Noche caliente de rock, consignas y liberación
La banda de Santos Fontanet se sacó la espina de tocar en Villa Mercedes y dejó ver sus heridas, pero también su pensamiento y su forma de encarar una carrera de más de dos décadas y tres nombres.
La pregunta a la que se vuelve una y otra vez es tan inútil como dolorosa: ¿Qué hubiera pasado si no pasaba Cromañón? Más allá de respuestas sentimentales, sociales o jurídicas, es un ejercicio de imaginación pensar cuál hubiera sido y no fue el futuro y el presente de “Callejeros” sin la tragedia del 30 de diciembre del 2004.
Posiblemente, en el juego negador de la noche trágica, “Don Osvaldo” no existiría, Patricio Santos Fontanet seguiría al mando de “Callejeros” y su poética barrial continuaría generando adeptos. Pero -para el dolor de muchos- la tragedia existió y la carrera de la banda alimentó la forma de componer y de presentarse artísticamente al mundo. Muchas de las canciones y las acciones posteriores al hecho que marcó la vida de los integrantes están atravesadas por el dolor, la muerte, la injusticia, la justicia, la cárcel, la libertad y Cromañón. Siempre Cromañón.
El viernes a la noche “Don Osvaldo” tocó por primera vez en Villa Mercedes a 20 años en un primer intento censurado. “Pato”, el cantante, mantuvo presente ese recuerdo durante toda la noche. “Tardamos un montón en saltar las barreras de la política pero la política funciona así”, dijo, resignado aunque no derrotado, en un momento del show del anfiteatro Calle Angosta.
El encuentro entre los villamercedinos y la banda que ahora se llama “Don Osvaldo” pero que antes se llamó “Casi justicia social” y que inicialmente se llamó “Callejeros” fue una nueva noche fría en cuanto al clima pero caliente por el encuentro atrasado. Sorprendió que el éxito primario de Santos Fontanet, “Una nueva noche fría”, estuviera en una lista de temas que no dejó disco sin recorrer. Incluso, en el repertorio se animaron a recordar canciones de su primerísima etapa como “No somos nadie” y “Los invisibles”.
Además de la voz sumamente particular de “Pato” en el canto, el octeto demostró una gimnasia musical de mucho entrenamiento, con un silencioso Christian Torrejón en el bajo -el otro de los integrantes originales de “Callejeros” que sigue al lado de Patricio- y un fabuloso Álvaro “Pedi” Puentes en la primera guitarra. Para justificar el nombre tanguero del grupo, el pianista Gabriel Jerez y el saxofonista Leopoldo Janín hicieron a solas una versión llena de libertad de “La última curda”, el clásico de Aníbal Troilo.
“Políticamente correcto” fue la canción que abrió el recital, tal vez como una alegoría al pensamiento que el grupo firma desde que está nuevamente en vigencia. Como tras la prisión, el cantante decidió no hacer declaraciones públicas, cada uno de los recitales se convierten en una fuente de opinión que encuentra en su público -adulto y adolescente- una caja receptora a su total desprecio por cualquier forma de poder.
Si bien en Villa Mercedes el peso de las canciones fue específico, también hubo durante el concierto consignas en las patallas gigantes o en la voz del cantante (“Ningún niño nace chorro”, “Los derechos no se negocian”, “Fuerza Pablo Grillo”, “Basta del genocidio en Palestina”), que dejaron en claro una postura ideológica no siempre tan expuesta.
Pero el mensaje más contundente fue el que envió a la justicia, una institución que por razones obvias Santos Fontanet tiene permanentemente en la mira. “Da pánico, pánico, pánico la justicia que tenemos”, espetó.
Sin mencionar a ningún caso en particular, el cantante dijo -y luego debió aclarar sus apreciaciones- que le parece muy sospechoso (“zarpado de sospechoso”) que el peso de la ley observe siempre para el mismo lado, “como si los del otro lado fueran los buenos” agregó y aclaró que no pertenece a ningún partido político.
Minutos antes de esa sentencia -que realizó sobre el final del show- la banda había hecho un mix no inocente de “Los redondos de ricota” que incluyó “Un ángel para la soledad” y “Todo preso es político”. En ese momento, en la pantalla se leyó otro mensaje, de nuevo con Cromañón como protagonista: “Callejeros es inocente”. Una idea que proclaman hace dolorosos 21 años.


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