Bienaventurados los que ríen

Vestido totalmente de negro, con una sonrisa enorme en su rostro y solo acompañado por un guitarrista que apareció en la segunda mitad del show, “Cacho” Buenaventura cumplió su cometido de hacer reír a su público que es también, según dijo, el fin para el que vino al mundo. Su infancia, sus padres, su familia (de esposa a hijos, de suegros a yernos) y sus amigos pasaron por las historias siempre graciosas del humorista cordobés.

La intención del encuentro entre Buenaventura y su gente es celebrar “el hecho de estar vivos y reírnos de las cosas que nos pasan todos los días, de lo cotidiano”. Con esa consigna, “Cacho” mezcló reflexiones que empezaron serias pero que en muchos casos terminaron con una carcajada de la gente, tanto en la noche de Villa Mercedes, el jueves, como en la de San Luis al día siguiente.

El artista sabe de los vaivenes de la vida, sobreviviente como es de dos infartos y con un by pass colocado. “Soy de las pocas personas que tiene todos los sacramentos, porque me dieron la extraunción como dos veces”, dijo en una parte del show.

Entre canciones de Leo Dan, Los iracundos y Roque Narvaja –lo que demostró el promedio de edad del público que fue a verlo-, el oriundo de Cruz del Eje desplegó un chiste tras otro, casi todos historias posiblemente reales, frases de ocasión tan ocurrentes como certeras, respuestas rápida de efecto inmediato. “¿Cómo anda?, le preguntó un tipo a otro, que estaba de mal humor. ¿Por?, le respondió”.

En algunos momentos de la hora y media de show en la sala Hugo del Carril, el cordobés mezcló el humor con la reflexión y en algunos casos la emoción, al recordar a algún familar que ya no está. Un público muy predispuesto a la risa y a escuchar la forma de vida que adquirió Cacho tras sus incidentes cardiovasculares completaron lo que el cordobés llamó “la magia del humor”, un compendio que necesita de quien haga reír y, más todavía, de quien ría.