Diciembre trajo consigo los primeros indicios de una renuncia que, aunque negada en su momento, se vislumbraba como inevitable. Desde los medios alineados con el gobierno provincial, ya se dejaba entrever el final del camino para el entonces Procurador General, Luis Martínez. "No presentó la renuncia, pero busca trabajo", decían las crónicas periodísticas. La confirmación llegó el martes pasado, con una serie de fotografías tomadas en su despacho, entregadas en exclusiva a los voceros del poggismo: "El gobernador le aceptó la renuncia al Procurador General Luis Martínez".
Horas antes, el gobernador Claudio Poggi había aprovechado un anuncio sobre la actualización de sueldos para lanzar una nueva embestida contra la Justicia, apuntando directamente a los fiscales. La presión se había intensificado desde enero, cuando un abogado formalizó un pedido de juicio político contra Martínez ante el Jurado de Enjuiciamiento. Los cañones estaban todos dirigidos hacia el Procurador, o más bien hacia su cargo, clave en la estrategia de persecución judicial que el poggismo busca consolidar.
Finalmente, Martínez cedió a la presión. En un mensaje grabado, Poggi no perdió la oportunidad de insistir en su narrativa contra el Poder Judicial. Y así, el cántaro volvió a la fuente una vez más, hasta que se rompió. Con la salida de Martínez, el gobernador deberá designar a un nuevo Procurador General con acuerdo del Senado. Ya hay varios postulantes, y en los pasillos de Tribunales un nombre resuena con fuerza.
Mientras tanto, Martínez se despidió con una extensa carta dirigida a los miembros del Ministerio Público Fiscal. En ella, intentó enmarcar su dimisión dentro de valores institucionales y sociales, destacando su compromiso con la reforma del Sistema Acusatorio y la búsqueda de un bien mayor: la Justicia. En sus palabras, dejó entrever la compleja situación en la que se encontraba, subrayando que a veces es necesario "sacrificar intereses personales o individuales" en pos del bien común.
La carta también evocó el símbolo del Ministerio Público Fiscal, inspirado en el Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia. Martínez recordó el significado de esta imagen: el coraje del pueblo puntano, la representación de una sociedad inclusiva y el compromiso con la justicia y la paz social.
Sin embargo, detrás de las palabras y las imágenes evocativas, la realidad es que la renuncia de Martínez es un triunfo político para el poggismo. En su lugar, el gobernador tendrá la oportunidad de nombrar a un funcionario afín a su proyecto, allanando el camino para una estructura judicial alineada con su gestión.
Ahora, el interrogante se centra en quién será el sucesor de Martínez y cuál será el rol que jugará la Justicia en el entramado político de la provincia. Lo cierto es que la presión del Ejecutivo sobre el Poder Judicial es más evidente que nunca. Y en esta crónica de una renuncia anunciada, el desenlace apenas comienza a escribirse.


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