Hay un error de forma en el texto de renuncia del ministro de Ciencia e Innovación, Alfonso Vergés. En la misiva con fecha del martes 20 de mayo en la que el funcionario anuncia al gobernador su salida del Gobierno primero pone “a disposición" una renuncia que en la misma oración clasifica de "indeclinable”.
Poco afecto a los detalles de los textos formales –un tema que se enseña en la escuela secundaria-, Vergés comete la contradicción de poner a consideración una decisión que, según su visión, no tenía argumentos que considerar.
La puesta a disposición de una acción es, justamente, ofrecer a alguien, en la mayoría de los casos un superior jerárquico, la decisión de aceptar o no esa propuesta. Los funcionarios que obedecen los pedidos de renuncias masivas usan esa fórmula.
La renuncia de carácter indeclinable no ofrece opciones. Se la puede leer -aunque no siempre lo sea- como un portazo, una decisión tomada en desacuerdo con algo o, como en el caso que expuso Vergés, por “razones estrictamente personales”. Como sea, una renuncia indeclinable, no se pone a disposición.
Con la misma indecisión con la que manejó la cartera de Ciencia y Tecnología, una de las que menos presupuesto tiene en el reparto gubernamental, Vergés firmó su última carta como funcionario. Un precioso oxímoron involuntario que también pasó desapercibido entre los otros ministros.


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