular, y, en ese momento, nos intercambiamos celulares y quedamos con un vínculo de conocimiento, no de amistad, pero tenemos un trato muy cordial. Él me escribe cuando necesita algunas cosas relacionadas a la moda; obviamente, le he ofrecido asesoramiento de imagen y en lo que necesite, que cuente conmigo.
―Estás preparando una nueva temporada.
―Estoy con varias presentaciones acá en el interior con lo que es mi colección Shiva, que es la que presenté en Punta del Este con la colección de invierno, que es lo que sigo presentando ahora acá y viajo por el interior con ella. Después, estoy preparando la colección de primavera/verano para presentar en octubre, con una fundación. Me encanta colaborar con fundaciones. La presento ahí primero y después, la misma colección la voy a presentar en el hotel Marriott, de Buenos Aires, que colabora con mujeres con cáncer de mama.


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